Son representantes del mundo capitalista y del mundo comunista. La cumbre en Singapur entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha sido “fantástica”, según el mandatario americano. Durante gran parte de la Guerra Fría era difícil pensar que un encuentro entre Kennedy y Kruschev, entre otros, saliera tan bien. Lo mismo se pensaba hace unos meses entre los protagonistas del eje Washington-Pyongyang. Ambos dirigentes han firmado un acuerdo que “dejará el pasado atrás».
Con un apretón de manos histórico como resumen de la reunión, Trump y Kim Jong-un han abierto una nueva hoja de ruta entre Occidente y Oriente. Es un entendimiento que marca un antes y un después porque son dos países que llevan enfrentados desde la Guerra Fría y de manera más directa desde la Guerra de Corea. El hotel Capella de la isla de Sentosa, en Singapur, fue testigo del primer encuentro entre ambos líderes para acercar posturas y negociar la desnuclearización del régimen comunista norcoreano. Kim afirmó que las dos naciones han superado “muchos obstáculos” para conseguir celebrar la cumbre.
«El mundo va a ver un cambio tremendo», asegura Kim Jong-un.
Tras el encuentro que duró cuatro horas, con una reunión a solas entre ambos dirigentes, la conclusión de Kim fue que “el mundo va a ver un cambio tremendo”; Trump asegura que “se va a resolver un problema muy peligroso”. Esta cita histórica deja cuatro claves: la primera es que Estados Unidos y Corea del Norte se comprometen a establecer nuevas relaciones entre ambos para conseguir la paz y la prosperidad; la segunda es que los dos países se unirán para contribuir a la estabilidad en la península de Corea; como tercer aspecto a destacar es la desnuclearización completa del territorio coreano; y, por último, se comprometen a la recuperación de prisioneros de guerra y desaparecidos en acción de combate.
La desnuclearización como requisito indispensable
El principal objetivo de EE. UU. para no derrocar a Corea del Norte es que se comprometa a su desnuclearización. Es una situación semejante a la de la Guerra Fría tras la Segunda Guerra Mundial, donde se produjo el desarme y la desmilitarización tras varias conferencias. El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, avanzó el pasado lunes, tras una jornada de reuniones entre ambas delegaciones que “les proporcionarán la suficiente certeza para estar cómodos con la desnuclearización porque no terminará mal para ellos” y añade que el acuerdo “les llevará a un mejor y más brillante futuro para el pueblo norcoreano”. Aunque Pompeo insistió en “la completa, verificable e irreversible desnuclearización” para que el “arriesgado proceso” se encamine lo mejor posible.
Según The New York Times, se prevén tres secciones: un relacionada con la desnuclearización, otra con las garantías de seguridad y la otra sobre las medidas a tomar. Pero en el comunicado no queda claro si habrá un calendario para el proceso de desnuclearización.
El presidente surcoreano como mediador
La especulación sobre poner fin de forma oficial con un tratado de paz a la Guerra de Corea, que acabó con un alto al fuego en 1953, queda casi descartada a corto plazo. Pero nada es seguro y más después de ver los giros inesperados que ha causado esta cumbre, ya que Trump llegó a cancelarla el pasado 24 de mayo. Finalmente, se llevó a cabo gracias a la mediación del presidente surcoreano, Moon Jae-in. Tras el encuentro entre Kim y Trump, desde Seúl, Moon advirtió de que “la relación de hostilidad profundamente arraigada y el asunto nuclear norcoreano no se pueden resolver con una sola acción a través de un encuentro”. Además, añadió: «Puede que necesitemos un largo proceso que puede llevar un año, dos o más para resolver completamente los temas a tratar”.