Frederik Willem de Klerk, ganador del Premio Nobel de la Paz de 1993 junto con Nelson Mandela, falleció el pasado 11 de noviembre, a causa de un cáncer agresivo poco común. A pesar de no ser tan conocido como Mandela, las acciones de De Klerk fueron claves para acabar con el racismo en Sudáfrica
Frederik de Klerk nació, en 1936, en Johannesburgo, Sudáfrica. Estudio Derecho en la Universidad de su ciudad y, años más tarde, ejerció como profesor esta.
En 1972, dejó su labor como docente para dedicarse por completo a la política. Entró como diputado del Partido Nacional, apoyado por los afrikáneres (minoría sudafricana de origen neerlandés), que habían establecido el sistema del apartheid.
El apartheid fue el sistema de segregación racial por el que se rigió Sudáfrica desde 1948 hasta 1994. Consistía en la separación de la población entre los diferentes grupos raciales, en la que una minoría blanca ostentaba el poder político y económico del país. Se aislaba a los ciudadanos, según su color de piel, en varios lugares para vivir, estudiar, trabajar e incluso en los sitios destinados al ocio.
Además, a la población negra y a la de origen asiático (indios en su mayoría) se le arrebataron derechos tan básicos como el derecho a votar, formar parte del Gobierno, ejercer determinadas profesiones asignadas para los blancos… Asimismo, se establecieron zonas separadas para blancos y para negros en el transporte público, se crearon hospitales exclusivos para blancos y negros, siendo los últimos los que menos medios tenían, y se colocaron diferentes entradas para acceder a los edificios públicos.
Durante las siguientes décadas, De Klerk formó parte de varios ministerios y ,en 1989, tras la dimisión de su predecesor, se convirtió en líder del Partido Nacional y presidente de la República.
Nada daba a pensar que el líder de aquellos que habían impuesto el apartheid fuera quien iniciara el proceso para su desmantelamiento. Pero el 2 de febrero de 1990, De Klerk dio el discurso que cambiaría la historia de Sudáfrica, que marcó el inicio de la transición desde uno de los regímenes más racistas de la historia hacia una democracia multirracial.
De Klerk anunció la liberación de todos los presos políticos, entre los que se encontraba Nelson Mandela, y la legalización de los grupos que luchaban contra el apartheid. Durante los cuatro años siguientes a ese discurso, tuvieron lugar unas negociaciones entre todos los grupos raciales del país que consiguieron establecer la democracia y evitar así una guerra civil.
Fue tan sorprendente el esfuerzo que hizo De Klerk por integrar a todas las comunidades, que Mandela destacó, cuando todavía estaba en la cárcel, que «los dirigentes del Partido Nacional normalmente oían solo lo que deseaban oír en sus conversaciones con los líderes negros, pero el señor De Klerk parecía estar haciendo verdaderos esfuerzos por comprender lo que le decían.»
Las primeras elecciones democráticas de Sudáfrica tuvieron lugar en 1994. Nelson Mandela como claro ganador y, De Klerk, segundo, se convirtió en su vicepresidente, creando un Gobierno de unidad, como ya habían acordado.
«Por su trabajo por un fin pacífico del régimen del ‘apartheid’ y por sentar los cimientos para una nueva Sudáfrica democrática», reconoció el comité del Nobel.
En 1996, De Klerk decidió retirarse de su puesto, y un año más tarde dejó la política definitivamente. Sin embargo, decidió continuar con su lucha por la igualdad. En el año 2000, creó la Fundación que lleva su nombre (F.W. de Klerk Foundation) para promover la paz en los estados donde convivían distintas culturas y comunidades, y evitar la guerra entre ellas. Y en 2004 participó en la creación de la Global Leadership Foundation, que buscaba ayudar a los líderes políticos a promover el desarrollo, la democracia, y la búsqueda de la paz.
En honor a su trabajo, se le concedieron el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional de 1992 y el Premio Nobel de la Paz de 1993, ambos recibidos junto con Nelson Mandela. «Por su trabajo por un fin pacífico del régimen del apartheid y por sentar los cimientos para una nueva Sudáfrica democrática», apuntó el comité del Nobel.
A pesar de su trabajo por la defensa de la igualdad, De Klerk sigue siendo una figura muy controvertida en África, sobre todo entre la población negra, por lo que no tendrá el funeral de Estado que le correspondería por haber sido presidente.