Begoña de Santiago, con tan solo 22 años, ya es un ejemplo a seguir. La jugadora profesional de baloncesto y, al mismo tiempo, estudiante de quinto de Medicina fue capitana del Movistar Estudiantes femenino hasta la temporada pasada, liderando al equipo durante cuatro años, en la mejor etapa de su historia reciente.
De Santiago, campeona junior de España en 2019 y de Europa sub-20, ha demostrado que, con disciplina y pasión, cualquier desafío puede convertirse en una oportunidad. Esta temporada ha tomado la decisión de dejar el baloncesto, con el objetivo de centrarse temporalmente en lo que ella considera su «otra vida»: la medicina. Con una sonrisa de oreja a oreja, la jugadora cuenta a Mirada 21 cómo está afrontando este cambio y cuáles son sus aspiraciones a futuro, aunque espera seguir combinando el baloncesto y la medicina, sus dos grandes pasiones.
Dejó la temporada pasada el Estudiantes y se ha retirado temporalmente para centrarse en Medicina. Ahora, está de Erasmus en Francia porque allí va a hacer quinto y parte del sexto curso de su carrera universitaria. ¿Cómo lo está llevando?
R: Estoy súper contenta, con la mente súper feliz y súper tranquila. Al final, el baloncesto muchas veces te genera muchísima ansiedad y muchísimo estrés en muchas cosas, y más compaginándolo con Medicina. Yo ahora mismo soy consciente de la cantidad de estrés y ansiedad que gestionaba durante estos últimos cuatro años. Creo que, hasta este año, no era consciente de todo lo que hacía en mi día a día, por eso está siendo como muy tranquilo, sin preocupaciones y con una paz mental increíble. Es cierto, obviamente, que echo de menos jugar, pero como ahora estoy aquí con el equipo de primera entrenando todos los días un montón no echo de menos esa parte del baloncesto. Obviamente, echo de menos competir, a todas nos encanta competir y no entrenamos solo por entrenar, pero sí que es verdad que estoy pudiendo llevar esas dos vías: seguir jugando al baloncesto y vivir completamente la experiencia Erasmus.
¿Cómo llega a la decisión de dejar el baloncesto profesional e irse de Erasmus?
La verdad es que fue una decisión supercomplicada. Eché la solicitud para el programa de Erasmus en octubre o noviembre del año pasado, sin ninguna expectativa. Lo eché un poco por si no me daban la plaza, así ya tenía la decisión tomada, y si me la daban, pues bueno, ya tendría que decidir en febrero o a esas alturas. De repente, me dieron la plaza, y cuando ya se iba acercando la fecha lo hablé con el Estudiantes y con el director técnico, y empecé a poner un poco las cosas en balanza para ver qué me apetecía más. La verdad que fue superdifícil porque, al final, me he acostumbrado a estar en casa, y los últimos cuatro años han sido todos iguales: siempre en el Estu, siempre con la misma carrera, años más fáciles, años más difíciles, pero siempre era todo igual. Eso fue un poco lo que me llevó a hacer el cambio, mi vida llevaba siendo la misma estos últimos cuatro años. Además, se venía un curso de Medicina bastante complicado, que estoy segura de que lo hubiese sacado, pero sí que es verdad que, al final, como persona, necesitamos un poco de motivación al día a día, y que cuatro años igual se me hacían un poco bola. La verdad que se me planteó la oportunidad, y hablando con la gente cercana, pues es que cada vez veía más pros que contras a irme, lo veía como una experiencia increíble para aprender francés, acabar prácticamente la carrera y, luego, ya poder volver a España y centrarme totalmente en el baloncesto.
Ha dicho alguna vez que ha estado «viviendo dos vidas en una», refiriéndose a que el baloncesto es la vida de muchas personas, y la medicina es lo mismo para otras muchas. ¿Qué le ha enseñado esta dualidad entre el deporte y los estudios?
Pues creo que, al final, muchas cosas de medicina luego me ayudaban en el baloncesto, y compaginar ambas cosas al final era como una vía de escape. Hay mucha gente que suele estudiar Medicina y que no consigue escapar de esa realidad, se centra mucho en estudiar, no veo un poco más allá porque es una carrera muy exigente y dura, y lo mismo con el deporte. Al final, jugar como profesional es bastante duro, te acapara muchísimas horas, igual que la medicina. Entonces, para mí era un poco como escapar de un lado a otro para poder compaginarlo, poder liberar la mente y rendir bien en las dos cosas.
¿Qué estrategias utilizaba para poder compaginar bien todo?
Pues yo creo que la mayor estrategia que he aprendido es no agobiarme. Nunca nadie me va a ver agobiada. Creo que después del nivel que he llevado nunca estoy agobiada, o sea, no me agobio en ninguna situación de mi vida prácticamente, y cuando lo hago es porque, de verdad, es algo muy importante. He aprendido que todo pasito a pasito, si llego tarde, llego tarde; si no llego a este examen, tengo otra oportunidad luego; si no ganamos hoy, pues no ganamos hoy… Llevarlo todo al día y saber dónde están mis límites.
