El joven vienés va a ser el canciller de su país, tras ganar las elecciones el pasado 15 de octubre con un 31,7% de votos, por delante de los socialdemócratas del SPÖ y de los derechistas del FPÖ. Kurz pertenece al Partido Popular Austriaco (ÖVP), al que le ha dado una nueva imagen. Sus medias migratorias, su juventud y su ambición le han llevado a la cima política austriaca en la que ha sido, hasta el momento, una carrera meteórica.
La sociedad austriaca está dividida en cuanto a Sebastian Kurz y la nueva etapa que este promete. Están los que ven al joven como una oportunidad de cambio y con la apetencia de poner a Austria en el escaparate que se merece dentro de la Unión Europea. En el otro lado están los que piensan que Kurz es un oportunista que ha escalado demasiado rápido la pirámide de la política, ponen en duda la profundidad de sus conocimientos, se preguntan si ha leído y estudiado lo necesario para dirigir un país y no comparten sus medidas de integración.
El flamante dirigente no ha terminado la carrera universitaria de Derecho y su experiencia en la empresa privada es escasa. No obstante, llegar a ser canciller de Austria no es solo cuestión de suerte. Kurz ha pasado de presidir las Juventudes del Partido Popular a ser el líder de esta formación política. Además, ha sido miembro del Consejo de la ciudad de Viena (2010) y un año más tarde fue nombrado secretario de Estado de Integración, este último cargo estaba relacionado con el Ministerio de Exteriores, por lo que en 2013 fue elegido ministro en este departamento.
Integración sí, multiculturalismo no
Sebastian Kurz ha sido claro y contundente a la hora de hablar de la política migratoria. En su campaña afirmó: «la inmigración descontrolada destruye el orden de un país». Además, ha sido crítico con las medidas que propuso la canciller de Alemania, Angela Merkel, en cuanto a los refugiados. La idea estrella de Kurz es la nueva Ley de Inmigración. Esta consiste en el veto a los velos musulmanes en espacios públicos, la prohibición a los islamistas radicales de difundir el Corán y se debe tener conocimiento del alemán y ciertos valores jurídico-sociales de Austria. Los que lleguen deben demostrar en un plazo de dos años estos requisitos. Al nuevo mandatario le preocupa el crecimiento de esta población en Austria, ya que hay más de 700.000 habitantes musulmanes, según unos datos que recoge la Universidad de Viena.
Kurz ha rejuvenecido al ÖVP y hasta ha cambiado el color negro que caracterizaba el logotipo de su organización política, que ahora presenta un azul turquesa. El joven es ambicioso, quiere renovar la nación y fundamentar unos valores proeuropeos porque cree que ha llegado el momento de iniciar un cambio, como dice el lema de su partido: «ahora o nunca».