Su madre, Luisa, no contestaba al teléfono. Eva insistía e insistía, pero no recibía respuesta alguna, solo la voz del contestador. Harta, decidió bajarse del coche y abrir la puerta de la casa. Metió la llave en la cerradura y retiró el cerrojo. Al abrir la puerta no se la encontró sentada en el sofá viendo la televisión, como solía hacer. Estaba en el suelo, llena de mordiscos y de sangre. Su hija corrió a socorrerla, pero ya era tarde. Tarde tanto para la madre como para ella misma, ya que, a pesar de que apenas habían pasado escasos segundos, tenía a dos perros a su espalda, preparados para atacarla, morderla e incluso matarla.
La tragedia sucedió el pasado 21 de noviembre en Colmenar de Oreja, Madrid, y, sobre la 13:30 h del mismo día, los maridos se encontraron con los cadáveres de las mujeres de 57 y 41 años. Acto seguido, guardaron a los perros y llamaron a los servicios de emergencias. Ambos tuvieron que ser atendidos por crisis de ansiedad y recibieron atención psicológica.
Con las muertes de Luisa y Eva, fueron cinco las víctimas en 2018 por ataques de perros.
Con las muertes de Luisa y Eva, se suman un total de cinco víctimas en 2018 por ataques de perros. En este caso, ambas mujeres fueron supuestamente atacadas solo por dos de los seis perros que residían en la vivienda, en concreto los dos dogos de Burdeos, raza no considerada potencialmente peligrosa en la Comunidad de Madrid, pero que sí reúne ciertas características físicas que la encasillan en el listado de PPP (Perros Potencialmente Peligrosos). Además, estos dos perros estaban cruzados con la raza American Staffordshire Terrier, sí incluida en el listado mencionado anteriormente.
La camada de seis fue sacrificada el pasado 27 de noviembre y el proceso fue llevado a cabo por el Centro Integral de Acogida de Animales de la Comunidad de Madrid (CIAAM). Los veterinarios justifican este acto asegurando que, tras un análisis del comportamiento de los canes, quedó demostrada la imposibilidad de socialización con otros perros, además de la falta de documentación y la correspondiente vacunación contra la rabia. Este acto está recogido por la Ley de Protección de Animales de Compañía de 2016, que permite el sacrificio “por razones de sanidad animal, de salud pública, de seguridad o medioambientales, mediante métodos que impliquen el menor sufrimiento posible”.
Responsabilidad
Este suceso ha avivado la llama del debate sobre la agresividad en los perros y si la culpa es del dueño o de la mascota.
Juan Ignacio Esteban Cruzado, adiestrador canino y técnico de modificación de conducta, afirma que un perro se puede considerar potencialmente peligroso por diversos motivos: “por su genética, ya que pueden ser razas predispuestas a ser perros de presa, es decir, para morder y no soltar, o por la utilización que se ha hecho de ellos a lo largo de la historia”. Históricamente, los perros han sido de utilidad para los seres humanos y, dependiendo del uso que se les haya dado, cada raza ha ido adoptando conductas concretas. Por lo tanto, se llega a la conclusión de que sí existe un factor influyente por parte de la raza del perro, pero no es en ningún caso determinante, afirmación con la que está de acuerdo Manuel López, director técnico de Iberdog.
Cuando se produce un ataque por parte de un perro es necesario analizar exhaustivamente las causas, es decir, si ha sido provocado por miedo, autodefensa, un mal adiestramiento o socialización, etc. Manuel López asegura que “cada caso es diferente y cada perro es único, pero, generalmente, la responsabilidad base está en el dueño”.
Manuel López asegura que “cada caso es diferente y cada perro es único, pero, generalmente, la responsbilidad base está en el dueño”.
Juan Ignacio Esteban, adiestrador canino, hace hincapié en la especial importancia del proceso de socialización del perro, tarea y responsabilidad única del dueño. “Es crucial y básico poner en contacto al perro con otros de su misma especie, además de acostumbrarlo a la presencia de personas de todo tipo (diferentes estéticas, edades e incluso vestimenta) desde las seis u ocho semanas de edad, tiempo en el que se destetan de la madre”.
Sin embargo, una mala educación y socialización también puede resultar contraproducente. Por ejemplo: Un cachorro llega a un parque y se le acerca un grupo de perros adultos que empiezan a acosarle. Esta experiencia es profundamente negativa y puede generar miedo y rechazo a este tipo de situaciones. Otro ejemplo sería aplicar demasiados castigos a la hora de educar. Según Manuel López al perro se le transmiten multitud de comportamientos. Un exceso de castigo y agresividad a la hora de educar también son conductas que se le transfieren a la mascota.
Sin embargo, este comportamiento agresivo e indeseado en el perro se puede llegar a corregir en la mayoría de los casos. Cuando un perro ya ha atacado es posible llevar a cabo un proceso de rehabilitación, dejando a un lado la variable del sacrificio. De todas formas, esta no se descarta ya que depende del caso concreto que se haya dado. Por ejemplo, si estos ataques también sucedieron en el pasado, si ha sido provocado por miedo o autodefensa, si el perro es joven, etc.
Manuel López asegura que “el mundo del perro no es una ciencia exacta. Los canes no son máquinas de encender y apagar. Por lo tanto, cada caso es único y no se puede ni debe generalizar”.