Japón entroniza a su nuevo emperador

- Desmarcar - 7 de noviembre de 2019
El emperador Naruhito y la emperatriz Masako, en su ceremonia de entronización. Foto : Infobae
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Japón ha proclamado a su 126° emperador. Naruhito, el sucesor de Akihito, continuará la tradición japonesa que se remonta al año 600 a.C y se convierte en jefe de Estado. El cargo de emperador o tenno, emperador celestial en japonés, es un símbolo constitucional que representa la unidad del pueblo.

La entronización fue celebrada el pasado martes en el palacio imperial de Tokio, en presencia de 2000 invitados de 174 países, entre los que estaban los reyes de España, Felipe VI y doña Letizia quienes ocuparon un lugar de honor junto a otros jefes de Estado en la primera fila. Los emperadores eméritos no asistieron a la ceremonia para no quitar protagonismo a su hijo.

La ceremonia comenzó con ritos sintoístas, Naruhito, recibió los sellos imperiales y una réplica de la espada de kusanagi, símbolos del poder imperial. Posteriormente  se dirigió a uno de los santuarios del palacio para comunicar a sus ancestros el ascenso al trono imperial. El evento principal se desarrolló en el salón de los pinos,  junto con la familia del emperador que reposaba en su trono un poco más elevado que el de la emperatriz nipona. Tras haber finalizado el protocolo tradicional, Naruhito pronunció su discurso en el que hizo alusión a su actitud pacifista frente del cargo y finalmente proclamó su mandato de manera oficial. Tras esto, el primer ministro japonés «Shizō Abe» otorgó su bendición al heredero y pronunció tres «¡Banzai!» (larga vida en japonés).

El nuevo jefe de Estado japonés aseguró que promete «actuar de acuerdo con la constitución y cumplir sus responsabilidades como símbolo de Estado y de la unidad del pueblo japonés, teniendo siempre como meta la felicidad del pueblo y la paz en el mundo»,  unos ideales que también procuró seguir su predecesor Akihito. La emperatriz Masako, se mostró contenta durante todo el culto y no dejó ver huella alguna de la depresión que antaño le había impedido desarrollar sus funciones como princesa.