Ochenta minutos y una hoja en blanco. Era lo único de lo que disponían los personajes de The Exam para demostrar que eran los mejores candidatos para el puesto. Antes, una entrevista de trabajo equivalía a un examen oral. Uno podía exagerar sus habilidades y competencias, no existían muchos registros que respaldasen cada historia, por lo que el que tenía mayor don de gentes podía acabar contratado gracias, casi exclusivamente, a su ingenio. Ahora, las entrevistas de trabajo son cada vez menos convencionales y los procesos de selección se han convertido en una caza de nuevos talentos conocida en Marketing como Inbound Recruiting.
La imaginación detrás del currículo inflado, las “otras aptitudes” y el dominio de idiomas inventados son ya cosa del pasado. Las nuevas tecnologías han cambiado los métodos de contratación, cada vez son más las empresas que consultan las redes sociales a la hora de elegir a sus trabajadores. Actualmente, un 86% lo hace, y, según el informe Infoempleo-Adecco sobre el Mercado de Trabajo y RR.SS., en el 36% de los casos la empresa empeora su opinión sobre el candidato.
La huella digital no se queda en LinkedIn. Aunque sea la red social más profesional, las empresas van más allá. Facebook, Twitter, Instagram e incluso un blog abandonado de hace tiempo constituyen esta identidad digital que, en la mayoría de los casos, puede llegar a ser más fiable que una carta de referencia.
«Al margen de la creatividad que pueda requerir el puesto, también es importante la imagen de la persona que su perfil ofrece».
Depende del perfil buscado, se demandarán una serie de aptitudes concretas en la Red. Al margen de la creatividad que pueda requerir el puesto, también es importante la imagen de la persona que su perfil ofrece. Las cuentas que uno sigue o las publicaciones personales compartidas, aunque sean antiguas, pueden acabar con todas las posibilidades de contratación. Según el director de Inbound Recruiting y Marketing Digital de Adecco Group, Toni Gimeno, las redes sociales son “un arma de doble filo”, depende de cómo se usen pueden ayudarte o penalizarte. “Los usuarios jóvenes tienen menos pudor que los mayores, de forma que generan mucho más contenido. Si toda esa información no sigue una estrategia, la cuenta pierde valor”, añade el experto.
“Si no tienes nada que contar, cállate”, esa es la primera lección que Patricia Beleña, profesora de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), enseña a sus alumnos de Comunicación Audiovisual en la asignatura Marca Personal en Redes Sociales. “Si el contenido que uno genera es personal y no aporta nada nuevo de la persona al público, lo mejor es guardarlo para los amigos en un perfil privado”, asegura Beleña. No obstante, esto no es una opción cuando la profesión está dentro del mundo de la comunicación. A día de hoy, no se concibe un periodista sin Twitter o un publicista sin redes sociales. Además de tener un papel muy importante en esta nueva caza de talentos que es proceso de selección, también es una herramienta de trabajo imprescindible para todas las profesiones orientadas al mundo de la comunicación.
Instagram, líder del posicionamiento
Instagram es la red social que más contribuye al posicionamiento. Para las mentes más inquietas se ha convertido en una especie de porfolio, raro es el artista que no liga su cuenta al currículo. Cada perfil es diferente, aunque por el paso del tiempo parezca que ya no queda nada que crear, cada usuario aporta su propia marca personal a sus publicaciones. Según el teórico de la comunicación y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) Álvaro Abellán, estas llegan a ser capaces de “ayudar a reconocerse” a uno mismo. El rastro digital que cada uno deja en la Red sirve de espejo de la “identidad personal”. “Es un misterio para nosotros mismos”, asegura Abellán. Antes, cuando alguien hacía algo, sus acciones corrían el riesgo de quedar en el olvido, ahora, ya sea para bien o para mal, las redes sociales actúan de registro de las actividades de cada uno.
Isabel Fernández-Pacheco, estudiante de Comunicación Audiovisual y Publicidad, es su propio modelo de inspiración. En lugar de solo hacer fotos, cuenta historias. La joven de la perla que se escapó del cuadro en busca de su segunda joya, la niña que de tanto mirar a las nubes acabó por necesitar gafas o la curiosa anécdota de la uva más cara del mundo son algunas de ellas. “Hay veces que al tiempo de hacer la foto, esta cobra otro sentido”, asegura la alumna, un hecho que demuestra la teoría del espejo planteada por Álvaro Abellán. Fernández Pacheco trabaja sus publicaciones casi tanto o más que un trabajo final, planifica desde su composición hasta la historia que contará, solo que esta puede cambiar según el resultado. Tanto trabajo ha conseguido que su perfil sea un reflejo de su alma y que, aunque sea de una forma muy superficial, una persona pueda llegar a conocerla viendo toda su obra.
«Como medio de difusión, las redes sociales son capaces de hacer llegar las obras a un público mayor».
Como ella, son muchos los jóvenes que cuidan sus perfiles en redes sociales. Todos ellos son conscientes de las oportunidades que estas ofrecen, sobre todo Instagram, que es la preferida mayoritariamente por ser la más creativa. Álvaro Piñana, estudiante de tercero de Comunicación Audiovisual, cuenta con más de 5.000 seguidores en su cuenta de fotografía. Al igual que Fernández Pacheco, Piñana trabaja desde la composición hasta la edición de sus fotografías, cuida los detalles y destaca por la viveza en el tratamiento del color de sus retratos. Incluso, hay quien ya logra identificarle solo por eso. Pablo Urcelay, alumno de primero del mismo grado, a diferencia de Piñana, prefiere el blanco y negro al color. La estética de su cuenta puede parecer tétrica a primera vista, pero Urcelay afirma sentirse cómodo con la acepción que el poeta Leopoldo María Panero tenía del álbum de fotos, al que identificaba como “un cementerio de instantes”.
Como medio de difusión, las redes sociales son capaces de hacer llegar las obras a un público mayor. La retroalimentación recibida por cada publicación puede servir como recompensa, aunque el número de likes no siempre midan la calidad de la obra. Daniel Herrera rompe con las bases de Instagram y en lugar de fotografías comparte sus dibujos y cuenta con más de 9.000 seguidores. Herrera asegura que la variación de esta cifra no influye en sus ilustraciones, él crea a partir de lo que admira, sobre todo de la música. Gracias a ello, ha conseguido que algunos de sus ídolos alaben su obra, como la youtuber Esty Quesada (Soy una Pringada) o el guionista y director de cine Eduardo Casanova.
“Publicar en una red social equivaldría a lo que antes era escribir un diario”, explica Álvaro Abellán. “Cada uno puede ver cómo ha madurado su obra con el tiempo, ya sea por escrito en Twitter o por imágenes en Instagram”, añade el docente. Cada vez son más las empresas que buscan talento en las redes sociales. La creatividad es una habilidad especial que, según Toni Gimeno, como experto en el terreno, demandan las empresas, algunas incluso se aventuran a buscarlas por las redes sociales citadas. El examen de ahora es diario, un buen perfil cuidado puede abrir más puertas que un currículo inflado.