Jóvenes, el presente de Dios

- Desmarcar - 30 de mayo de 2019
El papa Francisco, en el Vaticano.
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Por Clara Mollá, Pablo TaboadaSergio Aguilera.

Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este, tu hermano, era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”, con esta frase concluye la parábola del Hijo Pródigo, del Evangelio de Lucas. Esta historia narra la vuelta de un joven a casa, que es acogido de la mejor de las maneras por su padre, tras haber llevado una vida de desenfreno lejos de su hogar. Las malas costumbres, los vicios y el egoísmo se apoderaron del joven durante un tiempo, pero en ese intento de construir su autonomía en solitario, el hijo se vio en la necesidad de acudir a su padre, de volver a sentirse amado. Este texto deja una serie de mensajes, que el papa Francisco ha plasmado en una exhortación dirigida a los jóvenes.

Estos escritos recogen las conclusiones del documento final del Sínodo de los Jóvenes, que se celebró en Roma el pasado mes de octubre. Durante esos días, la Iglesia se congregó, junto con el papa, para hablar sobre la fe y el discernimiento vocacional, a partir de las preguntas y reflexiones que hicieron los jóvenes al santo padre, en verano. Una vez finalizado, el papa Francisco ha publicado una exhortación para dar a conocer la importancia de los jóvenes en la Iglesia y el papel que desempeñan.

«El joven es el presente y el futuro de la Iglesia», destaca el padre Justo, L.C.

El papa reconoce que, actualmente, hay jóvenes sin raíces, sin referentes: “Como si el mundo comenzara ahora”. Para afrontar esta realidad, propone que los ancianos traten de ayudar a los jóvenes a descubrir la riqueza del pasado, haciendo memoria y sirviéndose de este para tomar sus propias decisiones. Esta combinación, de ancianos que sueñan y de jóvenes que tienen visiones, es enriquecedora para “arriesgar juntos y caminar”. De esta manera, se puede estar arraigado en el presente y frecuentar el pasado, para aprender de la historia y sanar heridas que condicionan, y el futuro, para sembrar esperanza. “Las raíces no son anclas que nos atan a otras épocas e impiden encarnarse en el mundo actual, sino que son un punto de arraigo que permiten el desarrollo y responder a nuevos desafíos”, afirma Francisco.

La Iglesia son todos
El papa Francisco habla en la exhortación sobre esa “inquietud insatisfecha” de la juventud, que es la del ser abierto, ilusionado y lleno de esperanza, que, a su vez, conlleva un proceso de maduración para que el joven asuma la responsabilidad de su vida. “El joven es el presente y el futuro de la Iglesia”, destaca el padre Justo, L.C., capellán de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV). “Esa vitalidad, esa fuerza, esos sueños… que luego, con la edad, se van enfriando son claves para contribuir a la Iglesia”, asegura el sacerdote.

“La Iglesia no son los curas, somos todos”, resalta reiteradas veces el padre Justo. Además, opina que todos harán una comunidad “más bella” si se esfuerzan, y que, gracias a Dios, la Iglesia es de Cristo, ya que “si fuera de hombres, hubiese desaparecido hace 2.000 años”. El padre Justo cree que la institución católica tiene que ayudar al joven a encontrar la felicidad que ansía a través de Cristo.

El joven, con esa inquietud insatisfecha por descubrir y saber más, a veces, se convierte en un ser insaciable. Este reclama a la Iglesia una serie de ideas y propuestas, según el tiempo y espacio en el que se encuentre. El padre Justo responde a esta cuestión desde los valores que la Iglesia debe transmitir: “Coherencia, autenticidad, testimonio, alegría…”. El legionario de Cristo insiste en ir a lo esencial, en acercarse al conocimiento y en romper los prejuicios.

“Estamos muy conectados, pero muy poco comunicados”, afirma el papa Francisco.

Una de las lacras a las que la Iglesia se ha tenido que enfrentar en los últimos años se encuentra en los abusos sexuales dentro de ella. “En la justificada rabia de la gente, la Iglesia ve el reflejo de la ira de Dios, traicionado y abofeteado”, afirma el papa en la carta a los jóvenes. Además, añade que “el sínodo renueva su firme compromiso en la adopción de medidas rigurosas de prevención que impidan que se repitan”.

