Matías Prats: «Soy un periodista de televisión que ama la radio»

- ESPAÑA - 13 de febrero de 2025
Instagram: @matias_pratsjr
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Matías Prats Chacón, periodista deportivo madrileño, de 39 años, es miembro de una saga familiar con gran tradición en los medios. Es nieto del histórico Matías Prats Cañete (uno de los pioneros de la profesión en España) e hijo del reconocido presentador de televisión Matías Prats Luque. Prats Chacón se define como un periodista de vocación, ya que siempre tuvo claro a qué quería dedicarse.

Su camino comenzó en Radio Marca, con 19 años. A partir de ahí, empezó en el mundo de la televisión. En 2009, se unió a Veo7, y dos años después fichó por Mediaset, donde ha desempeñado diversos roles, incluyendo el de editor y presentador de los Deportes en Telecinco, cadena en la que trabaja actualmente.

Allá donde va, deja claro que lo esencial de un periodista es que sea riguroso, honrado, que no engañe y que respete a su audiencia. Su objetivo en la vida es dar lo mejor de sí y conseguir que su padre esté orgulloso de él.

De todos los medios de comunicación que existen, ¿cúal es su favorito? 

Ahora mismo, soy un periodista de televisión que ama la radio. La radio es mi pasión. Es reposo, es debate, es análisis, es caliente y cercana. La radio te acompaña, te abraza, te informa, te entretiene… Para mí, como la radio no hay otro medio de comunicación.

Su familia tiene una larga tradición en el periodismo. Su abuelo fue un pionero en la profesión, y su padre es unos de los mejores comunicadores de España, ¿cómo fue crecer en un hogar tan ligado a los medios de comunicación?

Sinceramente, fue crecer como si estuviera escuchando la tele o la radio todo el rato. Tanto mi padre como mi abuelo son unos apasionados de su profesión, son muy vocacionales. Eran periodistas 24 horas al día. Por eso, yo crecí en un ambiente muy comunicativo. Éramos, además, una familia que nos juntábamos mucho, y yo pronto sentí ese gusanillo por el periodismo, por escribir, por hablar, por hacer entrevistas, por narrar un partido. Nadie me lo tuvo que decir, no fue impuesto, ni obligado, sino que me nació de dentro. Por esta razón, yo me considero un periodista vocacional, pero estoy convencido de que hay un factor genético ineludible. Me acuerdo de que mis amigos siempre decían, de pequeños, que ellos querían ser futbolistas, abogados o profesores. Sin embargo, yo quería entrevistar al futbolista.

Con solo cinco años narró su primer partido de fútbol, ¿ya sabía a lo que se quería dedicar?  

No me acuerdo exactamente del partido. Yo sé que cogí una grabadora de las que teníamos antiguamente, de darle al rec, me senté enfrente del televisor con absoluta intimidad e independencia, y empecé a narrar el partido. Lo hice un poco de andar por casa, a mi manera. Nombraba a los jugadores que conocía, y los goles los cantaba un poco tímido, pero fue una experiencia absolutamente maravillosa que me catapultó a seguir los pasos de mi abuelo y de mi padre. Desde ese momento, sabía que me apetecía hacer periodismo deportivo. Yo quería estar donde pasaban las cosas. En el cole, recuerdo que también me dieron alas porque me ponían a presentar las obras de teatro de fin de año. Así, poco a poco, me sentí cómodo en ese traje de presentador y comunicador que nació desde tan temprano.

¿Ha tenido mucha presión por tratar de igualar la carrera de su padre o de su abuelo, y dejar el nombre de la familia en lo más alto?  

Te confieso que yo tengo más responsabilidad que presión. Yo sé perfectamente dónde estoy. Desde muy pequeño, asumí que el nivel de mi abuelo era inalcanzable, él jugaba en otra liga. Él era un maestro y un sabio. Mi padre es un fuera de serie, un artista y un presentador polivalente. Yo intenté seguir mi camino y forjar un estilo propio. Nunca quise tratar de imitar. Tenía claro cuáles eran mis puntos fuertes y mis puntos débiles. Una vez he asumido eso, voy haciéndome mi camino poquito a poco, siendo un periodista riguroso, honrado, que no engañe, que no invente y que respete a su audiencia. Lo que sí que quiero es llegar lo más alto posible, dar mi mejor versión: la mejor versión de Matías Prats Chacón. La única presión que tengo es mantener a buen recaudo la saga familiar. No quiero cargarme todo lo bonito que ellos han sembrado a lo largo de tantos años de carrera profesional.

