La Universidad Francisco de Vitoria (UFV) acogió, el pasado 23 de marzo, una conferencia de Soledad Cañellas, médica epidemióloga en la Subdirección de Promoción de Salud y Prevención de la Comunidad de Madrid. Cañellas analizó la estrategia de vacunación seguida en Madrid respecto a la covid-19 y trató de enmarcarla en el contexto global de la pandemia.
Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) vio la posibilidad de una expansión internacional fue cuando, según Cañellas, empezó a ser urgente tomar medidas coordinadas a nivel internacional. Confiesa que en España se hicieron las primeras evaluaciones de riesgo entre enero y febrero de 2020, bajo un gran desconocimiento, desde el Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias (CAES). Posteriormente, en marzo, fue cuando el Gobierno asumió el mando único en todo el territorio nacional y declaró el confinamiento y el cierre de comercios.
“¿Por qué fuimos tan ligeros en hacer estas primeras evaluaciones?”, se pregunta. La doctora Cañellas cree que se pecó de exceso de confianza. No se conocía tratamiento alguno y solo había medidas preventivas, pero echó en falta como sociedad creer verdaderamente en las medidas preventivas, de hecho, el presupuesto destinado a prevención es menor al 1%, y sostiene que hay un largo recorrido que hacer en este campo.
“Ha habido un esfuerzo colectivo sin precedentes para conseguir la vacuna», sostiene la doctora Cañellas.
Respecto a los recursos, recuerda que hubo que contratar estudiantes y jubilados, y que el material de seguridad del personal sanitario era muy precario. Reconoce que faltaba liderazgo en el sector sanitario para afrontar problemas de esta índole y se sabía que la única herramienta a largo plazo era la vacuna. En este sentido, frente al desarrollo normal de una vacuna, de cuatro a siete años, surgía la duda sobre cómo se había podido conseguir en poco más de un año: “Ha habido un esfuerzo colectivo sin precedentes para conseguir la vacuna, solapando etapas, pero sin comprometer la calidad y eficacia”.
Cañellas remarca la necesidad de incluir en todo el proceso la perspectiva ética y actuar bajo el amparo de unos principios morales, por eso, la vacunación no era obligatoria legalmente, pero sí cívicamente. Justifica de este modo la exigencia de un certificado para viajes o entradas en ciertos establecimientos. Según explica, además de la pandemia sanitaria, había una pandemia jurídica, y se trabajó mucho en armar una justificación pública que minimizara el impacto de los colectivos negacionistas.
Septiembre de 2020 fue determinante porque se acordó una estrategia de vacunación única para todos los territorios y el impulso de equipos materiales, así como la adaptación del sistema de información en los llamados “vacunódromos”. El mensaje era: “Si hay vacuna, se evita la enfermedad grave o la mortalidad y hay protección colectiva frente al virus, junto a la posibilidad de recuperación económica”. Así, según iban aumentando la recepción de dosis se iba ampliando el acceso de los grupos sociales.
Una enfermedad que muta constantemente
Soledad Cañellas revela que se vivieron muchos nervios y crecía el miedo, por lo que se implementó una formación intensiva con más de 7.000 personas de distintos ámbitos, como policías, residencias, atención primaria, hospitales… Epidemiológicamente fue un gran reto, puesto que había cepas diferentes que observar y las tasas de incidencia, acordes a la población vacunada, se tambalearon cuando llegó la variante ómicron. Tenían que aceptar que la covid es una enfermedad nueva que muta cada cierto tiempo. Junto con ello, cada laboratorio farmacéutico tenía unas exigencias diferentes respecto a las dosis y se fueron registrando algunos efectos adversos.
Actualmente, casi tres millones de personas tienen pauta completa en España, datos que, según la ponente, reflejan una gran fiabilidad, ya que todo el proceso ha implicado un seguimiento informático muy riguroso. Incluso los nuevos retos que pasaban por la vacunación de los niños y las dosis de refuerzo ya han dejado de serlo por la “velocidad vertiginosa de los cambios”.
Cañellas también reflexiona sobre la necesidad de que todos tengan el mismo acceso a la vacunación, puesto que el mundo entero ha sido sacudido por la enfermedad. A su juicio, no son las vacunas las que en sí mismas detendrán la enfermedad, sino la administración justa y equitativa de estas. La exigente cadena de frío y pauta de implementación impide alcanzar altas coberturas, pero recuerda que el hombre rico no podrá estar a salvo hasta que el hombre pobre tenga más herramientas y se apague el fuego en su totalidad.
Cañellas concluyó su intervención con una frase del romano Marco Tulio, para quien la salud del pueblo debía ser la ley suprema. En este sentido, la doctora cree que, gracias a la unión de todas las instituciones, “sin rivalidades, persiguiendo un objetivo común”, se ha visto el gran impacto del programa de vacunación.