Esta “plaga”, como la denomina el papa, ha provocado el incremento de estigmas alrededor de la Iglesia. El padre Justo la califica de “tragedia”.

El capellán cuenta que a menudo viaja por el mundo, a las zonas más pobres y con menos recursos del planeta, y saca una conclusión de estas experiencias: “Te das cuenta de que quienes sostienen esos lugares son los misioneros, no encuentras a los que el primer día se hacían la foto”.

El padre opina que existe una “cristofobia”, que en algunos aspectos se mira a la Iglesia con doble rasero. Por ejemplo, la figura del sacerdote es presentada negativamente en series, películas o novelas. “La Iglesia no es esto, defiende la verdad y lucha contra el relativismo”.

Tecnologías: Oportunidad y amenaza
“Estamos muy conectados, pero muy poco comunicados”, afirmó el papa en una entrevista con el periodista español Jordi Évole en el programa Salvados. La fácil accesibilidad a Internet abre un abanico de posibilidades para buscar información, estar mejor conectado y que el contacto sea más rápido. Pero la Red también tiene sus amenazas y riesgos. El sumo pontífice declara en la exhortación que Internet es un “continente global desconocido”, que a pesar de ser un lugar de encuentro, también tiene consecuencias, como el ciberacoso, la creación de fake news o la pérdida de escucha y lectura ante el predominio de la imagen.

«La pornografía reduce la realidad a lo virtual», declara Ángel Barahona.

En España, el Ministerio de Sanidad realizó un estudio en 2018, en el que se deja constancia de que el 18% de los jóvenes son adictos a Internet. Ángel Barahona, director del departamento de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), considera que Internet “es un mundo maravilloso”, pero que si se utiliza de una forma inadecuada puede llegar a “solipsista e individualizante”. “Alinea, aísla, se convierte en consejero, medio de escape, genera relaciones falsas, mundos ideales, mata el tiempo que nos recuerda que morimos, luego deja un vacío, y más tarde se convierte en adicciones”, añade.

“Pueden llevarnos a olvidar que la vida es un don y que somos seres creados y limitados, que fácilmente podemos ser instrumentalizados por quienes tienen el poder tecnológico”, asevera el papa en su carta. Asimismo, para este, uno de los usos más graves que generan las tecnologías y la red es la pornografía. “Reduce la realidad a lo virtual”, declara Barahona. “La pornografía no compromete, da placer aparentemente sin sufrimiento de una relación real, pero es el erotismo agónico, cansado, sin amor, individualista, que es peligroso porque conculca la esperanza de una relación verdadera”, añade.

Millones de jóvenes consumen pornografía, que puede llegar a convertirse en una adicción. “La adicción es un fenómeno del cerebro, un hábito que se adquiere reforzado por la obtención del placer… un mal hábito cuando el sexo es solo una descarga física, egoísta, encerrada en sí misma para la obtención del placer”, asegura Barahona. Un estudio elaborado por Convenant Eyes, declara que la primera visita a este contenido se hace a los 12 años. Asimismo, afirma que un 71% oculta este tipo de actividad a sus padres. No obstante, los adultos tienen a su alcance numerosas aplicaciones, la mayoría gratuitas, para bloquear la pornografía en los dispositivos móviles.

La instrumentalización del individualismo
El papa reivindica la unión entre personas, pide que se fomenten las relaciones personales, desde la familia hasta la amistad, con el diálogo y el afecto como herramienta. El sumo pontífice cree que el aislamiento debilita al hombre y que los sacrificios comunitarios entusiasman y dan vida a los jóvenes.

«El hombre es un ser dependiente y relacional por naturaleza», asevera Ángel Barahona.