¿Cuál ha sido el momento más complicado de estos cuatro años compaginando ambas actividades?
Primero de carrera. Fue muy duro, muy duro, muy duro. Yo estaba acostumbrada en Bachillerato a sacar todo dieces, ser de las mejores de la clase para entrar a Medicina, y que todo el mundo fuera como tú. Pues mi primer examen de Medicina lo suspendo, y cuando veo el suspenso pensé «se viene duro», o sea, esto va a ser mi carrera durante los seis años. Fue duro ese momento. Encima, en el baloncesto, en mi primer año como senior tampoco jugaba mucho. Entrenaba y viajaba muchísimo para luego jugar cero minutos. Entonces, el baloncesto no me estaba devolviendo lo que yo le aportaba. Yo le dedicaba muchísimas horas, trabajaba un montón, y aun así no jugaba, no me devolvía nada, y la carrera, igual. Al final, el baloncesto me estaba quitando muchísimo tiempo, entonces suspendía, no llegaba… Sentía que en mi primer año no llegaba nada. Fue un momento de tocar fondo.
Al ver que ni aprobaba, ni jugaba… ¿se ha planteado alguna vez dejar el baloncesto a ese nivel?
No, la verdad que nunca me lo he planteado. El baloncesto siempre me ha hecho disfrutar. Aunque lo pasaba mal, tenía compañeros con los que disfrutaba, y yo seguía disfrutando muchísimo los entrenamientos. Al final, uno trabaja para uno mismo. Hay cosas que tú no puedes controlar, tú no puedes controlar cuánto vas a jugar o si juegas o no, pero sí que puedes controlar el trabajo que le pones en el día a día y las ganas y el disfrute que puedas tener. Y con la medicina, igual. Por mi cabeza nunca ha pasado dejar alguna de las dos cosas.
Llegó al Estudiantes en cadete, se formó en la cantera, triunfa allí, se proclama campeona de España sub-19, es nombrada capitana… ¿qué significa este club para usted?
Para mí, lo es todo. Es mi casa, son los años más importantes de mi vida, donde he llegado a ser profesional, a la selección española… Para mí, el Estudiantes es como esa persona con la que vives momentos superimportantes de tu vida.
¿Cómo asume la responsabilidad de ser capitana, y qué aprendió?
Me lo cuenta el director técnico en un tren después de un partido de pretemporada, y me dice que, bueno, tampoco había muchas opciones y que no es el ambiente en el que querían porque tenía 21 años. Una capitana con 21 años tiene muchísima presión y muchísimas cosas que gestionar, pero me dice que también tengo otras virtudes, que llevo muchos años y que soy de la casa, y que creen que puedo gestionar muchas cosas y puede servirme para desarrollarme como persona, mejorar y aportar muchas cosas al equipo. Entonces, la verdad que tranquila, lo intenté hacer lo mejor posible. Lo que más cuesta de ser capitana es dejar a un lado el yo para centrarte en el equipo. Aunque tú estés jugando mal o estés pasándolo mal por algo personal, o sea un día duro para ti, tienes que estar bien por el equipo, y eso a mí me ayudó bastante en el sentido de dejar al lado a mi persona. La verdad que yo creo que lo hice lo mejor posible, y espero que la gente opine lo mismo. Me hizo mucha ilusión.
Se ha convertido en un ejemplo para numerosas jóvenes, ¿qué consejo quiere darles?
El que quiere algo, algo le cuesta. Yo, por ejemplo, he pasado un camino bastante duro, he aguantado mucho en el Estudiantes. Ahora se ve todo lo que he conseguido, pero ese camino ha sido duro. Entonces, al final, creo que el que quiere algo, algo le cuesta, y a mí me ha costado muchísimo. No creo que me hayan regalado absolutamente nada, estos últimos cuatro años han sido de los caminos más duros de mi vida, pero, sin duda, ha merecido muchísimo la pena.
El 25 de febrero de 2023, en un partido frente al Valencia Basket, sufrió la única lesión de su carrera profesional, tuvo que pasar por el quirófano, estar meses fuera de la pista, y se perdió la parte más importante de la temporada. ¿Cómo afrontó la lesión y su posterior proceso de recuperación?
Pues, como yo no había tenido muchas lesiones duras, fue un proceso bastante tranquilo. Un jugador que se ha lesionado muchas veces, al final lo puede pasar mal, pero yo, al ser mi única lesión, lo afronté bastante tranquila, como un nuevo reto y algo que tenía que sacar adelante. Al final, las lesiones son parte del deporte, si no te quieres lesionar no hagas deporte. Es algo con lo que tenemos que convivir los jugadores y los deportistas, y es algo que tenemos que aceptar.
Cuando regrese al baloncesto profesional, ¿volverá al Estudiantes?
Me lo pregunta muchísima gente. No sé qué pasará, es que no lo sé ni yo. Todavía es muy pronto para hablar del año que viene. Obviamente, no cierro las puertas a volver, al final es mi casa, y a todo el mundo le gusta volver a casa. Es una opción bastante buena que valoro, pero también ellos tienen que querer, esto es cosa de dos, y no lo sé, es muy pronto para decir algo.