Los duelos físicos y el contacto entre rivales siempre han formado parte del fútbol, desde que los ingleses lo registraron como deporte oficial en 1863. Aunque su práctica no es considerada de riesgo, algunos lances del juego pueden resultar hirientes. Ahora, los propios futbolistas y varios estudios informan de un nuevo peligro: golpear el balón con la cabeza.
Una acción tan habitual como esta, en principio, no parece un problema. Sin embargo, al producirse de forma frecuente se pueden generar derrames, dolores y conmociones cerebrales. El último en alertar de esta situación ha sido el jugador del Manchester United, Raphael Varane. El defensa galo reconoció haber sufrido estas consecuencias a lo largo de su carrera, lo que repercutió en su salud y rendimiento sobre el césped. “Si repasamos tres de mis peores partidos, hay al menos dos en los que había tenido una conmoción cerebral días antes”, explica Varane.
Una de las experiencias negativas que menciona fue en los cuartos de final del Mundial de 2014, frente a Alemania. Aquellos 90 minutos de bajo nivel fueron las secuelas de un fuerte golpe que recibió en la cabeza anteriormente contra Nigeria. “Sentía fatiga ocular, si alguien me hubiera hablado en ese momento no sé si hubiera podido responder, estaba disminuido”, recuerda Varane.
«Sentía fatiga ocular, si alguien me hubiera hablado en ese momento no sé si hubiera podido responder, estaba disminuido», afirma Varane.
Su otra mala actuación la vivió con la camiseta del Real Madrid en el año 2020. Ante el Manchester City cometió dos errores individuales que le costaron a su equipo el pase a la siguiente ronda de la Champions League. La semana anterior fue sustituido a causa de un balonazo en la cara, incidente que le pasó factura más tarde. “En las fechas previas al City todavía arrastraba un gran cansancio ligado al shock, no tenía energía. Y en el partido no podía concentrarme, quería darme una bofetada”, asegura el exmadridista.
En la actualidad, tras varios análisis médicos, el central francés se ha percatado del origen de aquellos episodios. “Me di cuenta de que estos fallos insólitos no habían caído del cielo”, asiente. El Manchester United, club al que pertenece Varane en estos momentos, recomienda a sus futbolistas no realizar más de 10 cabezazos por entrenamiento, un consejo que traslada él mismo a su hijo de siete años. “Reconocer una conmoción cerebral y tratarla bien es un verdadero desafío. Es un problema de salud real, incluso puede ser vital”, señala el jugador.
«Reconocer una conmoción cerebral y tratarla bien es un verdadero desafío. Es un problema de salud real, incluso puede ser vital», subraya el deportista.
Los especialistas avisan del peligro
Cada vez son más las investigaciones activas acerca de este tema. Los expertos han encontrado un vínculo entre este tipo de remates y un descenso en las capacidades cerebrales. A largo plazo, si los impactos son muy repetitivos, puede derivar en una encefalopatía traumática crónica (ETC). Las reacciones impulsivas, depresión o incluso la pérdida de memoria son algunos de los efectos más comunes de este trastorno.
Un estudio publicado en 2019 por la Universidad de Glasgow afirmó que los futbolistas profesionales tienen cinco veces más riesgo de desarrollar alzhéimer que la población general. Asimismo, destacaron que, para estos, la probabilidad de morir a causa de una enfermedad neurodegenerativa es el triple que en el resto de los humanos.
Cuando este golpeo con la cabeza es reiterativo, los atletas obtienen peores resultados en pruebas de coordinación visual y cognición en comparación con quienes solo chutan. La revista JAMA Ophthalmology detalla que 10 impactos de este tipo son suficientes para que las capacidades cerebrales se vean mermadas.
Los deportistas que ya han vivido una conmoción son más vulnerables a experimentar de nuevo esta lesión en el futuro. El especialista en neurología y responsable de las Unidades de Epilepsia y Demencia en el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, Manuel Domínguez, aclara que “el tejido que ya ha sufrido es más frágil, por lo que es más proclive a que vuelva a suceder”.
«El tejido que ya ha sufrido es más frágil, por lo que es más proclive a que vuelva a suceder», recalca un neurólogo.
El fútbol, aunque es una fuente de diversión en los más pequeños, también tiene algunos inconvenientes para ellos. En los años de la adolescencia, el cerebro está en constante cambio y es muy sensible. La región que absorbe el impacto de la pelota es la encargada del control de los impulsos y la planificación consciente, lo que puede originar futuras patologías. Se ha detectado que el nivel alto de cabeceo está asociado con una disminución en el rendimiento del aprendizaje verbal. “Si el cerebro no se ha calcificado, se ocasiona un gran daño. Hay que tener además cuidado con el cuello, el latigazo cervical”, añade el neurólogo.
«Si el cerebro no se ha calcificado, se ocasiona un gran daño. Hay que tener además cuidado con el cuello, el latigazo cervical», menciona Domínguez.
Cada vez, más casos detectados
Las declaraciones de Raphael Varane no han sido las únicas en dar la voz de alarma respecto a esta cuestión. Scott Vermillion, exjugador de los Kansas City Wizards, fue diagnosticado de ETC y falleció a los 44 años. Se constató que la enfermedad surgió a causa de los repetidos golpes en la cabeza. “Nos ha mostrado que los futbolistas enfrentan el peligro de tener encefalopatía traumática crónica”, advirtió la directora del Centro ETC de la Universidad de Boston, Ann Mckee. Lo mismo le sucedió a Jeff Astle, exdelantero del West Bromwich Albion, quien también perdió la vida.
Otros deportistas como Jan Vertonghen, antiguo central del Tottenham, o Loris Karius, exportero del Liverpool, han lidiado recientemente con este problema. En la final de la Champions League de 2018, el guardameta tuvo dos fallos impropios que hicieron perder a su equipo. Posteriormente, los médicos comprobaron que todo surgió a raíz de un codazo que recibió en el rostro.
A medida que se han publicado informaciones sobre este asunto, organismos como la UEFA han solicitado nuevos estudios con el fin de indagar en profundidad y regular ciertas normas. Desde 2021, las sustituciones que se producen con motivo de una conmoción cerebral no computan entre los cinco cambios permitidos.
En Inglaterra, se ha prohibido que los menores de 12 años rematen de cabeza en los entrenamientos. Asimismo, clubes como el Ajax han impuesto balones de gomaespuma en las categorías infantiles. “Yo creo que a los niños no hay que dejarles cabecear, también se puede disfrutar usando el pie”, sugiere el exjugador inglés Geoff Hurst.