“Muchos jóvenes son ideologizados, utilizados y aprovechados como carne de cañón o como fuerza de choque para destruir, amedrentar o ridiculizar a otros”, afirma el papa en la exhortación. Algunos partidos políticos instrumentalizan a los jóvenes por medio de las ideologías. “Se vuelven presa fácil de ofertas deshumanizantes y de los planes destructivos”, añade.

“El hombre es un ser dependiente y relacional por naturaleza, pretender ser feliz solo es un imposible ontológico”, asevera Barahona. El doctor asegura que “el individualismo es un retorno al útero protector frente a la hostilidad de un mundo aséptico, masificado, donde se han roto todos los vínculos. El individualismo es a la persona lo que el nacionalismo a las comunidades o grupos étnicos: reactivo”. Para el profesor de la UFV, la eucaristía es una invitación a compartir, por tanto, es el antídoto a esta corriente moderna.

En 2015, se estrenó un documental titulado La teoría sueca del amor, que consiste en que las relaciones humanas auténticas tienen que basarse en la independencia fundamental entre las personas. Compara la forma de vida de Suecia, un país moderno y rico en recursos, con Etiopía, un país tradicional y pobre. En los años 90, esta nación nórdica presentó un gráfico de valores a la Unión Europea que representa la modernidad contra el individualismo, en los diferentes países del mundo.

Gráfico de valores: Modernidad e individualismo frente a las tradiciones. Fuente: Documental ‘La teoría sueca del amor’.

En esta pieza audiovisual, se muestra a Suecia como un país donde una gran parte de personas desean tener sexo sin contacto, a través de la realidad virtual. Además, quieren tener hijos, pero no una relación, por medio de la inseminación artificial. Estas ideas derivan en la soledad, lo que en muchas ocasiones supone una alta tasa de suicidios. En 2018, la cifra de estos casos en el país nórdico es 14,3 por cada 100.000 habitantes, lo que supone más de tres personas al día. En cambio, en Etiopía se tratan a las personas desde la cercanía y el acompañamiento en comunidad, a pesar de tener menos recursos.

Formación espiritual y cultural, unidad dual
La educación es esencial para la evangelización, y el santo padre reconoce que, en algunas ocasiones, las instituciones no han desempeñado el papel que deberían porque “se han convertido en un búnker que protege los errores de afuera”. Por ello, invita a un relanzamiento de las escuelas y universidades “en salida” misionera, como la experiencia de la evangelización, que comienza desde el aula.

Paulina Núñez es mentora de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) y consagrada en el Regnum Christi. Trabaja en la pastoral universitaria y reconoce que es “innegable” que el corazón del estudiante se abre especialmente en esa etapa. “Los jóvenes no son los destinatarios de una Iglesia que les sirve la mesa, sino que son la Iglesia”, afirma.

«Hoy en día, el derecho a la cultura significa proteger la sabiduría, es decir, un saber humano y que humaniza», afirma el papa.

El papa explica que los jóvenes están llamados a ser misioneros “aun los más débiles, limitados y heridos, porque siempre hay que permitir que el bien se comunique, aunque conviva con muchas fragilidades”. También, reconoce que la mejor manera de llevar la palabra de Dios es la evangelización de un joven a otro. Además, asegura que ellos son capaces de encontrar nuevas vías de misión, como las redes sociales. Así, toman contacto con vidas más allá de su familia y su grupo y la entienden de una manera más amplia. “Cuando participan en las misiones, no nace de que nosotros les pidamos, sino que es su corazón el que arde por compartir la fe”, afirma Núñez.

También, el santo padre reconoce un valor en la formación cultural que no puede ser separada de la espiritual. “Hoy en día, sobre todo, el derecho a la cultura significa proteger la sabiduría, es decir, un saber humano y que humaniza”, explica con piezas de otros discursos, como este de Bolonia, durante una visita a la comunidad universitaria en 2017.

Paulina Núñez conoce de cerca el origen de la UFV y reconoce esto en la misión de esta universidad. La mexicana desea devolverle el mundo a Dios, no en cambiarlo “porque el mundo ya es de Él”. “Tengo una visión unificada de ambas corrientes. Al ser humano le pasan muchas cosas y al mismo tiempo, en su interior, en la sociedad, etc. En la religión ocurre lo mismo porque nos vincula a la realidad que nos sucede”, explica. Además, reconoce que sacar la fe del contexto político o cultural es desnaturalizarla. “Los cristianos no somos una filosofía, sino que somos unos redimidos que sabemos que nuestra existencia es distinta”, concluye Núñez.

