Periodismo y ciencia son dos disciplinas con muy pocos puntos de encuentro. Mientras que el científico tiende a la abundancia y al tecnicismo, el periodista prefiere la síntesis y la simpleza lingüística. Sin embargo, la una no podría existir sin la otra. La población debe estar al corriente de los avances científicos, pero los expertos no suelen ser los mejores comunicadores.
El objetivo principal de las jornadas Divulga Ciencia es potenciar la comunicación y divulgación de las investigaciones que generan las grandes universidades españolas. El 7 de febrero tuvo lugar la primera, que contó con la presencia de cuatro ponentes expertos en los campos de la comunicación y la ciencia: el profesor de la Universidad de Valencia y autor del blog Tomates con genes, además de la columna de El País, Ciencia sin ficción, J. Miguel Mulet; el investigador del Centro Nacional de Biotecnología, Lluís Montoliu; la periodista científica freelance Mónica Salomone y el profesor de la Universidad de Navarra y autor del blog MicroBIO, Ignacio López-Goñi.
Comer sin miedos, pero con precaución
El encargado de romper el hielo fue Juan Miguel Mulet, quien tenía como tarea rebatir el miedo irracional, que existe en la actualidad, a los alimentos transgénicos. Después del reportaje audiovisual que emitió el sábado el programa de Jordi Évole, Salvados, el tema parecía estar más presente que nunca en una sala llena de estudiantes de los grados de Biotecnología y Farmacia.
El experto planteó diversas cuestiones sobre el tema y aludió al pasado, cuando la gente pasaba hambre hizo pensar al alumnado sobre el verdadero peligro de los transgénicos. «Ahora es cuando más gente come, quedémonos con eso», señaló el docente. También descolocó a los allí presentes, cuando mostró una tabla de elementos químicos interminable, que acabó por ser la de un tomate cherry «sin transgénicos».
Acorde al fin de la jornada, expuso también algunos casos en los que la mala comunicación había puesto en duda la seguridad de los alimentos. Una fruta con una calavera dibujada o unas declaraciones sacadas de contexto o exageradas han llegado a causar el pánico poblacional y a obligar a algunas empresas alimenticias a tomar medidas drásticas, que en muchos casos han resultado ser catastróficas por falta de pruebas.
Ratones y humanos
Lluís Montoliu fue el segundo en aparecer en escena. Su tarea era algo más complicada que la del primero, debía defender la postura del investigador que necesita experimentar con los animales. El científico defiende que «es necesario normalizar los trabajos con animales». Ante la duda sobre el parecido entre ratones y humanos, mostró una diapositiva en la que ambos embriones parecían iguales.
Empezó por enunciar sus avances, todos los estudios que ha podido llevar a cabo gracias al uso de animales. Desde el albinismo hasta el cáncer, casi todos los descubrimientos en enfermedades raras han sido posibles gracias a este tipo de pruebas.
Al relacionar la ciencia con la comunicación, lo hizo con cierta desconfianza. El mal periodismo puede perjudicar a la ciencia. Compartió su experiencia con algunos periodistas y fotógrafos con los que había hablado, uno sacó sus palabras de contexto, otro editó una imagen que le situaba como un delincuente junto a una animalista. «Nadie se lee el texto (de un artículo) cuando una imagen modificada te tacha de criminal», apuntó el experto.
‘Cientificistas’ y ‘periodíficos’
Mónica Salomone fue la única periodista del evento. Su postura defendía ambos campos, pero resaltaba la necesidad de fusión entre el periodista y el científico. «Cada vez hay más actores que intervienen en la opinión publica», advirtió la comunicadora, al referirse sobre todo a las redes sociales y a los foros de Internet. Enumeró las debilidades del periodista, entre las que destacaba su egolatría y la incesante búsqueda del clic.
Salomé resaltó también la predisposición del periodística a caer en los estereotipos científicos y su tendencia a quedarse solo con lo más llamativo. También habló de la manía de los científicos, que solo utilizan tecnicismos y son capaces de comunicar a duras penas lo que quieren decir. Por esto último, es tan importante la unión de ambas disciplinas, porque el periodista necesita la ayuda del experto y el científico a un buen comunicador que informe de sus progresos.
¿Funcionan las vacunas?
El último ponente, Ignacio López-Goñi, llegó con una de las mayores incógnitas: la función de las vacunas. Empezó disculpándose por su currículum, no era ni investigador ni periodista, es microbiólogo, pero se autodenominó a sí mismo «cuentacuentos» de historias sobre microorganismos.
Después de una breve explicación sobre lo que eran los microorganismos, infectó al alumnado con confeti rojo, «las vacunas habrían logrado combatir el virus».
En conjunto, todos los profesionales, cada uno desde su campo, coincidieron en la importancia de que el científico y el periodista aprendan a trabajar mano a mano.