Miguel Martorell, periodista y director de una compañía de música, ha publicado su primera novela, Canido. Su pasión por la escritura se remonta a su infancia, y su incursión formal en el mundo literario comenzó en 2011, con la publicación de su primer poema, Autócratas, seguido por Noches árabes y Contra el armisticio, en 2017.
Miguel Martorell tiene claro que la escritura es una vía para explorar el mundo, y lo materializa en cada página, línea o palabra de sus obras. Con Canido, el lector se sumerge en una memoria histórica y personal de la protagonista, Clara, quien hace reflexionar sobre el perdón, el olvido o la redención.
¿Qué le inspiró a crear esta historia?
Es cierto que tengo predilección por la hipérbole y la fabulación, sacadas de las experiencias cotidianas. Todo comenzó cuando adquirí una casa, un antiguo piso en Madrid. Al entrar, noté que aún quedaban pertenencias de los antiguos propietarios. Me llamaron la atención unos vinilos, y pensé en quedármelos. Cuando fuimos a la notaría para formalizar la compra, escuché a los antiguos dueños hablar sobre vaciar el piso, así que me ofrecí a ayudar, principalmente para asegurarme de los vinilos.
Días más tarde, ya como dueño oficial, busqué ansiosamente los vinilos al entrar en el piso. Sin embargo, descubrí que lo único que se llevaron los anteriores dueños fue ropa y su colección completa de vinilos. En cambio, me dejaron una gran cantidad de libros, incluyendo novelas militares, obras sobre la guerra civil y la Batalla del Ebro, y bibliografías diversas. Mientras los ordenaba, encontré planos y llaves del edificio. A partir de ese momento, mi mente comenzó a divagar en la exageración de la realidad, imaginando para qué el antiguo propietario necesitaba todo eso. Fue entonces cuando descubrí la historia de la protagonista y comencé a tejer los primeros hilos de esta trama.
¿Qué cree que hace a su novela diferente, especial?
Lo distinto de esta novela es que juega con diferentes géneros. Además de ser una novela escrita en primera persona, coge un poco de carácter histórico, suspense, intimista, una parte de metaliteratura, citar a algunos autores para explicar lo que le pasan a los personajes…
¿Tuvo alguna dificultad a la hora de escribirlo?
Pues, a ver, yo vengo de escribir poesía. He publicado tres en total. Siempre había querido escribir una novela, de hecho, había realizado varios intentos en el pasado. La novela en sí nunca me había puesto a trabajarla. Lo primero que descubrí es que un poema y una novela requieren disciplinas y maneras de trabajar completamente distintas. Un poema lo puedes trabajar en la cabeza durante una semana. En realidad, lo más habitual es que un poema se pasa metido en tu mente durante semanas, dando vueltas a un concepto, luego te sientas y lo escribes.
No obstante, la primera dificultad de escribir una novela es que te exige a tirar hacia delante, ya que es muy usual tener bloqueos. A partir de ahí, aprendí a ponerme menos exigencia en mis hombros y no retocar todo lo que escribía, simplemente escribir. La segunda dificultad es encontrar el momento para escribir. Encontrar huecos para sentarte a escribir es complicado. Y, por último, el tercer problema fueron los personajes. En esta etapa de la escritura, me acompañó esta frase: «Haz que los personajes trabajen para ti y no tú para los personajes».
¿No le preocupó no saber de qué manera iba el mundo a recibir su novela?
Sí, ciertamente. La incertidumbre de cómo será recibida mi novela era algo que me inquietaba. Naturalmente, uno espera que sea bien recibida o que logre captar el interés del lector lo suficiente como para mantenerlo enganchado. Es un desafío considerable, ya que vivimos en un mundo lleno de estímulos constantes, y el hecho de que alguien dedique tiempo y atención a leer 200 páginas de tu obra es todo un compromiso. Hay cierta responsabilidad inherente en ello, especialmente en el caso de una novela, donde se espera mantener la atención del lector y que sea recomendada a otros. ¿Miedo? No, no diría que es miedo. Con el tiempo, uno se acostumbra a exponerse y aprende a lidiar con las incertidumbres que acompañan a la creación artística.
¿Cuánto tiempo dedicó a escribir la novela?
Tardé dos años para conseguir el primer borrador. Pasó otro año para conseguir el segundo y dos más trabajándolo con el editor. En total, cinco años. Hay que tener en cuenta que yo tengo un trabajo y, como he mencionado antes, sacar el tiempo es complicado.