Acompañados en su libertad
“Los jóvenes necesitan ser respetados en su libertad, pero también necesitan ser acompañados”. El acompañamiento es una herramienta esencial para el seguimiento y la formación de los jóvenes. En el sínodo celebrado el año pasado, se confesó la carencia de personas expertas y dedicadas al acompañamiento, que han llevado a una reflexión para renovarlo. Además, el papa afirma que debería reconocerse de forma institucional este servicio eclesial y que no debería ser exclusivo de los sacerdotes y vida consagrada, sino que los laicos deberían poder ejercerlo.

«No se forman a chicos en ética, sino a creyentes en experiencia de fe», sostiene Paulina Núñez.

Los jóvenes describieron en el sínodo cuáles son las características que deben acompañar a un mentor, y el papa las ha reflejado en la exhortación. “Debe ser un auténtico cristiano que busque la santidad, que comprenda sin juzgar, que sepa escuchar activamente las necesidades de los jóvenes y que conozca la alegría y el sufrimiento que todo camino espiritual conlleva”, afirma en los escritos. Además, explica que un elemento “imprescindible” es que reconozca su humanidad, es decir, que son personas imperfectas y que se reconocen pecadores perdonados.

Paulina Núñez ha participado en los textos presinodales en África y España. “Hay una frase que identifico con el acompañamiento, y es que los mentores somos mendigos que mostramos a otros dónde hay de comer, es decir, reconocer que en mi vida esto ha sido correcto. Así ha sido la experiencia del núcleo del evangelio: te voy a mostrar a alguien que ha hecho que me pasen cosas”, explica. A su vez, precisa que esta forma de acompañar no es por motivos pedagógicos, sino porque encuentra una verdad.

Además, reconoce que el mentor debe ser una persona humilde y comprometida porque “se pone en juego la propia vida”. “Yo sé que las tentaciones y gracias de Dios no son solo para mí, sino para vosotros. Que no me deje llevar por una tentación es importante, ya no solo por santidad personal, sino por mi misión”, explica. También, afirma que el acompañante tiene que ser consciente de la realidad espiritual porque “no se forman a chicos en ética, sino a creyentes en experiencia de fe”.

La llamada de Dios
“La vocación permite entender que nada es fruto de un caos sin sentido, sino que todo puede integrarse en un camino de respuesta al Señor, que tiene un precioso plan para nosotros”. Así concluye la concepción de vocación del papa Francisco, quien la denomina llamada de Dios. El santo padre habla en el manifiesto de la misión del hombre en la tierra, y divide la vocación en tres variantes: familia, trabajo y consagración especial. “Nuestra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda”, asegura el sumo pontífice antes de analizar cada uno de los puntos.

«Cuando uno descubre que Dios lo llama a algo, es capaz de hacer brotar sus mejores capacidades», sostiene el santo padre.

Según el papa y el sínodo, los jóvenes “sueñan” y sienten la vocación de encontrar a la persona indicada para construir una vida junto a ella y formar una familia. Aun así, el sumo pontífice subraya que en la actualidad predomina una cultura que dice que el matrimonio “está pasado de moda”. “Yo le pido (a los jóvenes) que vayan a contracorriente de una cultura provisional que cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades”, finaliza Francisco. Ángel Barahona asegura que los lazos matrimoniales han sido devaluados “por el miedo que los hombres tienen a sufrir”. “Se pierden lo que llega detrás del sufrimiento, que es el amor verdadero, el no querer cambiar al otro, y la libertad de ambos”, afirma el docente, que asegura que “le da vergüenza decir esto tan sencillo y breve”.

Ángel Barahona, director del Grado en Humanidades de la UFV.

