La pobreza salpica la infancia de 424.000 niños en España. Desde el inicio de la crisis (2008), los menores de edad con menos recursos se han empobrecido cinco veces más, lo que supone un incremento del 32,1%. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado la ONG Save The Children en su último informe (Desheredados), donde, según han argumentado, “el éxito de los niños está condicionado por la herencia” financiera y social de sus padres.
Conde: Esta situación “no es algo natural e inevitable”, sino que es “fruto de determinadas políticas que se pueden corregir».
De hecho, el índice GINI, que mide hasta qué punto la distribución del ingreso entre individuos u hogares dentro de una economía se aleja de una racionalización igualitaria, muestra cómo la puntuación general en España es de 34,6 puntos, mientras que en la infancia es de 37,1 puntos. Entre las causas directas, Save The Children ha apuntado a las diferencias de renta y a la desigualdad cultural y social como principales condicionantes de este agravio.
La carencia económica, en muchos casos, impide el acceso a unos estudios superiores completos, así como el acceso a los idiomas. Del mismo modo, la incultura no permite “desarrollar competencias valoradas” por las empresas, lo que limita “el ascenso social o laboral”. Asimismo, la falta adquisitiva, en determinadas situaciones, cerca la capacidad de poder establecer “una serie de redes y contactos” y únicamente deja a estas personas con “redes funcionales de supervivencia”.
Por estos motivos, el director general de Save The Children, Andrés Conde, ha advertido de que “la lucha por la desigualdad social tiene que empezar por la infancia, porque ahí el problema es mucho más irreversible”. Pero no se ha quedado ahí, porque, según ha explicado, esta situación “no es algo natural e inevitable”, sino que es “fruto de determinadas políticas que se pueden corregir por otras”, aunque también ha apuntado que el caso de España es especial.
“En España, un niño que nace en un hogar pobre está condenado de por vida a serlo”, ha reconocido Conde, quien cree que “el Estado no permite que los niños tengan las mismas oportunidades, sino que les pone zancadillas a los que peor están». De hecho, sobre esta cuestión también ha hablado la directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de esta ONG, Ana Sastre, quien ha asegurado que el Estado “gasta poco y mal”.
Sastre ha denunciado que España “únicamente destina el 1,3% del PIB (Producto Interior Bruto) a las familias y sus hijos, cuando la media de la zona euro es del 2,3% del PIB”. Además, ha criticado que “invierten mal, porque solo el 33% de los niños pobres reciben la prestación que les corresponde”. Tanto es así que, para ella, meramente es “una lacra que se une a la mayoría de sus prestaciones sociales”, que “están fuertemente vinculadas al empleo”.
Para corregir esta situación, Save The Children ha recomendado, entre una larga lista de sugerencias, «mejorar e incrementar» la «ayuda personalizada» para la búsqueda de empleo adaptado a las circunstancias de los padres, asegurar unos «fondos europeos» que permitan disminuir las tasas de desempleo entre los jóvenes y aumentar la inversión en protección social a la infancia y la familia en España hasta llegar a la media europea.