El debate de los llamados vientres de alquiler no estaba invitado al próximo congreso del Partido Popular (PP), sin embargo puede que esta espontánea cuestión sirva como piedra de toque para conocer la deriva ideológica de los populares. Hace apenas unos días, el vicesecretario de Acción Sectorial del PP, Javier Maroto, reconoció que, aunque no se había incluido en la ponencia social y no estaba previsto debatirla, se habían tenido que admitir enmiendas pidiendo su regulación.
Cristina Cifuentes, Alberto Núñez Feijóo y Javier Maroto ya han manifestado su deseo de legalizar esta práctica reproductiva.
El 18 Congreso Popular parecía, hasta hace pocas fechas, una balsa de aceite. Ahora, en cambio, una china en el zapato amenaza con hacer saltar por los aires la armonía. Este próximo fin de semana, la formación que sostiene al Gobierno se verá obligada a decir de qué lado está, en un difícil equilibrio entre los principios que la han caracterizado desde su fundación y los nuevos vientos que corren. Dirigentes como Cristina Cifuentes, Alberto Núñez Feijóo y Javier Maroto ya han manifestado su deseo de legalizar esta práctica reproductiva.
Una ética «ajustable»
Para el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, las cuestiones éticas se tienen que ir amoldando a los tiempos. «Con un problema de envejecimiento como el que tenemos, que es el mayor problema estructural del país, debatir sobre el vientre de alquiler no me parece menor. Estamos al borde de planteamientos éticos, pero la ética se va ajustando y los principios éticos del siglo XVIII no son los del XXI. A una persona que quiere tener un hijo se le debe respetar», comentó el dirigente.
La exdiputada del PP Lourdes Méndez pide a su partido que se posicione en contra de los ‘vientres de alquiler’ y amenaza con irse si no lo hace.
En el otro lado del debate se sitúan militantes como la exdiputada Lourdes Méndez, quien pide a su partido que se posicione claramente en contra de los «vientres de alquiler» y anuncia: «abandonaré la formación si el congreso no preserva los valores inamovibles sobre los que se asienta el proyecto ideológico del PP». Para la política, es fundamental que el partido vuelva a sus raíces. «Este congreso debe decidir su posición en temas de tanto calado que afectan a la vida o a la dignidad», señaló.
La izquierda, en contra
El debate sobre la gestación subrogada se vuelve, para muchos populares, contradictorio cuando se escucha al resto de partidos. En marzo de 2016, la diputada de la Asamblea de Madrid por Podemos Beatriz Gimeno alarmó sobre la «utilización» que se hace de la mujer en esta práctica. «No creo que sea simplemente una técnica… un embarazo de nueve meses no es una técnica. La mujer gestante establece una relación con su cuerpo y con el feto, y es un embarazo, no una técnica, a no ser que consideremos a la mujer como un tubo de ensayo», explicó.
Para el PSOE, se trata de «una forma de explotación de las mujeres jóvenes».
En el caso del Partido Socialista, fue la diputada Ángeles Álvarez la que transmitió el rechazo de su formación a este método reproductivo. «En la práctica es una forma de explotación de las mujeres jóvenes. La libre regulación de los vientres de alquiler generaría paraísos reproductivos en lugares de pobreza y extrema vulnerabilidad de las mujeres», explicó. Para Ciudadanos, que se muestra partidario de regularizar los vientres de alquiler, el PP tiene que elegir. «Los políticos no podemos escondernos debajo del ala, tenemos que dar soluciones a las situaciones que se producen en nuestra sociedad”, comentaron este martes.
Pablo Ginés, analista de la web Religión en Libertad, asegura a Mirada 21 que las diferentes posturas en esta cuestión obedecen a intereses económicos y de poder. «No hay duda de que hay empresarios que, aunque quizá no sean de derechas, invierten dinero en el PP y C’s, quizá mediante lobbies intermedios, para lograr que esto se legalice. Los gais ricos -que son los que ya han comprado niños- quieren regularizarlos más y mejor, y por eso dedican mucho dinero a hacer lobby a quien tiene el poder. No se molestan en invertir en partidos sin poder, donde, además, el feminismo está dividido», señala.