“Términos como discapacitado o minusválido deberían estar prohibidos»

- Desmarcar - 29 de noviembre de 2017
El Langui interpretando su papel de consultor de buen rollo, detrás de su placa identificatoria.
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Juan Manuel Montilla, alias El Langui, ejerce de consultor de buen rollo en el nuevo cortometraje de Fundación Adecco sobre la inclusión sociolaboral de las personas con discapacidad.

Con expresiones coloquiales, rodeado de presuntas pequeñas salchichitas y filetes ruseados (apodos de la casa -según presume el entrevistado-), Juan Manuel Montilla, ya un auténtico influencer tanto entre las personas con discapacidad como sin ella, se desenvuelve con soltura y desenfado para hablar de prejuicios e inclusión laboral, sin perder en ningún momento el toque gamberro que le define.

¿Qué pretende conseguir esta campaña?
Intentar integrar a las personas con movilidad redu­cida, diversidad funcional, discapacidad o como quieras llamarlo en el ámbito laboral. Somos uno más y pretendemos hacer ver la cantidad de prejui­cios que hay cuando en una oficina aparece una persona con discapacidad, prejuicios que no ha­cen más que cargar de mucho más peso nuestro día a día.

Nosotros ya lo tenemos superado, son ellos los que pare­cen no ser capaces de aceptar -como normal- traba­jar con una persona con diversidad funcional. En lugar de pensar que les puede complementar, lo pri­mero que a muchos les viene a la cabeza es que ten­drán el doble de trabajo que hacer.

«Ver cómo tu compañero se despierta dos ho­ras antes, para hacer cosas tan simples como ponerse un calcetín o darse una du­cha, te marca».

¿En qué sentido puede beneficiar a un trabajador sin discapacidad trabajar con una persona con diversidad funcional?
Depende de la discapacidad, pero además de que su trabajo te complementa, y no perjudica -como algunos llegan a pensar- ver de primera mano el esfuerzo que tu

compa­ñero pone por superarse día a día, ayuda.

Cada uno tiene sus mañas para salir adelante, pero ver cómo tu compañero, que llega a la oficina a la misma hora que tú, se tiene que despertar dos ho­ras antes, viviendo más cerca, para hacer cosas tan simples como ponerse un calcetín o darse una du­cha, la verdad es que te marca. Te ayuda a ver la vida de forma diferente y también a quejarte menos. Cono­cer a un compañero que pone el 200% en su tra­bajo, para hacerlo bien y salir adelante, te motiva a esforzarte más.

El enfoque del corto es duro pero cómico

La situación que aparece en el spot puede parecer radical, ¿Realmente existe este tipo de exclusión en las empresas?
Sí, y la realidad supera siempre a la ficción. Al hacer esto no quieres pecar de sobreactuación ni poner situacio­nes límite, pero cuando tú lo vives y cono­ces un montón de casos, te encuentras con situacio­nes que ni a mí en un guion se me habría ocu­rrido poner.

Pero sí, así de absurda es la gente con prejuicios. Que no nos extrañen las reacciones del corto, porque las hay peores. Gente que te aparta la mirada cuando te diriges a ellos, como si fueras invisible; gente que se ríe de ti y no contigo, a la descui como digo en el vídeo. Estas personas solo buscan hacer daño.

¿Cuál sería la función de un consultor de buen rollo?

Es el mediador, el encargado de poner un poco de sensa­tez y coherencia a las situaciones dispares que vi­ven en la empresa las personas con discapacidad. El consultor de buen rollo sería el encargado de ha­cer del entorno de trabajo uno mucho más amiga­ble.

¿Debería existir un puesto así en las empresas?
Hombre, nadie debería esperar a que Fundación Adecco llegue con su campaña y arregle

El Langui en el set de rodaje de su nuevo corto sobre la integración laboral.

los proble­mas de golpe, cada empresa debería tener su propio consul­tor o alguien encargado de la inclusión labo­ral de las personas con discapacidad.

La persona con discapacidad que ha nacido con ella lo suele tener más que asumido, pero no es necesa­rio meter el dedo en la llaga. Hay gente que no en­tiende que es posible reírse con ellos y no de ellos, de cada chiste que tu hagas sobre su discapacidad, sin maldad, él ha podido hacer ya 700. Esto es algo que hay que normalizar.