¿Qué tienen en común las tres generaciones de Matías Prats? 

Yo te diría que la pasión. Esta pasión que nos inculcó el abuelo, tanto a mi padre como a mí. Pasión por el acontecimiento, por el periodismo, por la investigación, por la narración y por este maravilloso oficio. En segundo lugar, el respeto a la audiencia, a los compañeros y a la profesión. Y, por último, yo creo que los tres tenemos buena memoria. En conclusión, las características que tenemos en común los tres Matías son pasión, respeto y memoria.

Ha dado innumerables noticias: las Eurocopas de España de 2012, 2016 y 2020, Mundiales de Fútbol o la Copa FIFA Confederaciones 2013, pero, ¿qué noticia deportiva le gustaría dar? 

Pues mira, hay un gran acontecimiento deportivo que no he cubierto nunca, que son los Juegos Olímpicos. Tenemos una cita en 2026, en Los Ángeles, que me encantaría cubrir. Mi padre me habla maravillas de Barcelona 92, y tengo una envidia sana que me muero. También me encantaría ver al Atleti levantar una Champions. Y, por último, por la relación que tengo con su familia, me encantaría ver a Carlos Sainz campeón del mundo de Fórmula 1. Le conozco desde que éramos pequeñitos. Él es alguien que también ha tenido que llevar siempre esa coletilla de Carlos Sainz «hijo», justo lo que me pasa a mí. Me identifico mucho con él. Sé que tiene talento, que se lo ha currado mucho, que es un grandísimo compañero y deportista.

Su gran pasión en la vida es el periodismo, pero el deporte también es esencial para usted. ¿Qué le aporta en su día a día? 

Para mí, el deporte es salud, pero salud física y mental. Yo ya sé, desde hace un tiempo, que me tengo que cuidar mucho en ese aspecto: la salud mental.

El deporte es un amigo, un compañero y un aliado. Hacer ejercicio te despeja la cabeza, te da alegría y te motiva. Corro cuando puedo, he vuelto a jugar al pádel de manera frecuente, y me encuentro genial. Me gusta el fútbol, coger la bici y hacer marchas. Ahora, soy un tío más o menos hecho y derecho, al que le sientan más o menos bien los trajes.

Su primera cobertura deportiva fue la presentación de Mateja Kezman, uno de los fichajes más sonados del Atlético de Madrid, con solo 19 años en Radio Marca. Ese día, no se atrevió a preguntar porque no quería hacer mucho ruido con su nombre. ¿Qué cambios percibe en sí mismo de aquel entonces a la actualidad?

Yo tenía ganas y tenía valentía, pero me tiraba para abajo la timidez, el decir mi nombre. Nadie me ponía cara, y es verdad que eso me costó superarlo. Te confesaré que en mis primeros meses en la radio me cambié el apellido, yo era Matías Chacón. Un día empezó a correr el rumor de que yo me llamaba Matías Prats, y fue entonces cuando dije: «Oye, es que yo me llamo así». No le hago daño a nadie, y espero que mi padre se sienta orgulloso algún día de mí.

Nunca he estado nervioso delante de un micrófono, pero sí tenía demasiado respeto. Quizá en eso sí que influyó ver a mi padre y a mi abuelo con esa soltura, con esa verbosidad, esa manera de hablar ante un micrófono. En ese momento, tenía un poquito de miedo a las comparaciones, a que me señalaran y a que me empezaran a llamar enchufado, que luego me ha ocurrido mucho.

Se ha convertido en uno de los periodistas más incisivos en una sala de prensa, ¿qué consejos daría a un joven periodista que está iniciándose en la profesión? 

Para mí, lo más importante es formación, formación y formación. También hay que estar muy pegado a la actualidad. Ahora tenéis una herramienta muy potente, que son las redes sociales. Yo, cuando me levanto, lo primero que hago al abrir un ojo es consultar el periódico, ponerme la radio o poner el informativo de la tele.

