Los padres se convirtieron en alumnos el pasado 22 de noviembre. El vicedecano de Formación Integral de la Facultad de Comunicación, Miguel Ortega, ofreció una clase magistral a sus nuevos pupilos. Como siempre, el profesor de Antropología volvió a dejar a un lado la teoría. El tema iba a ser su profesión.
La coordinadora de padres padres de alumnos de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), Cecilia Zaratiegui, fue la encargada de presentar a Ortega ante el auditorio. En su discurso, los títulos que había cosechado Miguel, uno tras uno, cargo por cargo, pero lejos de la realidad, el profesor eligió hablar con el corazón. «Lo que nos hace diferentes» surge como una propuesta que le hicieron los profesores de la UFV a Miguel Ortega tras escuchar su discurso en la conferencia inaugural.
Ortega comenzó hablando del presente: «Vivimos en unos tiempos convulsos y difíciles. Ni peores, ni mejores: los que nos toca vivir. Muchos de los referentes que eran sólidos se van disolviendo. La cultura se evapora. Pero lo que más preocupa es la disolución de la persona humana. No vivimos en una era, sino en una prórroga». Y si de una crisis nace una oportunidad, de esa preocupación nace una respuesta: las ciencias de la humanidad, la Antropología. Ciencias que en la Universidad Francisco de Vitoria todas las carreras cursan, sean de la naturaleza que sean.
«No vivimos en una era, sino en una prórroga», afirma Miguel Ortega.
Ante «un mundo donde existe la radicalidad de la teocracia», donde vemos el futuro como «hombres máquinas» o donde se contempla «la vuelta del hombre a la selva». «Lo único que podemos hacer es tener miedo. Sin embargo, esto solo son fantasmas del pasado, destaca Miguel Ortega. El profesor pasó del mundo al hombre, y lo hizo a través del término «cuerpalma», una conjugación perfecta entre el cuerpo y el alma del individuo. «Porque cuando nos centramos solo en una parte nos evadimos, resaltó».
Y del hombre al alumno. Según el profesor, un alumno que ha perdido el sentido de la felicidad. Y es en esta necesidad donde los profesores deben aprender a mirar a sus herramientas de trabajo. «Los profesores sentimos la llamada de formar personas, de saber lo que el humano es y lo que significa. Acercarse al hombre de hoy e intentar despertar lo que lleva en el corazón», afirma Ortega.
Un dilema recorrió todo su discurso. ¿Qué debe hacer un profesor? Educar o enseñar. Pero las palabras de Ortega se convirtieron en solución: «Cuando hablamos de educación pensamos en los medios, pero se habla poco de los fines. Si miramos con miopía el fruto de nuestro trabajo podremos alardear de ser los mejores en empleabilidad, pero, ¿eso es suficiente? La mirada que nos exige tiene que ser más que eso, tiene que conducir hacia la felicidad».
El profesor habló de ese sentimiento tan hablado y misterioso. «La realidad habla de caretas. Caretas que nos ponemos ante la gente. Vivir con el fin de que los demás tengan una buena visión sobre mí. Pero lejos de la realidad y cerca de la mentira». «Nos basta el cumplimiento: el cumplo y miento. En lugar de hacer las cosas con amor», enfatiza Ortega.
«Nos basta el cumplimiento: el cumplo y miento», destaca Ortega.
Si etimológicamente enseñar significa: «meter algo de fuera hacia dentro del alumno» y educar: «sacar lo que hay dentro del corazón, este último hace madurar a la persona, es más necesario y más urgente. Por ello, es imprescindible educar al alumno en la UFV. Y esto se consigue a través de formaciones como mentorías, responsabilidad social o asignaturas de humanidades.»
Como solución del dilema: aunar el arte de enseñar con el arte de educar. «Nuestra universidad sintetiza enseñar y educar en saber acompañar al alumno», concluyó Miguel.