El 30% de los menores de 5 años padece insomnio

- Desmarcar - 10 de febrero de 2017
Se aconseja que los niños tengan un horario de sueño regular.

Se aconseja que los niños tengan un horario de sueño regular.

El insomnio no es solo cosa de mayores. Según ha informado el Hospital Universitario de La Candelaria (Tenerife), un 30% de los menores de cinco años sufre esta patología, relacionada fundamentalmente a los malos hábitos de estos al irse a la cama. Acostarse tarde, tener la luz encendida o dispositivos electrónicos en la habitación pueden ser atenuantes a tener en cuenta.

El centro hospitalario explica que terrores nocturnos, pesadillas, sonambulismo, ronquidos, bruxismo o enuresis nocturna (micciones incontroladas durante el sueño) son los trastornos más frecuentes en los pacientes. La Candelaria atiende a 150 niños con desordenes asociados al descanso.

El diagnóstico y la intervención de este tipo de patologías (que pueden aparecer a cualquier edad) es especialmente importante en el caso de los niños, ya que una mala calidad de su descanso puede acabar repercutiendo negativamente, llegando a provocar alteraciones de comportamiento, dificultades cognitivas o déficit de atención. Signos como el mal humor, la hiperactividad o la irritabilidad pueden ser claves de que su hijo sufre un trastorno relacionado con un mal descanso nocturno.

Entre las patologías más habituales destacan: los terrores nocturnos, el sonambulismo, las ritmias de sueño (movimientos repetitivos de partes del cuerpo), somnolencia (murmurar dormido), ronquidos, narcolepsia o enuresis nocturna.

Cómo ayudar a corregirlo
Los expertos recomiendan que, para tratar el problema, se eviten, siempre que sea posible, las soluciones con medicamentos y fármacos. Estos aconsejan que los niños mantengan un horario regular de sueño, no vayan a la cama con hambre, practiquen ejercicio regularmente o que duerman en un sitio tranquilo y con poca luz.

Es importante que, cuando todavía son bebes, los pequeños aprendan a distinguir entre el día y la noche y que duerman, desde recién nacidos, en su cuna y no entre los brazos de sus progenitores, para poder reconocer el entorno en el que se duerme y que se acostumbren a encontrarse en el mismo lugar al despertarse.