Los jóvenes está sufriendo las consecuencias de dos crisis económicas en una década. La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha informado de que sus condiciones laborales han empeorado en los últimos 30 años, presentando así un mayor deterioro a los que han terminado los estudios hace muy poco tiempo. A ello se le añade que los salarios son muy bajos y les acompaña por varios años más.
El fenómeno denominado como “efecto cicatriz de las recesiones” sigue estando muy presente. El estudio ha asegurado que no se están resolviendo estos casos, lo que está provocando que se mantenga esta tendencia en las condiciones, sobre todo cuando los jóvenes comienzan a trabajar.
Un ejemplo es que, en 2019, el salario medio entre las edades de 18 y 35 años, era menor que en 1980. Estas caídas suponen un 26% entre los 39 y 34 años, mientras que los de 18 y 20 son del 50%. También, está relacionado por el escaso empleo de tiempo completo y la mayor apuesta por puestos a tiempo parcial, que baja del 73% al 22%.
Estos últimos cambios de los flujos de trabajo debido a las recesiones tienen más efecto en los jóvenes, ya que las empresas, cuando tienen que realizar ajustes, tienden a proteger más a los trabajadores más mayores. Por ello, cuando hay una destrucción del empleo, los jóvenes carecen de alguna opción, sobre todo porque apenas tienen experiencia, así como los que tienen empleos de corto periodo.
El mercado laboral lo ha considerado como “desempeño pésimo” por las diferencias de presencia de los jóvenes en comparación con los adultos, muy distinto a otras ciudades de Europa. Esto está relacionado con cómo ha empeorado en las últimas décadas, así como con las pocas posibilidades de que los jóvenes consigan un trabajo estable.
Fedea ha introducido la novedad de la existencia de una “senda temporal” para los diferentes tipos de experiencia laboral, lo que ha captado la presencia de un cambio estructural en el mercado por la demanda. Estas diferencias entre las distintas carreras universitarias son “significativas”, ya que en ambos casos se diferencian entre un 7% y 9,3% en el salario y los días trabajados.
Este último informe se une a los de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Comisión Europea, que señalaron que España tenía una de las cifras más altas de paro juvenil en la Unión Europea, en el que la última fue de casi el 40%. Además, tras la crisis del coronavirus, el Instituto de la Juventud (Injuve) y el Consejo de la Juventud de España habían revelado que este grupo iba a padecer más los problemas socioeconómicos.