Titulada Agárrate a la vida fue impartida por Gustavo Almela, quien habló desde su perspectiva personal de lo que ocurre, hoy en día, en todas las carreteras.
Almela es el actual director de Relaciones Institucionales de AESLEME, siglas que corresponden a Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal.
Los alumnos de primero de Periodismo de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) disfrutaron, el 14 de diciembre, de una interesante y emotiva charla sobre los peligros que hay en las carreteras.
Su conferencia estuvo llena de información que no se tiene en cuenta, como el correcto uso del reposacabezas la buena colocación del cinturón y la posición de las sillas para los niños. Pero, además, la charla tuvo anécdotas y emotividad, que se manifestó en lágrimas en muchos casos.
Gustavo sufrió un accidente en la Navidad de 1989 (con 21 años) esquiando en Avoriaz junto con unos amigos. Dio un salto, lo que provocó que se le clavaran los esquís en la nieve, y cayó tras dar una vuelta, causándole la ruptura de las vértebras 1, 5 y 6.
«Si queréis responder a una llamada, paraos. Si queréis cambiar de canción, hacedlo cuando haya un semáforo». Las causas de accidentes más frecuentes, afirmó Gustavo, son el uso de teléfonos.
«Si habéis bebido, tenéis alternativas; el taxi entre cuatro, los búhos que funcionan de noche, llamar a un conductor alternativo, que ese día no bebe, los otros si quieren que se pongan hasta las trancas, y luego los deja en los portales como si fueran sacos de patatas. Y al día siguiente se cambia y punto».
Pero más importante, recalcó Gustavo, es la velocidad correcta a la que se debe circular, pues es tan peligroso ir a 40, como a 180 en una autopista.
«Se pierde mucho, yo he perdido muchas cosas. Muchas. Pero ¿sabéis lo que pasa? que no tiene ningún sentido para mí estar llorando por las esquinas, por lo que he perdido, cuando puedes disfrutar de lo que te ha quedado. Porque he aprendido a valorar las cosas que verdaderamente tiene sentido, del amor, del cariño, de la solidaridad…».
Gustavo también ha sufrido varios accidentes de coche, uno de ellos, días después de salir del hospital para adaptarse a su nueva forma de vida.
«Un chaval decidió que ese día, para pasárselo bien, tenía que tomar unas copas y coger el coche, perdió el control y en la curva nos impactó. No sé si habéis tenido algún accidente grave, pero yo lo recuerdo, y aún sigo teniendo pesadillas por las noches, sobre todo el ruido metálico del coche, luego los gritos. Se estampó contra el guardarrail, el claxon se quedó atascado, dimos vueltas ‘¿papá cómo estás?’ ‘Bien hijo, bien. ¿Y tú?’ ‘bien, bien’ ‘mamá, ¿cómo estás?’. Mi madre, en el primer impacto, había salido disparada por el cristal de atrás y estaba a 150 metros del coche, tirada en medio de la carretera. Mi padre salió corriendo. Y ese fue el peor día de mi vida. Fue mucho peor que el día en que me quedé en silla de ruedas y me di cuenta al momento en que me fui a levantar que no podía moverme, no podía hacer nada. Ese fue el peor con diferencia, porque no podía salir del coche a ver a mi madre. Al final no pasó de ahí».
Además, también pidió una mayor adaptación no solo con respecto a las calles y su accesibilidad, y la discriminación que hay. Hay que tener en cuenta que muchos se sienten ofendidos si se usan palabras como «inválido», «discapacitado», y afirma que es mucho más agradable, simplemente añadiendo «persona» antes de estos adjetivos.
Actualmente, Gustavo se dedica a dar charlas en universidades, colegios, cárceles y residencias de personas mayores. Está estudiado historia en la UNED, pues es uno de sus grandes placeres.