Durante la espera en la puerta G del Hospital Clínico San Carlos, en Madrid get $1000 loans online, es hora de repasar las preguntas para un hombre que atravesó fronteras y caminos difíciles de andar. Se trata del capellán del hospital, Gaétan Kabasha, quien teniendo una historia increíble para contar, se conforma con una simple pero muy sincera sonrisa como carta de presentación.
El Padre Gaétan Kabasha nació en Ruanda, donde fue testigo del genocidio, motivo por el que se vio obligado a huir para refugiarse en la República Centroafricana. Pertenece a la diócesis de Bangasso y fue ordenado sacerdote el 9 de noviembre de 2003. Trabajó en parroquias de la República Centroafricana, donde realizó una misión diferente a la que atiende ahora.
Actualmente, vive en Madrid y es capellán del Hospital Clínico San Carlos. Además está trabajando en una tesis doctoral de Filosofía y en su obra social llamada AUDE (Asociación Universidad para el Desarrollo) con el objetivo de financiar a estudiantes universitarios africanos.
¿Qué labor tiene como capellán del hospital?
(Comienza entre risas y con un gesto que indica que son muchas). La labor de un capellán en un hospital se puede dividir en dos: consolar y santificar.
Consolar significa que hay que estar al lado del que sufre, acompañar, visitar a los enfermos, hablar con los familiares que a veces están en un momento muy difícil, angustiados y cansados. Es abrazar y entender la situación en la que se encuentran para aliviar un poco y crear un ambiente para quitar la ansiedad. Santificar se refiere a los sacramentos. El sacerdote lleva la comunión a los que la piden, da la unción de los enfermos, bautiza a niños que nacen en peligro de muerte y se encarga de las confesiones para los que quieren confesarse. El capellán está para pacientes, familiares y personal del hospital.
(A mitad de la entrevista, el teléfono interrumpió la conversación; el padre Gaétan cogió la llamada y luego dirigiéndose a mí preguntó: «¿tienes tiempo?». Le llamaban para dar la unción de los enfermos a una paciente y después de «buscarme una bata blanca» me llevó con él. Pude ver como las palabras con las que el cura respondió a la primera pregunta cobraban un sentido que es además de coherente, emocionante y esperanzador.)
Así como Santa Madre Teresa de Calcuta tuvo un «llamado dentro de un llamado» para dedicarse a los enfermos, ¿usted experimentó algo parecido?
Sí, fue algo así. No sé porqué en algún momento sentí que estaba llamado a trabajar con los enfermos. Yo acabé de estudiar aquí en España y volví a África, me ordenaron sacerdote allí. Estuve trabajando como párroco en una parroquia rural y estuve en contacto con mucha pobreza en todo sentido. No hay material, no hay medicamentos, hay niños que están perdidos, aldeanos que viven solos y no tienen qué comer. Me encargaba del desarrollo, había que construir escuelas, poner en marcha una farmacia… Por los estudios volví a España y quise trabajar con los enfermos. ¿Cómo surgió esta vocación? no lo sé, así espontáneamente. Fue curioso porque como sacerdote te envían a cumplir una «misión» pero en mi caso yo la pedí. Al principio dijeron que no y me enviaron a una parroquia. Ese mismo día no me entendí con el párroco y me cambiaron el destino. Eso fue un misterio, no hubo grandes operaciones, simplemente algo no cuajó. Quizás es eso, cuando quieres algo al final se cumple.
¿Qué diferencias hay entre las necesidades de África y las de Europa?
¡Uf, la diferencia es abismal! África tiene en la base una necesidad económica, y cuando no hay economía las consecuencias son más dramáticas. En cuanto a España, puede haber pobreza de otro tipo, digamos que morir de hambre no lo veo. Incluso los que están solos tienen un sustento, aquí hay seguridad social, en África cada uno tiene que costearse los gastos, pagar la consulta, los medicamentos, las cirugías, tratamientos posoperatorios, el ingreso en el hospital y el que no tiene medios económicos no podrá ser atendido. África es un continente, por lo tanto no puedo generalizar, pero sí puedo hablar de ciertos países que conozco, donde la familia es un apoyo muy importante. No se abandona a nadie, ningún anciano está solo, mientras que aquí hay algunos que están solos porque los hijos trabajan lejos o los miembros familiares son menos. En África, las familias son más amplias y su concepto es más grande, pues se mantiene la relación también con la familia extensa: sobrinos, primos y nietos.
