El pasado 20 de octubre, en conmemoración del aniversario del fin de la actividad terrorista de ETA, el Centro para el Bien Común Global de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) llevó a cabo el seminario Lecciones de la derrota de ETA. En este aparecieron diferentes personalidades del mundo de la política, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el periodismo o representantes de las víctimas del terrorismo. La sede elegida fue el Senado de España, cámara de representación territorial. La idea del evento era la de analizar, desde diferentes perspectivas, las condiciones que provocaron el fin de la actividad violenta de ETA, el 20 de octubre de 2011, y las consecuencias que eso ha tenido en la sociedad vasca.
La inauguración corrió a cargo de Marimar Blanco, senadora, secretaria segunda de la Mesa del Senado y hermana de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua que fue secuestrado y asesinado por ETA, hecho que provocó una movilización social contra el terrorismo sin precedentes. Estuvo acompañada por Daniel Sada, rector de la UFV, e Isabel Moyá, directora gerente de la Fundación de Víctimas del Terrorismo (FVT). Moyá protagonizó un inicio donde expuso que «ETA dejó de matar pero no está derrotada políticamente». Sada dio importancia a los valores humanistas de la universidad en eventos como este, ya que «se pone a las víctimas en el centro».
La derrota policial de ETA
Después de la apertura del seminario, comenzó el primer panel. La derrota policial de ETA era el título de una exposición que llevaron a cabo Marcial Piriz, comisario principal de la Policía Nacional e Ismael Abad, coronel de la Guardia Civil. «Hemos detenido a miembros de ETA en cuatro de cinco continentes» afirmó Piriz, quien basó su exposición en la importancia de la labor de la Policía Nacional para desarticular a los diferentes comandos de ETA y, sobre todo, a su dirección militar.
Piriz destacón que «ETA empezó a morir entre 2001 y 2004». Argumentó que los atentados bajaron al desarticularse varias veces la cúpula militar de la organización, que quedaba sin poder de gestión. Para Abad, hubo varios factores determinantes para acabar con la banda: «Trabajo internacional, deslegitimación social, comprensión de la amenaza, protección de los objetivos y control del territorio».
A las 10:30 h, comenzó el segundo panel titulado La victoria del Estado de Derecho. La mesa jurídica corrió a cargo de Javier Gómez, expresidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, y Jesús Santos, exfiscal de la Audiencia Nacional. «Contra el terrorismo no hubo una guerra, se actúa contra con el Derecho porque estamos en un Estado de Derecho», destacaron Gómez y Santos. Gómez puso en valor la importancia de la ley de partidos (2002) porque, según argumentó, permitió que EH Bildu admita que el terrorismo no es lícito y que acepte la Constitución, así como la ilegalización de Batasuna.
Además, defendió la dispersión de los presos de ETA en los años de la actividad terrorista. «Sin dispersión era imposible que nadie se alejara un milímetro de ETA». Después, introdujo una matización final sobre la respuesta de las víctimas, a diferencia de otros casos en otros países: «Las víctimas en España jamás se han tomado la justicia por su mano».
La batalla del relato
Una de las mesas de análisis que mayor respuesta provocó entre los asistentes fue el tercer panel, titulado La batalla del relato. En este participaron Óscar Beltrán, redactor de El Correo, y Mauricio Fernández, autor del libro Terrorismo e información. «ETA, en el tema léxico, siempre llevó la delantera», dijo Fernández, quien se basó en términos como «lucha armada» o «el conflicto» para argumentar la gran capacidad de la banda para reclutar a nuevos miembros pasando de la kale borroka (lucha callejera) a la actividad armada. Asimismo, Oscar Beltrán denunció el ataque de ETA a las redacciones y dijo que, a pesar de todos, sus directores les pedían seguir firmes en la información. «La mentira forma parte de la práctica del terrorismo. Como periodistas, hemos intentado siempre desmentir estas falacias», destacó Beltrán.
Tabién destacó que «la convivencia ha avanzado a pasos gigantes» y que, desde el fin de la organización, se ha facilitado muchísimo contar historias sobre las víctimas del terrorismo. Beltrán enfatizó que las historias sobre ETA que escribe en su medio son un éxito en la gente joven: «Hay ansia de conocer lo que pasó con ETA entre los jóvenes». Además, apreció cierto «vacío generacional» entre la juventud española, que no tiene recuerdos en primera persona de una España con ETA en activo, y que ahora quiere conocer lo que sucedió. Asimismo, hizo mención a los éxitos de Patria o Maixabel.
Por último, para tratar las implicaciones políticas, el panel titulado Los pactos antiterroristas se centró en el análisis de las negociaciones con el brazo político de la banda y el Gobierno de España. Javier Zarzalejos, diputado del PP en el Parlamento Europeo, consideró que el pacto entre PP y PSOE para la ley de partidos era un «imperativo, aparte de un deber del Estado». Ante las acusaciones que recibieron, Zarzalejos señalo: «el argumento de que tendríamos que encarcelar a unos 300.000 independentistas era falaz». El otro ponente fue Ramon Jáuregui, exministro de Presidencia en 2011. Para él, «el final de ETA fue brillante» y aportó un motivo para justificarlo: «Pensé que nunca podría volver al País Vasco, ¿no es eso extraordinario?».
Jáuregui también denfendió el papel de la derecha nacionalista vasca para crear conciencia en contra del terrorismo: «Era clave que la manifestación contra el asesinato de Miguel Ángel Blanco fuera convocada por el PNV». Para Jáuregui, ese fue un punto de inflexión en el cambio de la opinión pública en favor de las víctimas.
Ignacio Cosidó, director del Centro para el Bien Común Global de la UFV, fue uno de los encargados de cerrar el evento. Con voz entrecortada por la emoción del momento, Cosidó leyó fragmentos de cartas de alumnos de la UFV. En ellas, varios jóvenes exponían su visión de la sociedad actual sin ETA, sus preocupaciones y, en general, su voluntad por aprender sobre un tema que no vivieron. Esos alumnos fueron seleccionados para visitar el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo en Vitoria y cenar con Cristina Cuesta, víctima del terrorismo y directora de la Fundación Miguel Ángel Blanco.