Alberto Olmos gana el I Premio David Gistau

- Ocio-cultura - 12 de noviembre de 2020
Foto: Fundación Cajasol

El periodista, escritor y columnista segoviano Alberto Olmos ha sido el vencedor del primer premio de periodismo David Gistau. El escritor, que ha publicado recientemente Irene y el aire, su última novela autobiográfica, ha recibido el premio por la columna Cosas que los pobres deberían saber: instrucciones para cuando lo pierdas todo, publicada el pasado 13 de mayo en El Confidencial. El ganador fue elegido entre más de 400 candidatos. Este premio es un homenaje al periodista y escritor David Gistau, está convocado por Unidad Editorial y Vocento, y tiene una dotación de 10.000 euros.

El jurado ha estado formado, por parte de Vocento con Rosa Belmonte, José Luis Garci, Luis Herrero y Pedro García Cuartango, de Unidad Editorial por Emilia Landaluce, Jorge Bustos Antonio Lucas y Rafa Latorre. Dicho jurado, presidido por García Cuartango, ha destacado “la ironía y sensibilidad de un artículo que aborda una lacra social sin caer en sentimentalismos ni consignas”.

Alberto Olmos ha conocido el veredicto del jurado mediante la llamada de Antonio Lucas. “Sigo aturdido, sobre todo por el concepto de dinero gratis”, ha expresado Olmos. Después de escribir varias novelas, el periodista hace hincapié en el mundo del columnismo con su blog y, desde hace 5 años, con la sección Mala fama, que tiene incluida en El Confidencial. 

«Reescribo y reescribo, porque al reescribir es cuando aparecen las mejores frases», confiesa el periodista.

El momento en el que comenzó a redactar la columna ganadora, mayo de 2020, empezó a disminuir el pánico sanitario y el miedo a la crisis económica obtuvo su lugar. “Empiezo a escribir un artículo un jueves y lo envío el lunes. Supongo que trabajo demasiado los textos. El problema es que siempre llego tarde a los temas y no me acuerdo de cuál era el desencadenante del texto”, ha explicado Olmos. 

El periodista ha llevado su forma de ver, hacia lo que él llama “los pijos de izquierdas”, allí es donde quería dirigirse en su columna premiada. 

«Políticamente, estoy en una situación compleja, sigo siendo de izquierdas», aclara Olmos.

“Esta izquierda de postureo que no sé ni cómo llamarla, izquierda de colorín, como dicen algunos, es lo que más me irrita”, señala Olmos. “Cuando me llaman facha, pues qué le vamos a hacer, si te metes con Podemos eres facha. Habrá que ver desde dónde me meto con Podemos”, añade.

Olmos es consciente de la cantidad de veces que le han designado como “facha” debido a sus textos y comentarios. No le importa. Afirma que lee esos comentarios muy de vez en cuando y que ni siquiera se busca en redes sociales.

“A la gente de derechas, maja, le gusta lo que hago, y la gente de izquierdas me detesta y yo la detesto”, explica Olmos a la vez que recalca que no soporta que le hablen de valores: “Que den lecciones morales me pone enfermo”. El cinismo y la hipocresía son aspectos con los que él no puede convivir, de tanto que conoce asegura que sería capaz de escribir sobre ello. 

 

Retrato de Alberto Olmos. Foto: Ignacio Gil

Una novela autobiográfica, sabiendo de lo que escribe
El columnista cuenta cómo al acabar la carrera se encontraba sin trabajo y textualmente: “Sin tener dónde caerme muerto”. En esa época, el escritor vivía en Usera y explica que tomaba café en un bar en el que tenían La Razón, ahí era donde leía a Gistau: “Era fácil empatizar con él. Estaba en ese punto de humor, de desmoralización…”.  

La imagen reflejada en las columnas de Olmos es un Madrid al sur de la M-30, sin mochileros belgas ni ricos que jueguen a ser pobres. “Soy de pueblo, pero Usera se ha convertido en el lugar donde tengo todos mis recuerdos. No sé cómo he llegado a confundir lugares. Ahora que se ha puesto de moda hablar mal de Madrid, yo confieso que me siento muy madrileño”.

«¿Qué se puede hacer para distinguirte? Solo se me ocurre insistir en el estilo».

“En la carrera nos decían eso de salir a averiguar las cosas”, el periodista explica que él no se veía en esa situación. Lo que él ve realmente como un problema es la dificultad para llegar a destacar y conseguir un análisis diferente que todavía no se haya lanzado, todo ello teniendo en cuenta que la sociedad de hoy en día vive actualizada constantemente.

“A mí no me costó mucho empezar a emplear el yo en las columnas… la única respuesta consiste en intentar generar alguna empatía, contar lo inconfesable, sacarte mal”, cuenta Olmos.

Por todas las situaciones que él mismo ha vivido, considera que su publicación, que trata sobre la romantización de la pobreza, también es autobiográfica, aunque aclara: “En este artículo de la pobreza quería distinguir lo que es la mente de pasarlo mal de lo que es jugar a la indigencia”. 

 

 

 

 

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