El siguiente punto del que escribe el papa Francisco es el trabajo, del que dice que es capaz de definir e influir en la identidad de cada uno. “Determina el uso del tiempo, la calidad y cantidad de tiempo libre, lo que se puede comprar o hacer”, asegura el santo padre, que, a su vez, hace hincapié en la precariedad laboral a la que se enfrentan los jóvenes. “Es una cuestión muy delicada que la política debe considerar como un tema de primer orden”, aboga. El sumo pontífice pide a los jóvenes que, aunque a veces se encuentren con los duros límites de la vida y tengan que trabajar de lo que encuentren, nunca renuncien a sus sueños.

“Cuando uno descubre que Dios lo llama a algo, que está hecho para eso, es capaz de hacer brotar sus mejores capacidades de sacrificio, de generosidad y de entrega”, sostiene el santo padre. Respecto a los límites de la vida, Barahona defiende que no son ni un obstáculo para la plenitud. “Solo existe una vocación: que tiene múltiples caras o formas de realizarse, pero, a lo que el hombre está llamado es a dar lo que ha recibido como un don gratuito, la vida. Da lo mismo cómo”, asiente.

El papa Francisco termina su reflexión sobre la vocación con la consagración especial. El obispo de Roma pide a los jóvenes que en su discernimiento personal consideren el sacerdocio como una opción, porque en él puede estar la plenitud. “Algunas veces hice esta propuesta a jóvenes que me respondieron casi con burla diciendo: ‘No, la verdad es que yo no voy para ese lado’. Sin embargo, años después algunos de ellos estaban en el seminario”, asegura el papa.

«Si el mundo tuviera presente el perdón, las cosas cambiarían», afirmó el padre Justo, L.C.

Para encontrar la vocación, el sumo pontífice dice a los jóvenes que es necesario hacerse preguntas enfocadas a los demás, y no al dinero que se puede percibir o a la fama que es posible obtener. “Para no equivocarse, hay que empezar desde otro lugar, y preguntarse: ¿me conozco a mí mismo, más allá de las apariencias o de mis sensaciones?, ¿conozco lo que alegra o entristece mi corazón?”, enumeró el santo padre, que concluyó con la que denomina la “gran pregunta”: «¿Para quién soy yo?».

El perdón es amor
El papa insiste en mencionar a los jóvenes que Dios les ama “más allá de lo que le suceda en la vida”. Y cita varios versículos de la Biblia en los que Yahvéh (Dios en hebreo y en el Antiguo Testamento) muestra su amor al pueblo de Israel. Además, insiste en dejarse salvar por Jesús, quien murió por los pecados. “Con ese mismo poder de su entrega total, sigue salvándonos y rescatándonos hoy”, recalca Francisco.

Hace unos meses, Juan Manuel Cotelo estrenó una película titulada El mayor regalo, que muestra el perdón como herramienta para sanar las heridas. El padre Justo, legionario de Cristo y Capellán de la UFV, reconoce que la reconciliación es fundamental para el mundo. “Si el mundo tuviera presente el perdón, las cosas cambiarían”, explica. También, afirma que este acto trae consigo infinitos regalos: “Los frutos son todos los que uno se pueda imaginar: paz, alegría… Con él, nos asemejamos a Dios”.

Francisco incide en que la salvación no es fruto de las obras y esfuerzos, sino de la gratuidad. “Su entrega en la Cruz es algo tan grande que nosotros no podemos ni debemos pagarlo, solo tenemos que recibirlo con inmensa gratitud y con la alegría de ser tan amados antes de que pudiéramos imaginarlo: ‘Él nos amó primero’ (1 Jn 4,19)”, explica.

Además, insiste a los jóvenes en reconocer que su vida es valiosa y el precio que tiene es la sangre del hijo de Dios. Por ello, el papa invita a creer “firmemente” que, una vez confesados los pecados, existe la misericordia y el perdón de estos “que libera de las culpas”.  El padre Justo explica que Jesús es el ejemplo del perdón. “El cristianismo predica el perdón de los pecados con la vida, y el mejor ejemplo para entenderlo es Cristo”, afirma.