La Universidad Francisco de Vitoria (UFV) ha acogido un curso sobre mindfulness, impartido por la psicóloga Carmen Serrat-Valera y organizado por el Departamento de Comunicación y Relaciones Externas. Este, que procede de la meditación iniciada por Buda hace 2.600 años, se traduce, según la psicóloga, como “atención plena” o “consciencia plena”. Por ello, el seminario de cinco sesiones ha sido útil para alumnos y profesores, ya que ha coincidido con el período de preparación y realización de los exámenes de la segunda convocatoria del año.
Según Serrat-Valera, el mindfulness consiste en “mantener una presencia atenta y reflexiva a lo que sucede en el momento actual, siendo capaces de mantener nuestra atención sin juzgar o etiquetar lo que percibimos como bueno o malo”. Aunque esta técnica puede practicarse de manera formal (durante 30-45 minutos cada día), existe una opción informal. Esta consiste en “experimentar las distintas experiencias de la vida prestando atención a nuestros cinco sentidos, por ejemplo al comer”.
Esta forma de meditación tiene muchos beneficios físicos, como “reducir la tensión arterial, mejorar el sistema inmunológico, combatir el insomnio, reducir la obesidad”, etc. Sin embargo, destacan otros de sus frutos, como la potenciación de la creatividad y el desarrollo de la empatía, la compasión, la paciencia, etc. Según Serrat-Valera, en definitiva, el Mindfulness, contribuye a la felicidad y a dar la “mejor versión” de cada uno.
«El ‘mindfulness’ nos ayuda a conocernos mejor y a superar nuestros miedos y debilidades», afirma Serrat-Valera.
A lo largo del seminario, la psicóloga habló sobre las tendencias del pensamiento que impiden a las personas ser felices. “Preocuparnos en lugar de ocuparnos, obsesionarnos con el pasado, anticipar un futuro catastrófico, pensar que el cambio es malo, la búsqueda del placer por encima de todo, compararnos con los demás, etc.”. Estos son algunas de las ideas que animan a “juzgar y etiquetar la realidad”. Para hacerles frente, el mindfulness, a través de la meditación, ayuda a ser conscientes de estos pensamientos y a “observar lo que ocurre con mayor objetividad”.
“No se puede hablar de mindfulness sin hablar de meditación”, asegura la psicóloga. La única diferencia entre estos términos es que el primero “es el que John Kabat-Zinn le dio a la meditación al traerla a la cultura occidental e introducirla al mundo científico”. No obstante, sí existe desemejanza entre el mindfulness y la relajación. Al segundo, se le debe añadir la atención de la mente a lo que se está realizando, de tal manera que se controlan la mente y las emociones.
El mindfulness implica detención y reflexión. Así, al “fomentar una profunda relajación física y mental”, las personas se conocen mejor, por lo que pueden aprender a “superar sus miedos y debilidades emocionales y a resolver mejor sus problemas”. Además, al potenciar la creatividad, se fomenta el pensamiento creativo y, por lo tanto, las emociones positivas (perdón, gratitud, amor incondicional, etc.).
El perdón, esencial para el bienestar físico y mental
Serrat-Valera destaca la necesidad de aprender el valor del perdón, ya que este es una “herramienta indispensable para ser felices y aumentar la calidad de vida”. No obstante, asegura que, aunque se sabe en qué consiste, “nadie enseña realmente a perdonar”. Según la psicóloga, el mindfulness promueve actitudes como la compasión y la aceptación, que son “ingredientes básicos del perdón”. Así, mediante la atención al momento y al estar “libre de juicios”, la meditación favorece la fuga de resentimientos.
“Perdonar mejora nuestras relaciones y fortalece nuestra familia, nos ayuda a crear vínculos significativos con las personas que nos rodean y aumenta el amor, la empatía y la compasión”, comenta Serrat-Valera. Asimismo, la psicóloga afirma que está demostrado que las personas que saben perdonar y pedir perdón son “más sociables”.
El perdón es una manera de crecimiento personal, que favorece los “pensamientos productivos y alegres” que contribuyen a conseguir las metas propuestas. Perdonar significa “abrir la puerta a que otros perdonen”. Por lo tanto, “empodera” a la gente, ya que vuelve a tener el “control sobre su felicidad”.