El partido entre el Legia de Varsovia y el Real Madrid disputado ayer estuvo precedido de graves enfrentamientos entre aficionados del equipo polaco y la policía, que se saldaron con 13 heridos y 8 detenidos. Dada la gravedad de los hechos, y la reincidencia, la directiva del Legia ha decidido este miércoles suspender definitivamente los viajes organizados de sus aficionados en futuros desplazamientos. El equipo varsoviano cuenta con un gran número de seguidores violentos y radicales, con antecedentes penales.
Casi 2.000 policías formaron parte del efectivo. La Delegación del Gobierno en Madrid acordaron junto con la directiva del Club Real Madrid y otras instituciones el refuerzo la seguridad interna en el estadio Santiago Bernabéu y en el exterior y alrededores del mismo. Los efectivos policiales provienen de la Brigada Móvil, de Caballería, Unidades de Intervención Policial (UIP, conocidos como “antidisturbios”), Guías Caninos, Subsuelo y de la Oficina Nacional del Deporte de la Policía Nacional. Además, participará la Policía Municipal, Samur y Cruz Roja, así como los vigilantes y auxiliares de seguridad del Club Blanco.
El coste de este despliegue policial es de alrededor de 70.000 euros, lo que ha reabierto el debate sobre si los clubes deberían sufragar estos gastos extraordinarios para garantizar la seguridad.
Además, diferentes asociaciones y ONGs como Movimiento contra la intolerancia han reclamado que se aplique el protocolo contra el racismo y la violencia en el fútbol y se vete a los grupos radicales.
El partido de vuelta se celebrará a puerta cerrada el 2 de noviembre por decisión del Comité de Ética y Disciplina de la UEFA.