Fallece, a los 81 años, el pintor Eduardo Arroyo

- Ocio-cultura - 30 de octubre de 2018

Eduardo Arroyo falleció, el domingo 14 de octubre en Madrid, después de haber luchado tres años contra el cáncer. La muerte le llegó a los 81 años y tan solo un mes después de haber inaugurado la que sería su última exposición, en el Hay Festival de Segovia. El pintor aprovechó hasta el último momento para hacer lo que más le gustaba, pintar, dibujar y esculpir. Arroyo no dejó nunca de expresar lo que pensaba, ya fuese a través de la pintura, de la palabra o incluso a través de carteles.

«Amante de los toros y del boxeo, fue un gran crítico y militante de la izquierda en tiempos de Franco».

Fue uno de los artistas más relevantes del siglo XX, aunque decir pintor es poco, Arroyo no fue solo un escultor y pintor figurativo, se dedicó también a la escritura, a la escenografía y al cartel.  Amante de los toros y del boxeo, fue un gran crítico y militante de la izquierda en tiempos de Franco.Tanto que, en 1958, decidió autoexiliarse y huir de la España franquista.

Este artista comenzó la carrera de Periodismo con intención de convertirse en escritor. Sin embargo, Arroyo dibujaba sin cesar desde muy pequeño. Al llegar a París, estuvo viviendo de sus dibujos durante casi dos años y como él mismo describió en una entrevista para El País, en 2011, acabó adentrándose en el mundo de los artistas: “Yo, en cierto sentido, formaba parte de esa comunidad que venía de todas las partes. Estabas comiendo con Giacometti o con Calder, te encontrabas con un mito, hablabas con otro… Sin darme cuenta, estaba en ese lío por una serie de avatares muy afortunados”.

Eduardo Arroyo comenzó a vender sus obras en lugares como París o Roma, España aún no reconocía el talento del madrileño. Más tarde, se convertiría en uno de los padres del arte posmoderno, un referente en la neofiguración española y un artista vinculado al pop art. A lo largo de su vida, recibió numerosos galardones, como el Premio Nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura, en 1982. Además, fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras por el Gobierno de Francia en 1983.