Sevilla: el núcleo vertebrador de la concordia en el PP

- ESPAÑA - 4 de abril de 2022
Núñez Feijóo, en el momento de votar su candidatura. Foto: M.G.B
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Un reportaje de Marta García Bruno

Entre el lema Centrados con la libertad, de 1990, y Lo haremos bien, de 2022, han pasado 32 años en los que el principal punto de inflexión que removió las entrañas del Congreso de los Diputados fue pasar del asentado bipartidismo al complicado multipartidismo. Y durante esas tres décadas, y mientras España trazaba su historia, Alberto Núñez Feijóo escribía la suya y, sin saberlo, la del futuro de su país. En el perfil profesional del recién elegido líder del Partido Popular está escrita una palabra clave repetida varias veces en el XX Congreso Nacional de la organización: experiencia. En el auditorio, la sensación era de cohesión. En la sala de prensa, de expectación. Y en el hall, la del encuentro entre iguales que viajaron a Sevilla para revalidar la confianza al Partido Popular y sellar la paz.

La ciudad andaluza amanece el primer día de su mes, el de las flores de azahar, la Semana Santa, la antesala de la Feria. Este año, las calles respiran optimismo porque por fin podrán volver a reivindicar que es su momento. En el Palacio de Congresos, un lema recibe a los 4.000 asistentes al XX Congreso Nacional del Partido Popular: Lo haremos bien. El primer día llegaron con desconfianza. De allí salieron al día siguiente con derroche de júbilo. Habían votado, se habían sentido parte del proceso. “¿Es que acaso en un partido democrático no se vota?”, se preguntaba Alberto Núñez Feijóo en su discurso final. El recién elegido presidente de la formación quiere dejar claro que solo se ha presentado él, pero recuerda que no estaría ahí sin sus votantes. Y los compromisarios hablaron: 2.663 votos válidos de 2.670. Siete nulos, 44 en blanco. De ellos, 2.619 tenían escrito el nombre que podría llevar a Núñez Feijóo a La Moncloa. El 98,35% de los populares quieren que sea él el que tome el mando, ya no solo de la formación, sino que miran a un futuro que hoy por hoy supone un reto.

«Ni tutelas ni tutías»
Entre los seguidores había muchos afiliados con experiencia y, sobre todo, memoria. Una pareja de mujeres escucha atenta, a través de la pantalla, los discursos del congreso. Debajo, la sala de prensa está casi con aforo completo. Son seguidoras del partido desde hace más de 30 años. Han viajado desde Segovia hasta Sevilla para formar parte del reinicio y pronuncian su propuesta: creen que “hay que escuchar a personas de todos los partidos y creencias”. Que la formación debe “adaptarse a los nuevos tiempos”, pero con el libro de los recuerdos siempre abierto con el fundador de Alianza Popular, Manuel Fraga, como el gran líder que abrió el camino. Hace tres décadas cedió sin “tutelas ni tutías” el testigo a José María Aznar. El expresidente hizo el mismo gesto simbólico con Núñez Feijóo, en homenaje a su maestro.

Fraga fue mentado en numerosas ocasiones por seguidores y líderes políticos. Otra pareja de afiliados que peina muchas canas mira el pasado para entender el presente. Uno de ellos es el fundador del partido en un pequeño pueblo cántabro y cree que hay que recuperar su figura. El otro se enfada al escuchar la pregunta: “¿Le ha convencido el discurso de Casado?”. En su opinión, cree que la intención periodística con esa cuestión es fragmentar la formación. ¿Han magnificado los medios esa bicefalia?

Responde un grupo de jóvenes veinteañeros. Hay muy pocos en el congreso, la media de edad supera los 35 años. Aseguran que han dado “pocas invitaciones” a las Nuevas Generaciones. El sabor de boca con el que salieron de la Convención Nacional celebrada en la Plaza de Toros de Valencia, en octubre de 2021, era distinto, pero “era otro momento”. Llegan desde Jaén. ¿Ha salpicado la falta de unidad a nivel provincial? La respuesta es afirmativa: “La situación no estaba bien, había desorden”. La división también ha llegado a Salamanca, donde varios chicos y chicas de Nuevas Generaciones, de entre 18 y 21 años, debaten acerca del pasado más cercano. La anterior presidencia dividió el partido, según su opinión. Núñez Feijóo ha llegado para unirlo.

