La dirección de la banda terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna) ha planteado entre sus integrantes una votación para disolver definitivamente la organización criminal. El comunicado del grupo, al que ha tenido acceso el medio vasco Gara, habla de que la desaparición de ETA es lo más beneficioso para los intereses y objetivos del grupo en el ámbito político.
«Hay que fortalecer el proceso político en todos los ámbitos, y en este contexto nuestra decisión supone un elemento necesario para generar nuevas situaciones (…) Nos corresponde cerrar el tiempo del conflicto armado y las situaciones relacionadas, para ofrecer todas nuestras fuerzas a potenciar el proceso político», declaraba la banda en el documento.
ETA: «No es el momento de irse a casa».
El grupo terrorista asegura que «los tiempos han cambiado» y que la lucha armada ha dejado de ser un método eficaz para lograr su objetivo principal, la independencia del País Vasco. «No se opta entre organización o precipicio. Hace mucho ya que el proyecto de la organización no es solo de ETA. Además, el movimiento político que denominamos izquierda abertzale ha demostrado suficiente madurez y capacidad de lucha. Resulta mucho más eficaz para materializar el reto al que nos enfrentamos hoy en día», señala el texto.
Según Gara, el proceso de desaparición de ETA se basa en tres documentos que fueron escritos en abril de 2017. El primero tiene como función contextualizar la historia de la banda terrorista. El segundo resume el carácter decadente que ha tenido la organización desde 2009. En el tercero se encuentra el escrutinio, en el que solo se puede votar sí, no o en blanco. Los dirigentes de ETA buscan de este modo, ser rotundos y claros con el resultado. La organización terrorista asegura que el resultado de la votación será público.
Destino irreversible
La banda terrorista rechaza convertirse en una «organización convencional», ya que eso implicaría «reinventar todo lo demás: estrategia, funciones políticas concretas y medios de lucha e influencia». ETA también rehúsa ser una «organización civil», ya que consideran que podrían ser un obstáculo para sus objetivos finales. «Al objeto de mantener algún tipo de autoridad moral, las amplias mayorías a conseguir, si son ciertamente amplias, no lo entenderían», aseguran desde la organización criminal.
Pese a que ETA esté destinada a un fin a corto plazo, los miembros de la banda aseguran que «no es el momento de irse a casa». «Huelga decir que aquellos y aquellas que han sido militantes de ETA tendrán que actuar también en el futuro con la responsabilidad que corresponde a tal condición, manteniendo la honestidad, coherencia y responsabilidad necesarias para el proceso de liberación, y asumiendo el deber de mantener la cohesión interna en la izquierda abertzale«.
La decadencia de ETA
Para comprender el fin de ETA hay que remontarse hasta el 16 de septiembre de 1998. Aquel día, la banda terrorista alcanzaba un acuerdo de «alto el fuego» con el PNV (Partido Nacionalista Vasco) y con EA (Eusko Alkartasuna) que duraría dos años. La organización criminal aprovechó esta tregua para hacer una reorganización interna, debido a la inestabilidad que arrastraba desde la captura de la cúpula de Bidart en el año 1992.
En enero del año 2000, ETA puso punto y final al alto el fuego y asesinó, 19 meses después de su último atentado, al teniente coronel de Intendencia Pedro Antonio Blanco García. ETA comenzaba así una de las ofensivas más sangrientas de su historia. La banda criminal tuvo un balance de 38 asesinatos y 129 heridos en el bienio 2000-2001. Pese a los logros de la banda terrorista, la ofensiva que ETA tomó durante los dos siguientes años salió «cara», como bien dice en un informe de autocrítica interceptado por la Policía francesa. En total, 340 etarras fueron detenidos en ese periodo, entre ellos Iñaki Gracia Arregi, alias Iñaki de Rentería, jefe del sistema de logística de la organización y responsable, junto con Mikel Antza, de estabilizar ETA tras la «crisis de Bidart»; y Francisco Javier García Gatzelu, alias Txapote, líder del aparato militar.
Todos los líderes que sucedieron a Iñaki de Rentería y Txapote, en sus respectivos puestos, fueron detenidos al poco tiempo de alcanzar dichas posiciones (a excepción de Txeroki, que estuvo desde el 2004 hasta 2008 al frente del aparato militar). Este hecho agravó, aún más, la situación de ETA.
Pero si hubo un año en que ETA se debilitó más, ese fue 2004. La banda criminal atravesaba por una etapa de conflictos internos que parecían no estar destinados a solucionarse. Gran parte de los integrantes del sistema militar se sentían insatisfechos con la poca cantidad de atentados que la banda ejecutaba. El aparato logístico vivió su peor año en la historia de ETA. 611 armas y 2480 kilos de explosivos fueron incautados por los cuerpos de Policía franceses y españoles. Además, el jefe del sistema político y el último hombre con experiencia dentro de la organización, Mikel Antza, fue detenido el 3 de octubre de 2004. Su encarcelamiento significó la caída del sistema político de ETA.
Este periodo de inestabilidad llegó como consecuencia de las constantes presiones que ejercían las operaciones conjuntas de la Guardia Civil y la RG (Renseignements Généraux) —ahora DGSI (Direction Générale de la Sécurité Intérieur)— y las investigaciones del Cuerpo Nacional de Policía y la Policía Judicial francesa. A las presiones policiales hay que sumar las acciones políticas tomadas por el Estado, como la prohibición del partido político vinculado a ETA, HB (Herri Batasuna), y el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo.
En 2006 el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero anunció el inicio de las conversaciones con ETA. Meses después, ETA atentó en la T-4 del aeropuerto de Barajas, Madrid, hecho que derivó en el fin del diálogo. Dos años después, el líder del aparato militar y uno de los partícipes del atentado de la T-4, Mikel Garikoitz Aspiazu, alias Txeroki, es detenido.
Cuatro años y 11 asesinatos después del atentado del aeropuerto de Barajas, la banda terrorista cometió su último crimen. El 17 marzo de 2010, la organización criminal mató a un gendarme francés en un tiroteo. Año y medio después, concretamente el 20 de octubre de 2011, ETA hizo oficial el cese definitivo de la violencia.
El 22 de agosto de 2015, la organización criminal recibió el golpe definitivo. Los máximos responsables de la organización, Iratxe Sorzabal y David Plá, fueron detenidos en una operación conjunta de la Guardia Civil y la DGST en Francia. Estos arrestos supusieron la caída definitiva de la cúpula.
En 2017, la organización criminal escribió un comunicado en el que aseguraba que iba a entregar las armas el 8 de abril de ese mismo año. Semanas después, la dirección de ETA redactó los documentos en los que se encuentran la votación para la disolución definitiva de la banda.
ETA pondrá punto y final a su existencia como organización este verano, pero la banda terrorista quedará para siempre en la memoria de la historia de España y en los recuerdos de todas las víctimas del terrorismo.