¿Cómo piensa que hubiera sido su vida si no hubiera tenido que salir de Ruanda?
¡Es una hipótesis imposible! No lo sé. La historia configura el presente siempre. A lo mejor no hubiera llegado a España.
¿Cómo se mantiene tan positivo y alegre entre tanto sufrimiento?
¿Qué vamos a hacer angustiados? (se ríe fuertemente) ¡Estamos salvados por Cristo! Yo no entiendo a un cristiano angustiado. La alegría tiene que ser el exponente de una vida llena de Cristo, tiene que ser esa chispa que brota de una vida de fe. La alegría es una muestra de esperanza. Incluso en un hospital que es como una aldea completa donde encuentras de todo. He pasado por tantas desgracias que he superado ya esa ansiedad de desesperación. Lo que veo ahora no tiene nada que ver con lo que vi en el pasado y que he conseguido superar y eso es como el propósito de mi vida. Aquí estoy, contando sobre el genocidio de Ruanda, la vida en un campo de refugiados… y si no he caído dentro de eso que es mucho más grave, entonces ¿por qué caería al ver a alguien sufrir o morir? si ya he visto miles de muertos y millones de personas sufriendo.
¿Cómo fue ese pasado duro que le tocó vivir?
Fui testigo del genocidio en Ruanda, viví como refugiado, tuve que cruzar países para llegar a la República Centroafricana, viví muchos años sin documentos y sin saber de mi familia. Acabé con el exilio después de 19 años y volví a mi país a ver a mis padres. Lo más duro fue el conjunto; no ver a mi familia y adaptarte a las circunstancias. ¿Por qué yo no puedo ver a mi familia?, era lo que pensaba. Cuando me ordene sacerdote no estuvo mi familia y eso me costó mucho.
¿En algún momento se enojó con Dios por todas las pruebas que tuvo que vivir?
No, realmente no, no pasé por eso. En mi caso sucedió lo contrario, llegué a entender que mi historia tenía que ver con el sacerdocio. Es decir, que Dios permitió de alguna manera desde su infinita bondad y misterio que pasara por ese mundo que es desconocido. Porque no han sido muchos los sacerdotes que han vivido dentro de un campo de refugiados, que han tenido que sobrevivir pasando de pueblo en pueblo, que han tenido que haber pasado de frontera en frontera o incluso haber pasado casi por la cárcel y vivir como exiliados. Esto es parte de mi patrimonio y se repercute seguramente en mi vida sacerdotal, lo quiera o no. Mi vocación tuvo que pasar por ahí para ser quien soy ahora. Cuando vives la historia dentro de la historia no tienes tiempo de interpretar. Es hasta después cuando entiendes el sentido de esa historia; yo lo que vi fue la mano de Dios.
Si tuviera en sus manos un micrófono con el que todo el mundo pudiera escucharlo, ¿qué diría?
Estar alegres (se ríe). Eso supone que todo el mundo esté alegre. Al final, la gente está angustiada porque hay causas, es un sistema que hemos fabricado. Hagamos que el mundo sea un mundo mejor, donde la gente viva sin angustias ni dolor.
La preocupación del padre Kabasha es elevar el nivel cultural y espiritual de África, por lo que ha fundado en España una obra llamada AUDE (Asociación Universidad para el Desarrollo) con el objetivo de financiar a estudiantes universitarios africanos.
¿Cuándo y cómo empezó el proyecto de AUDE?
Estuve en África intentando trabajar en el desarrollo, pero no es un problema de dinero o de proyectos. La base de todo son los recursos humanos. Tenía ideas para mis proyectos y a veces llegaban medios, pero me faltaban recursos humanos. El problema es la educación. El desarrollo debería tener como base la educación, el mundo es un pueblo donde manda el más fuerte. Se exige un nivel intelectual alto, por lo que no basta con una educación básica, necesitamos formación universitaria. Con esta necesidad nace el proyecto.