El Tribunal Supremo de Filipinas autorizó este martes el entierro del dictador Ferdinand Marcos en el Cementerio de los Héroes en Manila. El actual presidente del país asiático, Rodrigo Duterte, consigue así sus propósitos de honrar al exdirigente acusado de ser responsable de la muerte de 100.000 compatriotas.
Los magistrados del Supremo rechazaron con nueve votos a favor y cinco en contra las diversas peticiones de víctimas del régimen de Marcos contrarios al traslado de los restos del dictador efectuado por el Gobierno de Duterte.
Las víctimas del régimen se mostraron contrarios al traslado de los restos por parte del Gobierno de Duterte.
Marcos, quien impuso la ley marcial entre 1972 y 1983, está acusado de la muerte, tortura y detención ilegal de más de 100.000 filipinos, y se calcula que atesoró ilícitamente entre 5.000 y 10.000 millones de dólares, según la estimación de Transparencia Internacional.
El dictador falleció en el exilio, en Hawái (Estados Unidos), en 1989, y su familia regresó a Filipinas en 1992 para afrontar cientos de pleitos en los tribunales, aunque ninguno ha conseguido llevarlos a la cárcel.
Marcos falleció en Hawái, en 1989, y su familia regresó en 1992 a Filipinas para responder de sus crímenes.
El Cementerio de los Héroes, en el que será enterrado Marcos, fue creado en 1947 para dar sepultura al personal militar muerto durante la Segunda Guerra Mundial, y posteriormente se abrió a expresidentes, héroes, artistas y científicos nacionales.
El camposanto se encuentra en Fort Bonifacio, el cuartel general de las Fuerzas Armadas filipinas, situado en Taguig, en el sureste de la zona metropolitana de la capital.
Marcos se presentó como el militar filipino más condecorado de Filipinas, con 33 medallas, aunque estudios posteriores revelaron que varias de ellas eran ficticias, incluidas tres supuestamente concedidas por Estados Unidos.