El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, convocó, a finales de febrero, un acto con las Fuerzas Armadas salvadoreñas en el que les agradecería su colaboración ante la «guerra contra los pandilleros», se ofrecía como «instrumento de Dios» y atacaba a algunos partidos políticos, a los que acusaba de asesinos. Según sus encuestas, un 95% de la población se enorgullece del cambio de gobierno, a pesar de que otros medios nacionales identifiquen su actitud con los períodos de militarización masiva.
Bukele publicó un tuit en el que destacaba que el país llevaba 300 días sin homicidios y hacía una comparación con gobiernos anteriores.
¡Hemos llegado a 300 días sin homicidios!
Para ponerlo en contexto, el gobierno anterior no tuvo un tan solo día sin homicidios, y el anterior a ese, solo tuvo 1.
1 día sin homicidios en 10 años.
Pero gracias a Dios, ahora vivimos en un país diferente.#GuerraContraPandillas pic.twitter.com/hG0JeobO9Y
— Nayib Bukele (@nayibbukele) February 14, 2023
Los prisioneros pandilleros de El Salvador son una de las realidades más preocupantes y complejas del sistema en ese país centroamericano. Las pandillas, como la Mara Salvatrucha y Barrio 18, han sido los máximos protagonistas en su encarcelación masiva.
Su dificultad de retención en cárceles, por el número de ocupantes, ha llevado a Nayib Bukele a trasladar gran número al Centro de Confinamiento del Terrorismo, que tendría capacidad para 40.000 pandilleos, cuya construcción comenzó en marzo y que va a ser la cárcel más grande de América. Incluyendo la violencia y la falta de acceso a servicios básicos como la rehabilitación, los prisioneros se limitan a seguir una doctrina comparada con las pasadas guerras mundiales y realizan trabajos en los propios establecimientos.
Amnistía Internacional indicó que las autoridades han desmantelado las reglas judiciales y han cometido actos de tortura que han causado, al menos, 69 muertes bajo su cargo de detención algo que oculta el Estado.
Algunas organizaciones no gubernamentales y grupos religiosos continúan trabajando para proporcionar servicios y apoyo a los prisioneros, incluyendo asesoramiento, formación laboral y educación. Sin embargo, son conscientes de que hay que seguir trabajando para encontrar soluciones efectivas y sostenibles para el problema de los pandilleros