Ángel Barahona, director de la Facultad de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) y doctor en Filosofía, impartió una conferencia acerca de las dimensiones y facultades del ser humano en el Salón de Grados de la UFV, el pasado martes. «De las dimensiones, todo el mundo habla», introdujo el ponente, quien, además, indicó que cada cual «añade una nueva».
Lo primero que explicó fue la gran diferencia entre un humano y un animal: el primero «sí se pregunta por la muerte». Aunque puedan compartir muchas cosas, la consciencia de lo efímero es particular y diferencial en el hombre, que también se pregunta por las grandes cuestiones de la vida («¿de dónde vengo?»).
«No somos nadie sin alguien que nos interprete», afirmó Barahona al comenzar a hablar sobre las dimensiones de la persona. El filósofo explicó que el hombre es dependiente incluso «antes de nacer», en una referencia a los meses de gestación. «El ser humano necesita del otro».
Barahona puso como ejemplo de esto las neuronas espejo. «La imitación es un elemento fundamental del desarrollo personal», afirmó. Aunque destacó que este método puede generar rivalidad entre los individuos, fue rotundo al decir que «toda relación, amable o no» enriquece a las personas.
«Tenemos un anhelo de trascendencia»
Trascendencia, corporeidad e interioridad, junto con racionalidad, son las dimensiones que expuso Barahona durante la primera parte de la charla.
Respecto a la primera, Ángel Barahona la definió como «el asombro». «En el hombre hay un anhelo de trascendencia», explicó el docente. Para Barahona, el ser humano se pregunta por sus orígenes, su sentido y su dirección, aunque admitió que la tendencia «es acallar ese anhelo».
«Hablo conmigo más que con mi mujer», bromeó Barahona al hablar de la interioridad.
La corporeidad es la dimensión que hace referencia al aspecto físico del individuo. «No tengo un cuerpo, soy un cuerpo», matizó Barahona tras explicar la teoría platónica sobre el alma encerrada en un cascarón. Añadió que esta anatomía «tiene lenguaje propio» y que «no se puede controlar». Aun así, destacó que «cuando uno se calla, dice muchas más cosas».
Durante la explicación de esta dimensión, afirmó que el hombre «es un ser dialógico». Para mostrarlo, enseñó la escena de Náufrago en la que el protagonista pierde una pelota a la que había llamado Wilson, tras estar semanas en una isla desierta y así tener alguien con quien hablar. «Poner nombre es uno de los gestos humanos por excelencia», sentenció.
La interioridad, para Barahona, es todo el ser que esconde el individuo. El docente expresó que él cree que las personas muestran una apariencia «infinitamente pequeña» de lo que realmente son. «Hablo conmigo mismo más que con mi mujer», bromeó. También destacó que es «lo que armoniza todo».
La biografía, «una creación de la identidad»
La última dimensión que Barahona expuso fue la más destacada: la biografía. «Nuestra vida es lo que nos contamos», afirmó el filósofo al hacer referencia a las vivencias individuales. Como ejemplo, puso el de dos gemelos, de los que uno mira a la derecha y otro a la izquierda y que esto ya provoca una vida completamente distinta.
Para Barahona, «somos seres teóricos».
«Es una creación de la identidad», afirmó Barahona, aunque matizó que no es lo único, ya que también hay un factor «heredado». «El hombre es un ser histórico, no solo naturaleza», indicó. Pero, a su vez, destacó que el ser humano no está solo.
«Mi biografía es una compartida (con otro ser humano)», aclaró Barahona para explicar que a lo largo de la vida se cruza con muchas personas y, por tanto, aparecen en la biografía de uno y otro.
Memoria y carencia, dos facultades
Durante la segunda parte de la ponencia, Ángel Barahona presentó las tres facultades que definen a la persona: inteligencia, voluntad y afectividad. «No se pueden disociar», afirmó tras poner ejemplos (como el existencialismo de Sartre) en los que «se reduce» las facultades a una.
«Somos seres teóricos», afirmó al hablar de la inteligencia como facultad. Barahona explicó que el ser humano es interpretativo y por ello necesita de teorías para ver la realidad. «Sin interpretación no hay vida», concluyó.
Respecto a la voluntad y la afectividad, Barahona explicó que los individuos toman decisiones «con todo su yo» y el «conocimiento del corazón». Además, habló de la imaginación como «mezcla» de todas las facultades y lo que «no tiene fundamento, es para la fantasía».
También añadió un cuarto punto: la memoria. «Amplía todas ellas (las facultades)», explicó Barahona, quien piensa que la capacidad del recuerdo (tanto para rememorar momentos como para hacerse una idea del futuro) ayuda a mejorar y aprender. Incluso genera contraste entre las diferentes vidas y pensamientos de las personas -«La belleza está en el contraste»-.
«La libertad es riesgo», recordó Barahona al final de la ponencia.
Antes de finalizar la ponencia, añadió un quinto punto que definió como «la facultad de la carencia de facultad». Tras hacer una referencia al pensamiento cristiano de que todas las personas tienen la misma dignidad, Barahona explicó que el no poseer una de las facultades (o tenerla menos desarrollada) no significa que seas «menos» humano.
Además, Barahona afirmó que a las personas les «dan miedo las heridas». «Todo contribuye a nuestra vida», destacó antes de explicar que «tiene que haber heridas». Pero no fue negativo e indicó que «hay que saber que no son definitivas».
Antes de cerrar la conferencia, Barahona recordó que, en la actualidad, las personas son «un poco blanditas» y solo se regodean en sus éxitos. «En EU.UU., pones tus fracasos en el currículum», afirmó en comparación con la búsqueda de trabajo en España. «La libertad es riesgo», sentenció al final de la charla.