La fecundidad en España alcanzó en 2023 un mínimo histórico, con una estimación de 1,12 hijos por mujer, una cifra que expuso la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) y que fue confirmada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta sería ligeramente inferior al registro más bajo anterior, de 1998, cuando el índice fue de 1,13 hijos por mujer.
España se une al grupo de países de la Unión Europea que en 2023 han visto cómo sus índices sintéticos de fecundidad (ISF) han alcanzado mínimos históricos. Sin embargo, el territorio español destacó dentro de este conjunto por tener una de las cifras más bajas, que se sitúa por debajo de otros países como Austria (1,23), Bélgica (1,47) o los Países Bajos (1,43). Desde hace décadas, ningún país de la UE alcanza un nivel de fecundidad suficiente para garantizar el reemplazo generacional. Entre los países con los índices más elevados en 2023 se encuentran Bulgaria (1,81) y Francia (1,68).
No obstante, según una proyección de población publicada por el INE, la cifra de nacimientos comenzaría a subir ligeramente en 2024 y seguiría aumentando hasta 2042. Entre 2024 y 2038, se espera el nacimiento de unos 5,5 millones de niños, lo que supone un 8,7% menos que en los 15 años anteriores.
Este descenso de la natalidad es notable en las guarderías y escuelas infantiles (de 0 a 3 años), donde la falta de demanda es un problema. En Cataluña, un 44% de las plazas de las guarderías privadas están vacías, y en Andalucía hay varias zonas afectadas: Sevilla, donde el proceso de inscripción en escuelas infantiles se inicia con un 28% de huecos libres, centros al 50% de capacidad y otros cerrados; o Málaga, donde las vacantes se elevan al 30%.
Motivos del descenso
No es algo nuevo que en España haya un nivel de natalidad bajo, dado que ya se viene notando desde hace años. Lo que va cambiando son los motivos de las personas para no querer tener hijos. El factor económico, la inestabilidad laboral o la dificultad de tener una vivienda son algunos de los problemas que frenan a las familias para tener descendencia. Marina E. Fernández Barragán, psicóloga sanitaria, explica a Mirada 21 cómo la llegada de hijos, en algunos casos en etapas tardías, cambia las estructuras familiares, sus implicaciones emocionales y sociales.
Para Marina E. Fernández, es importante empezar dando un contexto de las familias de hoy en día, que cada vez está «más alejada la idea tradicional de padre trabajador, madre ama de casa y varios hijos». Antes, el objetivo era formar una familia con hijos, sin embargo, «ahora no se concibe que formar una familia pase únicamente por tener hijos pudiendo ser solo una pareja», comenta la experta. Fernández también aclara que ahora se atrasa el tener hijos porque «se dedican antes a vivir la vida, a disfrutar de la juventud y a construir un futuro que en su momento, en el caso de que uno quiera formar una familia con hijos, ya les permite hacerlo».
Dos madres han compartido su testimonio sobre la experiencia de la maternidad. Una de ellas, que tiene 34 años y su hijo acaba de cumplir un mes, dice que «nunca hay un buen momento para tener un hijo, a nivel laboral sobre todo», pero sabía que quería tener hijos a lo largo de su vida. La otra madre, que ya tiene un hijo de cuatro años, explica que ella ha tenido «una vocación de ser madre desde muy pequeñita» y ahora, con 36 años, está embarazada de siete meses de su segundo.
La estabilidad como elemento sustancial
En cuanto a la estabilidad económica, según datos del INE, un 77,3% de la población expone como principal razón por la que tienen pocos hijos la falta de medios económicos. Según «Save de Children», el coste medio de la crianza en 2022 era de 672 euros al mes.
Las dos madres están de acuerdo y recalcan la importancia de formar una familia «cuando tengas un soporte económico adecuado». Una de ellas cuenta que tuvo «que priorizar y, para mí, formar una familia era prioridad». Por eso, renunció a su vocación inicial para poder buscar algo «más estable» al igual que se renuncia «a grandes viajes o a la vida consumista de marcas».
«Tuve que priorizar y, para mí, formar una familia era prioridad», afirma una madre
La estabilidad personal es otro de los factores. Las personas «dedican gran parte de su vida a su desarrollo profesional y personal», explica Fernández, y por ello «cuesta incluir a los hijos en esta dinámica que ya está establecida». Ahora, los hijos se tienen más tarde que hace unos años, y esto provoca que las familias no tengan más de un hijo.
Marina E. Fernández también ha expuesto que ahora «debido a la menor duración de las parejas también hay menos tiempo para tener hijos», lo que explicaría otra de las razones del descenso de natalidad. Sin embargo, para ella, las aportaciones que le puede ofrecer a un hijo un padre joven frente a uno mayor «no son mejores ni peores, pues tiene sus pros y sus contras y, al final, lo importante es cómo se maneja ese momento de la vida, cómo se educa y cómo se establecen las relaciones».