Al margen de la discriminación, el corto también pide adaptación, ¿qué cambios básicos deberían adoptar las empre­sas?
Tenerlo todo adaptado para que cualquier persona pueda trabajar de manera autosuficiente y valerse por sí misma, sin necesitar la ayuda de nadie. Ya no solo por desempeñar su trabajo correctamente, uno puede ser un máquina en su trabajo y pasarse el día sentado frente al ordenador, pero -para ello- este debe poder llegar a la empresa, aparcar, acceder a su puesto de trabajo, sentarse e ir al baño sin pro­blema.

«Las adaptaciones que pedimos son mínimas y pueden hacer nuestra vida más llevadera».

El poder acceder a cualquier sitio sin ayuda, permite a uno que el día que tenga un mal día y no le ape­tezca ir por ahí molestando a nadie por algo tan simple como querer un café, pueda acceder por sí mismo a la máquina expende­dora y no quedarse debajo esperando por­que la

máquina es muy alta y él va en silla de ruedas.

Hay quien puede pensar que cuando pedimos cam­bios hablamos de adaptaciones de gran enverga­dura, pero lo cierto es que son mínimas y pueden ha­cer nuestra vida más llevadera.

Un referente para las personas con discapacidad

Usted hablaba de la discriminación tras la pala­bra discapacidad, ¿qué prejuicios hay detrás de di­cho calificativo?
A mí la verdad es que me da igual, no me importa cómo nos llamen, es solo un término. Cuando he ido a conferencias o he salido hablando en la tele, he podido decir una palabra como discapacitado o minusválido y demás, sin pensarlo, y ha sido la gente la que se ha ofendido.

La cosa es que yo tengo ya tan superada mi parálisis cerebral, que no hago caso a los calificativos que la gente da a la movida que tengo.

«Términos como ‘discapacitado’ o el ya superado minusválido’ son adjetivos que deberían estar prohibidos».

Sin embargo, sí te das cuenta de que hay que cuidarlo. Hay gente que todavía no tiene superada su movida, por ello debería darse a la población términos adecuados, que no sienten mal a nadie. Términos cómo discapacitado o el ya superado minusválido son adjetivos que deberían estar prohibidos y ser sustituidos por otros

como personas con diversidad funcional, tarde o temprano, lo conseguiremos.

A pesar de esto, los organismos que defienden los derechos de su colectivo obligan a utilizar el término «personas con discapacidad» al resto de empresas para dirigirse ustedes, ¿existe una falta de comprensión o coherencia por su parte?
Todas estas instituciones que dicen arropar y luchar a favor de la persona con diversidad funcional, pero luego, no solo obligan a las empresas a utilizar el término «persona con discapacidad», sino que también nos lo imponen a nosotros cuando trabajamos con ellos, son unos hipócritas, podría añadir de mierda, pero no voy a rebajarme a su nivel.

El problema, los prejuicios y los intereses los tienen ellos, que suelen ser personas sin ninguna discapacidad que se creen por encima de nuestro sector.

Del bullying al mobbing

El año pasado protagonizó la campaña contra el bullying #SeBuscanValientes, ¿cree que el ahora conocido como mobbing (retratado también en el vídeo) debería ser igualmente denunciado, o plantearía otra solución?
Claro que el mobbing debe ser denunciado, no más que en el caso de los pequeños, porque son adultos, pero sí creo que debería ser sancionado con multas.

La campaña inicial se hizo pensando en niños y adolescentes, pero también puede servir para adultos. El mobbing laboral no es el único abuso que sufren los mayores, en las puertas de los colegios, los partidos de futbol, el parque…

A veces, no somos conscientes de esa manía que tenemos de ir siempre a por el más débil para evitar que los demás vayan a por nosotros. Siempre y cuando los vaciles vayan contra otros, yo estaré bien.

Por eso, creo que el mensaje de ambas campañas, el de valientes y el de ahora, puede aplicarse a adultos, jóvenes, niños y adolescentes.

Fundó una organización sociocultural para niños bajo el nombre A mí no me digas que no se puede hacer, y los mensajes de motivación y superación han marcado siempre la letra de sus canciones, ¿podría establecer alguna conexión entre estos mensajes y la intención de la campaña?
A mí no me digas que no se puede hacer es un gran lema que lo acoge todo. En las empresas, oficinas o en las paralimpiadas, por ejemplo, hay gente que ha conseguido sin piernas ni brazos batir récords que otros con todas las extremidades ni han rozado.

Entonces, el mensaje va para ese chaval que me está llorando, que se ha quedado sin una pierna o un brazo. A mí no me digas qué no se puede hacer, porque gente, con menos, ha conseguido con capacidad, actitud y talento alcanzar sus sueños.