La caravana de migrantes que salió el pasado 20 de octubre del norte de Honduras llegó este viernes al control fronterizo de Tecún Umán, al límite de Guatemala. Su entrada en la zona fue recibida con fuertes medidas de seguridad guatemaltecas y mexicanas, e incluso con algunos altercados.
“Me duele. La tierra donde naciste es como tu madre”, dice Kilber Martínez, un migrante hondureño de 26 años.
El secretario de Gobernación mexicano, Alfonso Navarrete, denunció que los migrantes habían irrumpido “por la fuerza” en su país, incumpliendo el acuerdo establecido con las autoridades de entrar de manera “ordenada” en grupos de entre 50 y 100 personas. Tras el paso de la caravana sobre el río Suchiate, que marca la frontera occidental entre México y Guatemala, el comisionado general de la Policía General de México, Manelich Castilla, pidió el cese de la agresiones para proceder a un “ingreso ordenado” de los migrantes en el país. Los migrantes se mantienen firmes en su empeño de llegar a Estados Unidos y aseguran que continuarán huyendo de la violencia y pobreza en su país. “Me duele”, dice Kilber Martínez, de 26 años, un migrante hondureño. “La tierra donde naciste es como tu madre”, lamenta Martínez.
“Una cifra récord de inmigrantes, la mayoría procedente de Honduras, viene camino de Estados Unidos. Queremos que se le ponga alto en México antes de que lleguen”, señala Mike Pompeo, secretario de Estado de EE.UU.
Después de la críticas por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, y amenazas de militarizar la frontera, el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, viajó a México, donde, en una rueda de prensa, señaló: “Una cifra récord de inmigrantes de Honduras viene camino de Estados Unidos. Queremos que se le ponga alto en México antes de que lleguen”. Su homólogo, Luis Videgaray, explicó el “desafío” que la llegada de la caravana supone para México y comunicó que habían solicitado ayuda a la ONU para gestionar su entrada en el país. Según las cifras que ofreció en su comparecencia, en la caravana viajan alrededor de 4.000 personas y todas ellas podrían solicitar su entrada al país con visado y pasaporte, o mediante la solicitud de refugio.
La caravana, que atraviesa México a pie, ha recibido apoyo de muchos mexicanos de la zona, a pesar de las denuncias por parte de las ONG en contra de la difusión de mensajes xenófobos en las redes sociales. Se les ha proporcionado comida, agua, mantas e incluso transporte. Muchos de los migrantes dudan de poder alcanzar la frontera estadounidense, pero afirman no tener más remedio que intentarlo. “Si Dios quiere, el presidente nos dará permisos para trabajar en Estados Unidos”, declara Josué Rosales, un hondureño de 28 años.
Este suceso se desarrolla en pleno debate de las elecciones intermedias de EE.UU., y es este uno de los puntos centrales. “La conclusión es que a la mayoría de las personas en Honduras no les preocupan las elecciones en Estados Unidos”, dijo Óscar Chacón, director ejecutivo de Alianza Américas, una red de grupos inmigrantes estadounidenses. “Cuando estás desesperado, crees en los milagros. Ellos esperan que al hacer esta acción colectiva, al unirse a esta caravana, se conmoverá el corazón de alguien y sucederá un milagro”.