El Institute for Quality of Life (Reino Unido) elabora desde hace seis años la clasificación de las ciudades más felices del mundo, con el fin de mejorar la vida urbana. Actualmente, más de la mitad de la población vive en ciudades.
El estudio Happy City Index 2024 revela cuáles son las ciudades en las que sus ciudadanos reconocen estar en un alto grado de felicidad. En el primer puesto está Aarhus, ubicada en Dinamarca. Le siguen Zúrich y Berlín en el segundo y tercer puesto, respectivamente. Con algunas excepciones, los primeros 37 puestos, consideradas las “ciudades doradas”, corresponden a ciudades europeas. La primera ciudad española en la estadística es Vigo, en el puesto 58°, en el puesto inmediatamente inferior se encuentra Bilbao. El estudio proporciona el ranking de hasta 250 ciudades. Valencia (106°), Barcelona (139°), Zaragoza (165°), Madrid (192°), Málaga (216°) y Las Palmas de Gran Canaria (242°) son las otras ciudades españolas que figuran en la lista.
¿Qué indicadores se contemplan?
Para esta clasificación se tienen en cuenta 76 indicadores que corresponden a distintas áreas de actividad en la ciudad que, a su vez, se incluyen en cinco categorías que consideran clave: Ciudadanos, Gobernanza, Economía, Medio Ambiente y Movilidad.
El criterio de elección de dichos indicadores se refiere específicamente a los elementos que consideran “directamente relacionados con la calidad de vida y la sensación de felicidad entre los residentes”. Como señalan en su página web, lo que tiene en cuenta su sistema de evaluación de la funcionalidad urbana son “los esfuerzos de un ayuntamiento para convertirse en el lugar más feliz para vivir”.
Dicho criterio de elección presupone una concepción de felicidad específica, derivada de la concepción sobre la realidad y el hombre de la sociedad. En este caso, la felicidad se basa en estándares del bienestar y en el sentimiento de felicidad de las personas. Sin embargo, ¿es suficiente la conjunción de estos elementos para pretender dar con la clave de una “ciudad feliz”? Cabe la duda, y aún más cuando se da el hecho contradictorio de que los países que figuran entre las ciudades doradas también encabezan la lista de países con tasas más altas de suicidios. Por eso, no es extraño que una de las nuevas directrices que se implementarán el año entrante en dicho estudio será la categoría de Salud Mental, lo que equivale a incluir entre los condicionantes de la felicidad aspectos que escapan al ámbito del mero estado de bienestar.
MüF: El Museo de la Felicidad de Madrid
Un ejemplo que muestra lo que, en general, se entiende hoy por felicidad es el Museo de la Felicidad (MüF) de Madrid.
Según anuncian en su página web: “En el Museo de la Felicidad, te garantizamos una experiencia única: vivirás sensaciones que jamás has experimentado y, de manera divertida, descubrirás los secretos y evidencias científicas sobre lo que realmente nos hace felices”.
El objetivo de este nuevo espacio es “descubrir qué huele, qué sabe y qué se siente al experimentar la verdadera felicidad”. Para ello, cuentan con 20 experiencias inmersivas, por ejemplo: unos muñecos abrazadores cuya finalidad es producir la liberación de oxitocina, la hormona de la felicidad; o un risódromo, la primera máquina de risoterapia de España.
La idea del museo nace inspirada en el museo de la felicidad de Copenhague (Dinamarca), por parte de Pablo Claver. Este museo en Madrid ha tenido una buena acogida por el público, como se puede ver en las favorables reseñas en Google. “Realmente entras con un estado de ánimo y sales más feliz”, “no paramos de reír todo el rato”, “experiencia divertida y emotiva, vuelves a ser una niña y pones la atención en lo realmente importante”. Estos son algunos de los testimonios de los visitantes del museo.
Llama la atención que la felicidad se haya convertido en objeto de un museo y que se ofrezca al público de esta manera. Así también, es llamativo que se hable de la felicidad como de algo que se puede medir, manipular y, en consecuencia, obtener mediante procesos experimentales o mecanicistas. No cabe duda de que las personas se divierten mucho, comparten momentos entrañables con su familia o amigos y se sienten felices con las actividades que propone el museo. En este sentido, el museo es muy satisfactorio. Sin embargo, ¿puede decirse que la propuesta del MüF da cuenta completa del sentido profundo de felicidad que ansía el hombre?
Felicidad con mayúscula
Tanto en el caso del Happy City Index como en el Museo de la Felicidad, se trasluce la preocupación del ser humano que apunta a la felicidad como a su fin. De momento, ambas propuestas de búsqueda de la felicidad se fundan, principalmente, en la persecución de un estado de bienestar y una experimentación de sensaciones placenteras. Con todo, se ve en la vida diaria que las cosas sensibles pasan y cansan, como lo demuestra el consumismo en esta época, siempre a la búsqueda de algo nuevo que satisfaga; o en el creciente interés por la salud mental, que hace referencia a una dimensión del ser humano que va más allá de sus necesidades materiales. Esta eterna insatisfacción puede verse como un problema, pero también como una prueba de la grandeza del espíritu humano que trasciende las cosas pasajeras y el sufrimiento, pues, al fin y al cabo, su anhelo de plenitud remonta su esperanza a una felicidad verdadera y que no pasa.