Hungría se ha convertido en una de las voces discordantes en la Unión Europea (UE), especialmente en lo referente a asuntos que afectan a Rusia. Desde el inicio de la invasión a Ucrania, la UE ha adoptado 10 paquetes de sanciones contra intereses rusos. Para que estas medidas sean tomadas, según establecen los tratados fundacionales de la Unión, el Consejo Europeo debe llegar a acuerdos por unanimidad. Es decir, 27 respuestas a favor. En este contexto, el Gobierno húngaro tiende a oponerse a los acuerdos del resto de miembros.
Para que la Unión Europea pueda tomar alguna decisión en materia de política exterior y seguridad, las decisiones deben se adoptadas de forma unánime. Es por eso que Hungría tiene el conocido como «poder de veto» para paralizar medidas que no concuerden con sus intereses. Este poder lo tienen todos los miembros, pero es precisamente el país gobernado por Viktor Orbán el que lo utiliza más a menudo.
Momentos en los que Hungría ha estado en contra
La tendencia que ha seguido el Gobierno de Orbán desde el inicio de la invasión se ha dirigido siempre a limitar las medidas que fueran contra los intereses de Rusia. Por ejemplo, en las elecciones al Parlamento húngaro de abril de 2022, el partido Fidesz (al que pertenece el actual primer ministro) defendió no envíar armas a Ucrania. Ese posicionamiento era contrario al del resto de países miembros, a la vez que beneficiaba el avance de las tropas rusas.
La posición en cuanto al envío de material bélico se ha mantenido durante todo este tiempo. En las últimas semanas, Hungría también ha criticado que se manden tanques. Según el ministro de la gobernación, Gergely Gulyás: «No sabemos si esta estrategia no es peligrosa desde el punto de vista de que podría involucrar a Europa en la guerra».
Sin embargo, el de las armas no ha sido el único punto conflictivo. En marzo de 2022, Putin implantó la obligación de pagar las importaciones de gas en rublos, moneda nacional rusa. Este cambio sentó mal en toda la UE. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, calificó de «chantaje inaceptable» esta medida. En cambio, Hungría optó por desmarcarse y adaptarse al cambio. Según las declaraciones que su ministro de Exteriores, Péter Szijjártó, hizo entonces, el 85% del suministro de gas llega al país desde Rusia.
Los acercamientos de Hungría a países con relaciones tensas con la UE no acaban en Rusia. El pasado 27 de marzo, el Parlamento de Hugría ratificó la adhesión de Finlandia en la OTAN. Sin embargo, rechazó hacer lo mismo con Suecia. La acción se observa como un gesto de apoyo a Turquía. El país gobernado por Recep Tayyip Erdoğan mantiene una posición similar debido al apoyo de Suecia a los refugiados kurdos que salen de Turquía.
Orbán y Rusia
Hay dos factores principales que explican que Hungría sea el único país europeo que mantiene relaciones amistosas con Rusia después de la invasión. En primer lugar, la alta dependencia energética que tienen los húngaros. Este aspecto hace que el Gobierno de Orbán se mantenga cercano a Rusia para garantizar estabilidad económica.
En segundo lugar, la tensa relación con Kiev posiciona al Gobierno de Orbán como un aliado indirecto de Putin en el asunto de la guerra. Durante la campaña para las elecciones generales de abril de 2022, este fue uno de los temas centrales. En este contexto, Orbán acusó a Zelenski de ser un «enemigo que apoya a la izquierda húngara». Putin terminó felicitando al primer ministro húngaro por su victoria en las elecciones (que ganó con un 54,10% de los votos).
Viktor Orbán es visto desde Occidente como un líder euroescéptico, ultraconsevador y nacionalista. En cambio, sus seguidores lo califican como defensor de los «verdaderos países europeos»: cristianismo, gobierno para las masas y defensa del Estado.