Micropartículas, el problema de salud global invisible

- Desmarcar - 11 de febrero de 2019
La ciudad de Bangkok se encuentra entre las cincuenta más contaminadas del mundo.

Bangkok se encuentra desde hace semanas cubierta de una densa niebla de polución insalubre. La capital tailandesa lleva días en alerta roja por la cantidad de partículas finas de menos de 2,5 micras (PM 2,5) que se sostienen en el aire y que han llegado, estos últimos días, a alcanzar los 75 µg por metro cúbico. La Organización Mundial de la Salud (OMS) desaconseja la exposición durante más de 24 horas a concentraciones superiores a 25 µg/m³ de este tipo de partículas ante el riesgo de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer. Esto ha llegado a posicionar a Bangkok, en algunos días de enero, entre las 15 ciudades con la peor calidad de aire de AirVisual, sobrepasando los 150 puntos de ICA (Índice de Calidad de Aire) en los últimos días, llegando a alcanzar en algunas zonas de la ciudad niveles de hasta 223 puntos.

A pesar de los esfuerzos del Gobierno por mejorar la situación, tanto el clima de la zona como la presencia de fábricas, los proyectos de construcción en desarrollo, los incendios provocados en agricultura y la entrada y salida no regulada de vehículos no permiten una purificación eficaz del aire. El país ha tomado, entre otras medidas contra la contaminación, dos innovadoras (aunque por el momento insuficientes) acciones: la lluvia artificial y el empleo de cañones de agua y drones.  A pesar de haber mejorado los niveles de contaminación desde los primeros días de enero, los valores recogidos siguen siendo superiores a los esperados y recomendados.

La lluvia artificial se lleva ejecutando en el país desde 1955, cuando se lanzó el Proyecto Real de Lluvia Artificial de la mano del entonces rey Bhumibol Adulyadej. Este método consiste en el empleo de químicos para la formación y condensación de nubes. No obstante, a pesar de haber resultado útil en el pasado en múltiples ocasiones para lidiar con las sequías que asolan el país periódicamente, expertos aseguran que, debido a la sequedad actual del aire, este proceso resulta insuficiente para combatir la contaminación que sufre ahora la ciudad. Y es que, debido a su ubicación geográfica, Tailandia mantiene cada año un clima seco desde noviembre hasta mayo. El resto del año, conocido como época de monzones, las lluvias diarias y constantes merman la polución. De hecho, el departamento de control de la contaminación reconoce que el viento y estas lluvias naturales, fenómenos meteorológicos de los que, desde antes incluso de comenzar el año, carece Tailandia, son la mejor forma de disipar la polución atmosférica.

En cuanto a los cañones y drones de agua, se han empleado en las zonas céntricas de la ciudad con la intención de reducir las partículas en suspensión rociando agua. Si bien la cantidad de partículas en el aire se ha rebajado este mes por estas técnicas, la cuota sigue estando muy por encima de lo recomendado por la OMS. Es por esto que muchos tailandeses siguen prefiriendo salir a la calle con mascarillas.

Efectos sobre la salud
Los efectos que pueden sufrir los afectados por la contaminación atmosférica en ciudades como Bangkok van desde simples alteraciones de la capacidad pulmonar hasta el cáncer. El origen de estas patologías es, principalmente, la suspensión de NO₂ (dióxido de nitrógeno), de SO₂ (dióxido de azufre), de O₂ (ozono) y de partículas flotantes (PM) como las que forman la neblina de Bangkok. Las PM engloban a todas aquellas partículas de un tamaño inferior a 10 µm, aunque son las más pequeñas, de 2,5 µm, las más nocivas.

Por su tamaño
Las PM 2,5 son el peor de los componentes del aire contaminado para la salud del ser humano, debido, por su tamaño, a la fácil penetración de estas en las vías respiratorias, llegando incluso, en muchos casos, al torrente sanguíneo. Con la constante exposición a ellas y su inevitable inhalación, los habitantes de ciudades, como Bangkok, corren el riesgo de acumular estas diminutas partículas en sus pulmones y, por consiguiente, el desarrollo de enfermedades respiratorias como el asma o la bronquitis, problemas cardiovasculares o cáncer. Su principal origen, alcanzando, según un estudio el equipo de investigadores del Instituto de Salud Carlos III, el 90% de su producción, son los vehículos diésel. Algunos estudios científicos sugieren que este tipo de contaminación, y particularmente las partículas procedentes del tráfico urbano, está asociado con incrementos en la morbi-mortalidad de la población expuesta y al creciente desarrollo del asma y alergias entre la población infantil.

«Las malas condiciones ambientales son responsables del 23% de los fallecimientos anuales», según la OMS

En un estudio de la Organización Mundial de la Salud, publicado en marzo de 2016, llamado La prevención de enfermedades a través de entornos saludables, se llegó a la conclusión de que las malas condiciones ambientales (que incluyen, además de la contaminación del aire, la del agua, la del suelo, la exposición a los productos químicos, el cambio climático y la radiación ultravioleta) son responsables de, directa o indirectamente, 12,6 millones de muertes al año en el planeta, aproximadamente, el 23% de los fallecimientos totales anuales.

Según la directora del Departamento de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la Salud de la OMS y principal encargada del estudio, la doctora María Neira, los países africanos, el Sudeste Asiático, el Mediterráneo Oriental y el oeste del océano Pacífico son los más afectados. Neira cree necesarios una mejora y un nuevo planteamiento de las ciudades, y asegura que es crucial mejorar el transporte y los combustibles para tener una economía con una mejor calidad del aire.