Me preguntas de las ruedas de prensa, yo creo que, si tú tienes la verdad y vas con la verdad por delante, tienes que ser valiente, incisivo, pero respetuoso siempre. Trata de buscar la verdad. También piensa qué es lo que la gente quiere saber. Debes ser riguroso en tu pregunta, pero valiente y no tener miedo, por muy grande que sea el protagonista. Si tú preguntas con educación y con respeto, puedes preguntar lo que sea. También es importante no meter la pata con los datos. Si tú dices un dato, tiene que estar contrastado, no te lances a la piscina si no lo tienes confirmado. Yo, por eso, suelo ser muy prudente, y mira, por ejemplo, no me verás ser el primero en dar la noticia del fallecimiento de alguien. ¿Por qué? Porque nadie resucita. Y si tú dices que ha muerto Pepito Pérez, y él después da señales de vida, quedas muy mal. Lo más difícil en el periodismo es conseguir credibilidad, y cuesta mucho. Lo que te ha costado 30 años de profesión, te lo puedes cargar en un minuto con una mala noticia, inventando algo sin contrastar, una media verdad o un bulo. Un fallo de esos te persigue toda la vida.

En 2022, publicó el libro El futuro que olvidaste. ¿Qué le inspiró a introducirse de lleno en el mundo de la novela?  

Yo tengo un poco de síndrome del impostor. Yo no me considero escritor, y es que se me dan mejor otras cosas, pero me hizo ilusión publicar una novela. Esta novela nació de mí, me la inventé yo. Todo esto fue con el apoyo y respaldo de una buena editorial que confió en mí. Más allá de ser una gran experiencia, también te sirve para situarte. Yo sé que no tengo el nivel para competir con un gran escritor, pero fue una bonita experiencia, claro que sí, que recordaré siempre.

En esta novela, aborda temas como la salud mental, las crisis personales y la posibilidad de encontrarse a uno mismo, ¿ve reflejado algo de usted en este libro?  

Pues una mezcla. Te confieso que yo creo que hay algún personaje que lleva cositas mías inconscientemente. Tú tiendes a hablar de ti, aunque estés hablando en tercera persona, hablas de ti. Es verdad que yo cuando escribí el libro no sabía tanto de la salud mental como sé ahora. Antes ya me interesaba, pero no sabía que me iba a tocar tan de cerca a mí, y, por desgracia, me tocó hace mucho. Eso fue como un máster de la vida, cuando sabes que tienes que parar y que tienes que acudir a pedir ayuda. Desde luego, con el libro me surgió esa curiosidad por la salud mental y por otros asuntos, y los plasmé en la novela. Pero, evidentemente, hay algunos personajes que llevan mi firma, mi agencia, mis manías y mis miedos.

¿Cómo de importante es la salud mental dentro de esta profesión?

Es importante, es muy importante. Yo, bueno, vale, hago un informativo, voy a la radio, participo en tertulias, doy clase, presento eventos, pero ¡qué presión tendrá Mbappé! Todos los días se enfrenta a un partido, el otro día perdió fallando un penalti, eso sí que es presión a nivel profesional.

Tenemos que pensar y ser conscientes de que el pescadero tiene problemas gordos; de que los barrenderos, a lo mejor no llegan a fin de mes; de que un abogado de éxito, cuando cruza la puerta de su casa, puede que ahí tenga un problema gordo… A todo el mundo se nos mueren los familiares, todo el mundo enferma. Todos estamos en el mismo barco, somos todos personas, y lo que a ti te parece una tontería, para otro es el problema más gordo del mundo.

Para mí, es muy importante pedir ayuda. Hace años, ir al psicólogo estaba estigmatizado. Se pensaba «este está loco, este está deprimido». El psicólogo es un termómetro para saber cómo estás, si estás estresado, agobiado o si te falta algo para redefinir objetivos. Me parece muy importante saber quién eres y lo que quieres en tu vida.

Si no hubiera sido periodista, ¿a qué se hubiera dedicado?  

Es la pregunta más difícil que me han hecho en mi vida. Yo nunca tuve un plan B, nunca pensé que esto no me fuera a salir bien, osado e iluso de mí, porque pude haber salido rana.

Yo podría haber sido actor. A mí, me gusta subirme a un escenario de teatro y ponerme delante de una cámara para una serie o una película. Actor para tener contacto con el público. Al final, los periodistas somos personas que cuentan lo que pasa en la vida, pero también somos un poco actores. En algunos momentos, dramatizamos o cambiamos de registro. Creo que es la profesión que, más o menos, más se puede parecer al periodismo y que, por tanto, me encaja más.

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