El Ayuntamiento de Madrid presentó el borrador del Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático el pasado 2 de noviembre. Este cuenta con una treintena de medidas enfocadas en mejorar la calidad del aire de Madrid, que en octubre superó hasta tres veces el nivel de aviso por contaminación.
Algunas de las medidas que pretende aplicar el Gobierno de Manuela Carmena son, por ejemplo, la reducción de la velocidad máxima en la M-30 y el resto de accesos a 70 km/h (actualmente, el límite habitual es de 90 km/h), disminuir los carriles para vehículos y sustituirlos por carriles para bicicletas o vehículos públicos o regular el estacionamiento en las zonas que lo requieran implantando una tarifa para aquellos que no sean residentes.
El plan que más controversia ha generado es el de limitar el tráfico en el Distrito Centro de Madrid. La medida más importante del Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático propone prohibir el acceso a los vehículos privados en todo esa zona, en el que se incluiría la Gran Vía. Tan solo podrían circular los vehículos públicos y los vecinos del distrito. La nueva Área de Prioridad Residencial (APR) estaría formada por las calles de Alberto Aguilera, Carranza, Sagasta, Génova, Paseo del Prado, Ronda de Atocha, Ronda de Valencia, Ronda de Toledo, Gran Vía de San Francisco, Bailén, Cuesta de San Vicente, Princesa y la Gran Vía. Desde el Ayuntamiento pretenden que esta medida entre en vigor a finales de 2017 o, como mucho, inicios de 2018.
Juan García Vicente, portavoz de Ecologistas en Acción, respondió a algunas preguntas de Mirada 21 para explicar un poco más acerca de lo que está pasando:
Mirada 21: Limitar el tráfico en Madrid, ¿es la mejor forma de reducir la contaminación del aire?
Juan García: Es una evidencia contrastada en todos los núcleos de población que, a menos tráfico, menos humos. Basta observar los índices de contaminación en cualquier gran ciudad entre los días festivos y los días de labor. Se trata entonces de reconducir los desplazamientos de personas y transporte a sistemas más sostenibles y, por tanto, menos contaminantes.
¿Cómo se aprecia la contaminación del aire?
La globalización, en este caso de la información, hace que la población contraste lo que ocurre en todo el mundo y que es motivo de actuaciones y preocupaciones de gobiernos y poblaciones. Detrás de toda esta situación hay un largo proceso en el que la sociedad civil, sean organizaciones sociales en general y ecologistas en particular, junto con la comunidad científica o mejor apoyados en la comunidad científica, quienes han desarrollado un largo trabajo durante decenios y ahora da este resultado de aumento del nivel de conciencia.
¿Por qué afecta tanto a Madrid si hay ciudades con un tráfico similar?
Hay razones específicas, unas derivadas de su ubicación geográfica y otras de causas meteorológicas. En el caso de Madrid, hay que decir que confluyen estas razones con un tráfico desmesurado debido a las facilidades y promoción del tráfico privado e individual. Cuando se instala una situación de estabilidad atmosférica (anticiclón de las Azores) sobre la Península, se dan las condiciones para que la contaminación se acumule, día tras día y no hay solución para que desaparezca nada más que con la llegada de una borrasca. Las restricciones al tráfico en esos momentos de picos de contaminación no solucionan gran cosa, pero contribuyen a que no aumente y, además, tengan un efecto pedagógico en la población.
«Es imperdonable que personas relevantes se opongan a las políticas o medidas de combatir la contaminación».
Otras ciudades europeas tienen el mismo problema, ¿cuándo se decide que hay que actuar?
El problema es general y por eso existen las normativas de control. En Europa son las directivas europeas las que establecen los umbrales o límites que no han de superarse. No obstante, la OMS (Organización Mundial de la Salud) dice siempre que no hay ningún nivel de contaminación que sea bueno, por tanto, los baremos o umbrales son un referente para no ser rebasados, no que sean buenos.
¿Ve una mayor concienciación en la gente respecto a estos temas?
Quienes llevamos años en este asunto hemos de reconocer que sí, aunque el proceso de reacción sigue siendo lento y hay muchas fuerzas negacionistas (personas y entidades o grupos de presión) que se esfuerzan en negar la evidencia de la situación. En el caso de Madrid es imperdonable que personas relevantes se opongan a las políticas o medidas de combatir la contaminación llegando incluso a llevar a los tribunales a quienes actúan en ese sentido. El caso del señor alcalde de Alcorcón, David Pérez, es una muestra de esas fuerzas que van contra el sentido de la historia y contra la salud de la ciudadanía.