“Jamás me he dado tanta importancia como para sentir la tentación de contar a otros la historia de mi vida”. Así comienza el libro autobiográfico de Stefan Zweig, El mundo de ayer, en el que relata su vida hasta su suicidio, el 23 de febrero de 1942, en Petrópolis (Brasil). El escritor austriaco, de origen judío, vivió dos guerras mundiales y trabó amistad con grandes mentes como Sigmund Freud.
Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial y frente al avance de los nazis, el autor se desmoronó. “Europa se ha suicidado”, aseguró a sus amigos al leer la noticia en un café de Río. Había bajado al carnaval de la ciudad, siete días antes de su muerte. El autor siempre defendió la paz y el entendimiento, actitud que manifestó con la publicación de artículos como A los amigos en tierra extraña, en mitad de la Gran Guerra.
“Comprendí que no bastaba con una actitud meramente pasiva […] Al fin y al cabo, uno es escritor y tiene la palabra, la obligación de expresar sus convicciones”, escribió el autor, que recibió la respuesta del Premio Nobel francés Romain Rolland. “Non, je ne quitterai jamais mes amis” (No, nunca dejaré a mis amigos), trazó Rolland. Una correspondencia que mantuvieron ambos escritores hasta la Segunda guerra mundial, en palabras de Zweig, “más brutal que la Primera”.
El espejo del presente
“Es poco probable que estalle la Tercera guerra mundial porque no vamos a hacer nada por Ucrania, cosa que hemos dicho y hemos hecho”, ha declarado el historiador y analista de relaciones internacionales Florentino Portero, en Onda Universitaria, al ser preguntado por el posible estallido de un conflicto global.
“Dijimos un argumento que da un poquito de vergüenza, es un argumento de orden jurídico, confundiendo el derecho con la política: Puesto que Ucrania no es miembro de la OTAN no tenemos obligación de defenderla”, ha explicado el Portero. Una situación que, salvando las distancias, recuerda al avance implacable de Hitler frente a las fallidas políticas de apaciguamiento.
“Rusia se siente segura, avanza porque sabe que nosotros no vamos a hacer nada, es el tipo de situación que en la historia da muy malos resultados”, ha explicado Florentino Portero.
Stefan Zweig rememora cómo, el por aquel entonces primer ministro de Reino Unido, Neville Chamberlain, llegó a un acuerdo con Hitler para alcanzar The peace of our time. “Por primera vez desde hacía años, llegaban voces de amistad desde Alemania y en Francia proponían levantar un monumento a Chamberlain […] Solo fue la llamarada de un fuego que iba a extinguirse definitivamente”, lamenta Zweig en El mundo de ayer.
“Empezaron a filtrarse los fatales detalles del pacto: Cuán absoluta había sido la capitulación ante Hitler y cuán ignominiosa la entrega de Checoslovaquia”, recuerda Zweig, quien observa que “ni si quiera la capitulación había satisfecho a Hitler”, quien “incluso antes de que se hubiera secado la firma del pacto, el ya lo había violado en todos sus puntos”.
Estos sucesos rompieron con el orden de seguridad europeo y encaminaron al Viejo continente a la Segunda Guerra Mundial. “Aunque Ucrania no forme parte de la Alianza Atlántica, es evidente que, por sentido común, tenemos la obligación de defender el orden de seguridad europeo”, ha destacado Florentino Portero.
El historiador ha enumerado los avances de Rusia en diferentes países europeos como Moldavia, Georgia, o la primera vez que lo hizo en Ucrania. “Rusia se siente segura, avanza porque sabe que nosotros no vamos a hacer nada, es el tipo de situación que en la historia da muy malos resultados”, ha explicado Portero.
“Si Rusia humilla a Estados Unidos y a Europa Occidental, eso tiene un impacto básico […], que es la destrucción del orden liberal. Es decir, los conceptos, normas e instituciones que ordenan el mundo en el que vivimos”, finalizó Florentino Portero. Stefan Zweig escribió en su carta de suicidio “Saludo a todos mis amigos. Ójala puedan ver el amanecer después de esta larga noche. Yo, demasiado impaciente, me voy antes de aquí”.