El juez de menores Emilio Calatayud participó, este jueves, en una conferencia on line para antiguos alumnos y padres de estudiantes de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV). Calatayud habló sobre su experiencia en el juzgado, el tipo de sentencias que más suele imponer y los que, para él, son los tres bloques a tratar a la hora de hablar de menores: la familia, la escuela y los problemas sociales.
Para Calatayud, «la familia es la base de la sociedad», pero «el problema de hoy en día es que es muy difícil ser padre». El juez aseguró que, al igual que la situación antes de la Constitución de 1978 estaba en un extremo, la que hay actualmente está en el otro: «Hemos perdido el término medio, ni lo de antes ni lo de ahora». «Pero también es muy difícil ser hijo», puntualizó.
El juez aseguró que no le gusta dar consejos sobre cómo ser un buen padre «porque es muy difícil», pero sí leyó el Decálogo para formar un pequeño delincuente en casa, donde explica algunas de las cosas que pueden llevar a malograr la educación de los hijos. Algunos de los puntos son: «Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece»; o «No se preocupe por la educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente».
«Igual que hablamos de derechos -de los niños-, también hay que hablar de deberes», afirmó Calatayud.
También remarcó el artículo 155 del Código Civil, que establece que los hijos deben «obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad y respetarles siempre», así como «contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella».
Según Calatayud, la importancia de este artículo reside en que hay que recordar que los niños también tienen deberes: «Igual que hablamos de derechos, también hay que hablar de deberes». «El problema es que hemos pasado de ser padres autoritarios a ser padres colegas de sus hijos», aseguró.
La escuela y los problemas sociales
Según el juez, el problema de la escuela es similar al de la familia: se ha pasado de un extremo a otro: «¿Cómo va a reconocer el chaval la autoridad del maestro si no lo hacen ni los padres, y cómo lo van a hacer los padres si no lo hacen ni los políticos?».
Sin embargo, Calatayud aseguró que la sentencia que más veces impone es la de estudiar, y que es «la sentencia que más agradecen los chavales». «Y a unos 300 les condeno a sacarse la enseñanza obligatoria», afirmó.
Calatayud empezó con este tipo de sentencias en el año 1988 o 1989. Afirmó que se la enseñó «un choricillo» que se dedicaba a robar los reproductores de vídeo, al que le dijo que le sacaría del reformatorio si aprendía a leer y escribir. El muchacho lo llamó tres días después pidiéndole que le cambiara la condena. «Si yo sé leer y escribir me va a abrir usted una ventana a la libertad», le aseguró. Calatayud destacó que aquel muchacho nunca llegó a ingresar en la cárcel.
«Si yo sé leer y escribir me va a abrir usted una ventana a la libertad», aseguró uno de los muchachos a los que Calatayud condenó a aprender a leer.
El juez también aprovechó la charla para alertar de los delitos que más están subiendo, últimamente, entre los menores de edad: el maltrato de hijos a padres -puntualizó que, en contra de lo que se puede pensar, la mayoría son niños de clase media-alta, no «chavales marginales»: «Llevo desde el 88 como juez de menores, y solamente he condenado a dos gitanillos por maltratar a sus padres-«.
También son cada vez más los casos de abusos sexuales, así como los delitos relacionados con el alcohol, que sigue en auge, a pesar de la pandemia y la prohibición de los botellones; y con la droga: «Empiezan a consumir marihuana con 13, 14 o 15 años».
Otros de los problemas que más han aumentado con la pandemia han sido el juego y las redes (entendiendo por redes la adicción a los móviles, las tabletas y los ordenadores): «Es una droga. Aquel que se levanta y lo primero que hace es mirar si tiene un Whatsapp tiene un problema».
«Estamos impidiendo que el 85% de los menores acaben en la Justicia de adultos», aseguró Emilio Calatayud.
El juez hizo referencia al contrato que una madre exigió a su hijo para comprarle un iPhone, y a lo fácil que es cometer hechos delictivos y que estos tengan un mayor alcance con las nuevas tecnologías. Añadió que «la ley -de menores- no es tan blanda», y que no solo existen penas de privación de libertad, sino también de estudiar o de servicio a la comunidad: «Tú la haces, tú la pagas, pero tú la pagas con tu trabajo».
«El 80% de los chavales que cometen delitos no son delincuentes. ¿Quién de los que estamos aquí no ha cometido un delito en su vida? Lo que pasa es que no nos han pillado. Luego tenemos un 10% que es carne de cañón porque la genética y el entorno social también influyen. Y hay otro 10% que es muy trabajable, y la mitad de él está saliendo adelante. Luego estamos impidiendo que el 85% de los menores acaben en la Justicia de adultos», aseguró Emilio Calatayud.
«Para mí, la Justicia es tratar de forma desigual a los desiguales», afirmó el juez.
Calatayud también habló de los menores no acompañados y puntualizó que no le gusta la expresión menas: «A esos chavales no hay que reinsertarlos, hay que insertarlos, y, para ello, primero hay que curarlos. A mí, me dan lecciones de vida todos los días». «Para mí, la Justicia es tratar de forma desigual a los desiguales», afirmó.
«Encantado de que me hayáis visto, y en vuestras lenguas dejo mi inocencia. Mis opiniones son discutibles, mis sentencias son apelables, por lo tanto no he dicho nada. Muchas gracias», finalizó el juez.