Gestión vs. emociones
Unidad, pero, sobre todo, experiencia es una palabra que como un patrón se repite en los discursos y entrevistas realizadas durante el congreso. También, gestión. Presidente de Insalud, presidente de la Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos, sucesor de Fraga en el Partido Popular de Galicia durante 13 años. Todo ello conforma el perfil de Alberto Núñez Feijóo, siempre en las quinielas y ahora a los mandos. El año 2022 es el inicio de su era, a la que se asoma con ganas pero también con respeto. Su gesto abrumado a la entrada del congreso y rodeado de cámaras hablaba por sí solo, arropado por el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. Con sus palabras tampoco lo oculta: “Si tengo que dejar Galicia tras 13 años recibiendo la confianza mayoritaria de los gallegos no es para un juego, vengo a hacer una política seria; si no, no hubiera venido”.

El silencio en el hall durante su discurso llama la atención. Es la principal pista para saber hasta qué punto el orador despierta pasiones. Cuanto más silencio, más expectación. Y esa situación se produjo en dos ocasiones: con la intervención del nuevo presidente y con el discurso del protagonista hace 32 años, José María Aznar. Es el maestro consejero que lleva años avisando desde la barrera de este momento que se ha visto precipitado en pocas semanas, y ahora avisa sobre los peligros: “Puede que los populismos estén cerca de los ciudadanos, pero ofrecen ruido, no soluciones”. Su teoría no es muy distinta a la de hace 32 años: el camino es el del centroderecha.

Que el partido apostará en esta nueva etapa por la moderación es una de las líneas clave de la hoja de ruta. También que respetará la libertad en cuanto al estilo de los barones territoriales. Núñez Feijóo es a la mesura lo que Isabel Díaz Ayuso es a la emoción. La llegada al congreso de la presidenta de la Comunidad de Madrid se convirtió en la euforia de muchos de los asistentes cuya ilusión era la de hacerse una foto con ella. Los afiliados marcan la diferencia. “Ayuso, ¡las bases están contigo!”. Uno de ellos llama a otro por teléfono: “Está aquí la Ayuso votando”. Durante el discurso de Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo, se escuchan gritos desde el hall. La presidenta regional se está haciendo una foto con un nutrido grupo de personas. La socióloga Martha Nussbaum defiende que todas las grandes emociones son “eudemónicas”, lo que quiere decir que evalúan el mundo desde el punto de vista de la propia persona. Y el discurso de Isabel Díaz Ayuso se funde con esa idea.

Pactos de estado
En su presentación, Núñez Feijóo alude a Vox sin mencionarlo: “No vamos a ser el PP que quieren otros partidos” o “guarden sus carnés de patriota”. Pero en el horizonte surfea la formación de Santiago Abascal como aliado nacional. ¿Han contado con Vox para el futuro? Contesta Rafael Hernando, senador y portavoz del partido en el Congreso con Mariano Rajoy: “Nosotros vamos a defender nuestro proyecto de 11 millones de españoles, independientemente de formaciones que estuvieron de moda durante un tiempo como fue Ciudadanos, como ahora, Vox”.

En esa “política para adultos”, frase ya popularizada en el partido y que titula el recientemente publicado libro de Mariano Rajoy, suenan campanas de pacto de Estado entre Gobierno y oposición. Pero de negociación parlamentaria, no de Gobierno. El europarlamentario y exministro Juan Ignacio Zoido es realista: “Los pactos hoy por hoy son una realidad, es una circunstancia, las mayorías absolutas son difíciles de conseguir”. Con posibilidad de apoyos puntuales, “sobre todo cuando tienes una diferencia con los que te apoyan tan grande”.

La hoja de ruta dista de la de Pablo Casado, sonrisa perenne durante todo el congreso, quien cedió el cargo con aplaudido estoicismo, bajo la atenta y sincera mirada de su mujer y gran apoyo. Aznar y Mariano Rajoy le dieron las gracias, el primero lo hizo con un “allá donde estés”. El ya expresidente zanjó el malentendido protocolario: “He estado allí donde se me ha dicho”. José Ortega y Gasset  inspiró su discurso: “Solo se progresa cuando se piensa en grande y solo se avanza cuando se mira lejos”. Casado se despidió de los dirigentes, pero sobre todo de los militantes allí presentes, para los que dedicó fotos, abrazos y muchos apretones de manos.

Los afiliados marcharon a sus casas con la motivación agrandada por el poder de la masa. Núñez Feijóo y su equipo tienen un doble reto: recomponer el partido de puertas hacia dentro y prepararse para levantar alfombras cuando gobiernen. La tecnocracia vuelve a abrirse paso. “Lo haremos bien” es la promesa escrita.

 

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