Población anciana
Los colectivos más afectados por la inhalación de contaminantes son también los más vulnerables: los ancianos y los niños.

Según José Miguel Rodríguez González-Moro, presidente de la Sociedad Madrileña de Neumología, la vulnerabilidad de los ancianos se debe principalmente a dos condiciones: las enfermedades que, por su edad, tienen de base y el estado de deterioro de sus mecanismos de defensa, que propician la acumulación y el estancamiento de partículas contaminantes en su organismo.

Su menor capacidad para eliminar de este los contaminantes aumenta su fragilidad e influye negativamente en sus limitaciones funcionales. Al verse estas últimas reducidas, los afectados se sienten incapaces de cuidarse de sí mismo, de sus asuntos, de los demás y, en resumen, de participar activamente en la sociedad. Y en cuanto a la fragilidad, comprendida como síndrome que se diagnostica por la presencia de al menos tres de estos criterios: pérdida de fuerza, lentitud de la marcha, fatiga, baja actividad física y pérdida no intencionada de peso, hace crecer exponencialmente en personas mayores el riesgo de caídas, discapacidad y dependencia.

Estudios de la Universidad Autónoma de Madrid, empleando datos del National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES), verifican estos efectos y añaden, además, que existe un mayor riesgo de fragilidad en pacientes hospitalizados por infarto de miocardio expuestos a contaminación atmosférica por partículas pequeñas.

Población infantil
En el caso de los niños, su vulnerabilidad se debe a que sus vías respiratorias son más estrechas, por lo que su inflamación por la acumulación de partículas las obstruye con más facilidad. Además, sus sistemas neurológico, inmunológico y digestivo están todavía en formación, por tanto, la contaminación les afecta de una manera transversal: no solo física, sino también intelectual, emocional y social.

«La estancia prolongada en las zonas contaminadas puede provocar también parto prematuro», asegura la doctora María Neira

Las alteraciones del desarrollo se pueden manifestar a través de retraso del crecimiento intrauterino, malformaciones congénitas, problemas de crecimiento, déficits funcionales (neuroconductuales, inmunológicos o reproductivos) y mayor predisposición al desarrollo de enfermedades crónicas en la vida adulta, mtales como diabetes, cardiovasculares o cáncer. Incluso, según la doctora Neira, la estancia prolongada en las zonas contaminadas puede provocar también parto prematuro.

Ante tales resultados y evidencias, la OMS propuso ubicar los parques infantiles y colegios a una distancia considerable de las autopistas y las zonas industriales, ambas fuentes principales de la contaminación, y llamó a revisar la legislación a favor de la reducción de uso de carbón y otros combustibles orgánicos e invertir más en la energía renovable.

Según otro informe de la organización, del año pasado, la salud de más del 90% de los niños en el mundo corre riesgo por la calidad de aire que respiran cada día. Según el documento, “cerca del 93% de los niños y niñas del mundo menores de 15 años (aproximadamente, 1.800 millones) respiran aire tan contaminado que pone en grave peligro su salud y su crecimiento”. Además, asegura que en el mundo mueren cada año dos millones de menores por la contaminación, de los que 30.000 son europeos; y considera la polución una de las mayores amenazas para la salud global.

Según la OMS, cada año podrían evitarse la muerte de, aproximadamente, 1,7 millones de menores de cinco años y la de 4,9 millones de adultos de entre 50 y 75 años si se mejorara la gestión del medio ambiente en el mundo.

Contaminación en Madrid
En la capital española, por ejemplo, basándose en los datos acumulados durante seis años del Hospital Niño Jesús, un estudio ha demostrado la relación directa entre la polución y el aumento de ingresos hospitalarios de niños. El estudio ha sido publicado por la revista de Pediatría de Atención Primaria y firmado en primera instancia por el pediatra Marciano Sánchez Bayle.

La investigación ha recogido datos del centro médico madrileño entre 2012 y 2016. En total, se han estudiado 10.512 ingresos donde la edad media era inferior a los tres años y, de los cuales, 5.328 se debían a procesos respiratorios. Los datos referidos a la contaminación se tomaron de las estaciones del Ayuntamiento de Madrid.

Además de las micropartículas, se estudió la relación de los ingresos con otros contaminantes, de los cuales fueron el dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono y benceno los que presentaron una relación más evidente. A cada aumento en los índices de contaminación, el número de ingresos hospitalarios subía proporcionalmente.

«Los episodios de contaminación ambiental aumentan las consultas pediátricas un 8%», según los pediatras M. Sánchez y R. Martín

Otro estudio, de 2018, referente a la contaminación en Madrid fue el llevado a cabo por los pediatras Marciano Sánchez Bayle y Raquel Martín Martín. En este se llegó a la conclusión de que los episodios de contaminación ambiental aumentan las consultas pediátricas de atención primaria en torno a un 8%. Realizado durante tres años, a partir de 52.322 consultas del centro de salud Reina Victoria de Madrid (de las cuales 6.473 se debieron a procesos respiratorios) y publicado en la revista Anales de pediatría, asegura que cuando se da un incremento significativo de la contaminación ambiental en la ciudad se produce un aumento de la demanda de consultas respiratorias en los centros de salud. El estudio se llama Impacto de la contaminación ambiental en las consultas pediátricas de atención primaria y fue realizado entre los años 2013 y 2015.

Juan Antonio Ortega, coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría, ha dicho de estos trabajos que son “una llamada de atención al clínico”. Y, ante el problema de salud que es para los “críos”, que “hay que tenerlo en cuenta, igual que se hace con la herencia o el tabaco”.

 

 

 

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