“Yo siempre vi un sombrero”

- Desmarcar - 11 de febrero de 2019
Álvaro Abellán y José María Alejos durante la charla en el salón de grados de la Universidad Francisco de Vitoria.

Padres UFV organizó el pasado 6 de febrero una charla debate, a cargo de los profesores de la universidad Álvaro Abellán y José María Alejos, sobre El Principito, con motivo del 75º aniversario de su primera publicación.

Ambos profesores no solo se declararon apasionados de la enseñanza, sino también de la obra de la que hablaron. Su conocimiento sobre la materia es tan evidente como profundo, si bien el de Abellán es más inclinado a la propia obra y el de Alejos, al autor y su contexto.

Docentes, padres y alumnos se reunieron en la sala de grados para reflexionar sobre la más famosa obra de Antoine de Saint-Exupéry. El Principito no solo cuenta con reconocimiento mundial, sino que se trata de un pilar en la Universidad Francisco de Vitoria. Su lectura acompaña a los estudiantes de primero en la asignatura de Introducción a los Estudios Universitarios, como parte del plan de formación en Humanidades. Según los ponentes, el propósito de esta decisión es invitar a leer como universitarios, es decir, con espíritu crítico y encontrando enseñanzas aplicables a su vida.

Álvaro Abellán comenzó aclarando qué es El Principito: “un cuento para adultos que pueden leer como niños”. Tal dimensión de la lectura fue la que guio la totalidad de la charla y del debate posterior, al sacar a relucir esas “verdades fundamentales” encontradas al pasar de la superficie a lo más profundo: el amor, el encuentro y la soledad, los ejes en torno a los cuales se articula el libro.

Para José María Alejos, la crisis existencial que el autor atravesaba en el momento de la escritura es necesaria para comprender el despliegue interno que recorre el aviador, profesión siempre presente en las obras de Saint-Exupéry como reflejo de la pasión que sentía por su trabajo de piloto. La Segunda Guerra Mundial le había llevado a Nueva York, lugar al que llegaba totalmente perdido por la lejanía de su gente y el sufrimiento de su Francia natal. Una propuesta editorial de escribir un libro para niños y el apoyo de su mujer Consuelo fueron los motores que dieron vida al que hoy en día se considera uno de los mejores libros de la historia, y para Abellán y Alejos, un libro tan tierno como triste.

La mayor parte de la charla se estructuró a modo de análisis íntimo del arco argumental de los dos personajes principales, el piloto y el principito, pero sin olvidar a otros como la rosa, el zorro o la serpiente. En estos encuentros se observa la constante simbología empleada por el autor y la lista de enseñanzas vitales escondidas en cada breve frase como pozo en el desierto.