El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado la orden al Departamento de Defensa de retirar a los, aproximadamente, 2.000 soldados del Ejército de Tierra establecidos en Siria. La idea del mandatario es que Arabia Saudí y otros estados árabes envíen sus propias tropas para resolver la guerra.
Según ha informado el diario The Washington Post, Donald Trump estaría dispuesto a que un pequeño remanente de soldados de mayor rango permaneciese en el territorio antes de retirarse, para entrenar a las tropas de las fuerzas aliadas. La idea del presidente es que Arabia Saudí, con la que EE.UU. ha mejorado sus relaciones desde que Trump llegó a la Casa Blanca, y otros estados árabes envíen sus propios militares al territorio sirio.
«El Estado Islámico está casi totalmente destruido», anunció la Casa Blanca en un comunicado.
El director nacional de Inteligencia, Dan Coats, confirmó la veracidad de la información la mañana del miércoles cuando, ante las preguntas de la prensa, afirmó que el presidente «ya ha tomado una decisión al respecto».
Tras revelarse la noticia, la Casa Blanca respondió con un comunicado de prensa que declara que «el Estado Islámico está casi completamente destruido» y que, a partir de ahora, Washington «continuará las consultas» con sus «aliados y amigos», con respecto a los «planes futuros para Siria».
Asimismo, Donald Trump ha asegurado que la presencia de Estados Unidos en Siria no se extenderá más allá de la victoria contra los yihadistas. Esta afirmación podría suponer un revés para los principales aliados de Washington en el conflicto sirio, las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), cuyo objetivo es derrocar al presidente Bashar Al Assad. De hecho, uno de los miembros de la delegación de la principal agrupación opositora siria, Hadi al Bahra, en su visita a Washington en enero, aseguró que habían recibido «garantías» del Gobierno estadounidense de que solo contemplaba «una transición» política como solución duradera al conflicto que azota al país desde 2011.
«Estamos machacando al Estado Islámico», aseguró Trump.
Sin embargo, en los últimos meses, el Pentágono ha insistido en que su único objetivo en Siria es la derrota del ISIS (Estado Islámico), por lo que da a entender que la salida de Bashar Al Assad no es un tema que siga interesando a la Casa Blanca.
«Estamos machacando al Estado Islámico. Estaremos saliendo de Siria muy pronto (…) Estamos allí por una razón: encontrar al ISIS, acabar con el ISIS e irnos a casa», aseguró Trump la semana pasada durante un discurso en Richfield, a las afueras de Cleveland (Ohio). El presidente se quejó de que EE.UU. había gastado más de 7.000 millones de dólares en Oriente Medio en los últimos años para conseguir «nada más que muerte y destrucción».
No obstante, al mismo tiempo que Donald Trump hacía estas declaraciones, el jefe del Mando Central responsable de las operaciones de las Fuerzas Armadas en Oriente Medio (CENTCOM), el general Joseph L. Votel, aseguró que lo más difícil en Siria «todavía está por llegar».
En todo caso, Washington ha asegurado en un comunicado que «consultará» con sus aliados cualquier decisión referente a «futuros planes» y que, tanto EE.UU. como sus aliados siguen «comprometidos» con la lucha contra la presencia de terroristas del ISIS en Siria.
Estados Unidos tiene desplegados a alrededor de 2.000 militares en Siria, donde lucha junto a una coalición internacional conformada por más de 60 países en el marco de la operación Inherent Resolve (Apoyo Decidido), que cuenta con la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.