¿Hay alguna huella que deje en cada uno de sus relatos?
Tuve una redactora jefa que me dijo: «Uno siempre escribe de manera autobiográfica». Yo he intentado huir siempre de ello, evidentemente, hay detalles de mí, pero me alejo todo lo posible.
¿A la hora de elegir lo que estudiar, ya tenía en mente su figura de escritor?
Sí. Después de terminar el instituto, consideré varias opciones. Una de ellas era quedarme en Palma para estudiar. Pensé en estudiar Historia o hacer módulos de fotografía. Sin embargo, me di cuenta de que el periodismo podría proporcionarme las herramientas y el conocimiento del mundo necesarios para escribir, lo cual siempre ha sido mi pasión. Desde los 13 años, he estado escribiendo poesía e historias, y mi madre puede confirmar que desde pequeño ya me las inventaba. Por lo tanto, elegir el periodismo fue una decisión consciente de que me brindaría esas herramientas y contactos. Además, esa decisión hizo que abandonase Mallorca, mi hogar desde que nací. Estar en Madrid me dio la oportunidad de explorar el mundo y viajar, además de conseguir diferentes metas.
¿Qué aprendizajes saca de la escritura?
Escribir te enseña a leer de otra manera. Aprendes a identificar patrones en la narrativa, a analizar el lenguaje y las voces. Dedicas más atención a los detalles cuando te sumerges en la escritura. Además, escribir te ayuda a darle sentido al mundo que te rodea. Te obliga a organizar tus experiencias, a encontrar significado en lo que te sucede y a formular preguntas. A través de la escritura, también llegas a conocer más sobre ti mismo. Te das cuenta de lo que has aprendido y de tus áreas de oportunidad. Es, en esencia, un viaje de autodescubrimiento y una expresión de tu fragilidad personal que intentas canalizar de alguna manera».
¿Qué es lo que quiere transmitir con sus relatos, novelas o siguientes proyectos?
Con la novela, lo único que quería era contar una buena historia. Que el lector tenga la sensación de haber disfrutado leyéndolo e incluso que haga reflexionar.
¿Siente que su percepción del éxito ha cambiado desde sus primeras publicaciones?
Lo que más ha cambiado mi percepción del éxito es mi trabajo. Creo que hay una parte de éxito personal ya en la consecución de un proyecto. El haber conseguido escribir la novela es un éxito. El éxito siempre va muy relacionado con las expectativas y las ambiciones que uno tenga en la vida. El éxito tiene mucho más que ver con lo personal y a veces me pregunto: «¿cuál es el logro que yo he conseguido en este proceso?». El éxito siempre es relativo a una persona.
¿Qué cambiaría del mundo de la escritura?
El exceso de ruido generado en el mundo cultural ha llevado a que muchas obras pasen desapercibidas y, además, ha devaluado el producto cultural en general. Aunque soy relativamente nuevo en el ámbito literario, he observado que en este campo disfrutamos de una libertad total. A diferencia de otros medios culturales, la literatura no ha experimentado una democratización completa, lo cual, en mi opinión, es positivo, y que de lo contrario podríamos saturar el espacio con demasiado ruido. Solo el 10% de los manuscritos que llegan a las editoriales logran ser publicados, lo que ilustra la magnitud del descarte. Aunque existen numerosas cuentas que promocionan libros, los autores independientes enfrentan una barrera promocional significativa. Los grandes grupos editoriales tienen influencia sobre los medios de comunicación, lo que dificulta obtener visibilidad en ellos.
¿Qué consejo le daría a aquellos que quieren ser escritores o quieren empezar a escribir?
Que se lo pasen bien escribiendo. Tiene una parte de sufrimiento, que no se dejen llevar de romanticismo, que aprendan a disfrutar con la escritura y que no abandonen a la primera. Esto es práctica y sacarse un poco de esa inseguridad que te crea el estado creativo. Es mirar hacia delante y tirar.
¿Tiene en mente algún proyecto para el futuro?
Constantemente estoy inmerso en mis pensamientos, y es algo que no puedo evitar. Escribir poesía es mi manera de entender el mundo, no conozco otra forma de acercarme a él. De hecho, es una manera de hacer que el mundo sea un poco más sostenible para mí, de decirme a mí mismo: «Bueno, puedo comprenderlo de esta manera». Siempre estoy pensando en el próximo proyecto, poema, verso, en lo que voy a escribir a continuación, es algo casi obsesivo.