El entorno en el que los jóvenes crecen determina sus futuras relaciones afectivas cuando son adultos. Susana Martínez, psicoterapeuta de pareja y familia y experta en terapia familiar sistémica en la UFV, afirma que las personas aprenden a relacionarse desde niños. Además, explica cómo los distintos tipos de apego, que tienen origen en la infancia, afectan a las relaciones de pareja.
Un joven de 22 años, que ha preferido mantener el anonimato, afirma que sufrió abandono por parte de sus padres cuando era un niño. “A mi padre no me dejaron verle por una larga temporada porque mi madre se quedó con la custodia. Aparte, ella le tenía mucha rabia, debido a que fue él quien cortó la relación”, ha expresado.
“Mi madre se fue a casa de mis abuelos a vivir y me dejó con ellos”, continúa explicando. El joven cuenta que en un principio iba a ser una situación esporádica, pero su madre se enamoró de otro hombre y empezó una vida nueva con otra familia. “Me dejó con mis abuelos apartado de su vida”, añade.
El joven afirma que, de niño, esta situación le afectó de forma muy negativa. “Los médicos decían que tenía que ir al psicólogo porque estaba pasando una depresión muy fuerte. Llegué al punto de quedarme colgado de las cornisas de las ventanas o coger un cuchillo e intentar clavármelo en el pecho”, declara. Su familia no quiso llevarle a un psicólogo porque consideraban que “los que acuden a ellos están trastornados”.
“Durante toda mi adolescencia, sentí la necesidad de tener relaciones sentimentales. Lo único que buscaba era una imagen femenina, ya que al no tener una, tenía la necesidad de buscarla”, explica el joven. “Esto ha provocado que solo piense en mí y que haga cosas que me beneficien, sin importarme los demás”, añade.
Además, afirma que no saber querer a la gente también es un problema: “Un mínimo de atención es lo que necesito, mientras que en relaciones sentimentales o amistades se debe dar más. Por eso, mucha gente se aleja, porque piensa que no me importan. Pero la realidad es que no sé tener constancia a la hora de mostrar mis sentimientos”.
Entornos de seguridad afectiva
Susana Martínez, en una entrevista para Uno Más Uno UFV, explica las relaciones afectivas: “Nos relacionamos como podemos, desde donde hemos venido”. Martínez afirma que las personas aprenden a relacionarse con los demás desde pequeños: “Si he crecido en un ambiente donde he sentido que la persona importante para mí está disponible, mis relaciones con los demás cuando sea adulto serán más seguras y sanas”.
Sin embargo, no siempre es posible crecer en un entorno de seguridad afectiva. “Se denomina apego inseguro cuando crecemos en un ambiente en el que vivimos pensando que la persona no va a estar o está de forma intermitente cuando la necesitamos”, detalla Susana Martínez. Los adultos trasladan a sus relaciones la forma en la que han crecido. Es en ese momento en el que se comienzan a detectar inseguridades y miedos. “Se puede trabajar acerca de esto. No por haber crecido en un ambiente de no seguridad no voy a saber relacionarme”, manifiesta Martínez.
Tipos de apego
Hay distintos tipos de apego. Las personas con apego evitativo intentan no relacionarse profundamente con el otro. En el caso del apego inseguro ambivalente, las relaciones tienden a ser más dependientes y se necesita atención constante. “Tener conciencia de cómo nos estamos relacionando nos ayuda a modificar aquellas cosas que no tienen que seguir dándose en las relaciones adultas. Es un trabajo personal que tiene que ver con la identidad y con mi sensación de quién soy yo en el mundo”, concluye Susana Martínez.