“Vivir en un colegio mayor es vivir la universidad al cuadrado”

- Desmarcar - 8 de noviembre de 2022
Acto de clausura de Colegios Mayores de Madrid 2021-2022, con la presencia de Díaz Ayuso. Foto: Twitter @ccmmmadrid

Vivir lejos de casa, a cientos de kilómetros de distancia de un hogar, una familia y un grupo de amigos. Hacerse mayor e ir a la universidad, en otra ciudad, fuera de un entorno con el que se ha convivido durante los pasados 18 o 20 años. Y encontrar un hospedaje que, en numerosas ocasiones, las familias consideran “demasiado caro”, o “demasiado alejado” del centro académico. Los colegios mayores, frente a las residencias, proponen una alternativa.

Valores y comunidad
Los colegios mayores se definen, técnicamente, por brindar las mismas, o similares, oportunidades que las residencias de estudiantes. No obstante, según lo analizan los expertos, la esencia y los valores marcan la diferencia de estos lugares, que, en la medida de lo posible, tratan de asemejarse a un hogar para los jóvenes universitarios. Patricia Madrazo, formadora y psicóloga en el Colegio Mayor Francisco de Vitoria, explica que la clave está en la convivencia real. “Hay un ambiente de comunidad, de familia y de unidad”, asevera.

Asimismo, la propuesta de actividades –charlas, comités, cenas en comunidad y foros de participación– fomenta una relación de fraternidad y conexión entre los habitantes de un mismo edificio. Además, Madrazo subraya la importancia de la “labor formativa”, el aprendizaje y el crecimiento personal. Se produce, también, una “extensión de la formación universitaria”, recalca José Alberto Rosas Pineda, mentor y psicólogo también en el Colegio Mayor Francisco de Vitoria “Que convivan varios estudiantes de varias facultades y de distintos rincones del mundo, enriquece, y mucho”, añade.

Emancipación
Para los estudiantes, el alojamiento en un colegio mayor supone una variación en su rutina. Muchos de ellos abandonan su vida familiar para emanciparse de forma social, cultural y económica. “Es un cambio estructural en el día a día de una persona”, asume José Alberto Rosas. “El vínculo que uno tiene con la familia, con los amigos, con el lugar en el que ha pasado 18, 10 o 20 años, de repente desaparece”, agrega. Rosas Pineda admite que se trata de una pérdida que siempre duele y afecta a todos. Uno de los objetivos es, de este modo, hacer que esa situación “sea lo más llevadera y saludable posible”.

Un colegial, residente en Madrid, asevera que “la cercanía a la universidad le hizo decantarse por este centro”. Venir a una ciudad nueva se asimila mejor gracias al colegio mayor, donde “se crea un grupo de confianza, que es como una familia”. “El colegio mayor me ha aportado relaciones y amistades que van a durar para toda la vida, gente de distintos lugares con los que voy a poder contar siempre”, agradece el estudiante, y confiesa que “se echa de menos el hogar, pero en la comunidad uno se siente como en casa”.

Del alumno depende la responsabilidad en su nueva vida, aspecto que resaltan ambos formadores. En lo económico, dicen, se requiere de un proceso de independencia comedido, así como en el ámbito social, sin caer en el exceso de ocio o libertinaje. Y es que numerosos jóvenes son víctimas de la presión por parte de compañeros para salir de fiesta, gastar compulsivamente o –la nueva moda– jugar en apuestas deportivas y de azar. Proyecto Hombre Madrid muestra un informe que indica que la media de edad de los más adictos al juego es de entre 20 y 30 años, aún en la juventud.

Las novatadas, también, son otro síntoma preocupante de la mala salud de algunos centros de colegiales. Este es un problema que vivió su auge hace años, pero que todavía sigue condicionando la elección de algunos. A pesar de ser un inconveniente erradicado casi de forma total, en algunos colegios mayores se mantiene como tradición. En otros, no obstante, están terminantemente prohibidas, con pena de expulsión como castigo.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, defendía la relevancia de los colegios mayores en un acto celebrado el pasado mes de abril: “(Los centros) sirven como ayuda para, más allá de la formación universitaria, conocer otros modos de vida y acercarse a otras culturas”.

El director del Colegio Mayor Francisco de Vitoria, José Carlos Villamuelas, asegura que “vivir en un colegio mayor es vivir la universidad al cuadrado”. Rosas Pineda añade: “La idiosincrasia y la filosofía propias de la Universidad Francisco de Vitoria evidentemente alimentan nuestro plan formativo y nuestra misión”. “Nuestro fin es crear una comunidad de buscadores de la verdad, que, mediante el acompañamiento y la formación, logren sus metas”, concluye.

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