El Metropolitan Correctional Center (MCC), situado en pleno centro de Manhattan, ha sido el punto de mira de los medios en las últimas semanas. Desde que el pasado 19 de enero, Joaquín el Chapo Guzmán fuera extraditado, tras ser detenido por comandos de la Marina en Sinaloa en enero de 2016, el mayor narcotraficante del mundo fue extraditado al país norteamericano y retenido en el centro de máxima seguridad, a pocos metros del turístico puente de Brooklyn.
El edificio pasaba desapercibido a simple vista, sus 12 plantas de ladrillo en el 150 de Park Row seguramente nunca han visto tanto tráfico de personas, sobre todo policías y agentes federales. Con el traslado del Chapo, famoso por fugarse dos veces de la cárcel en México (2001 y 2015), la prisión se ha convertido en un fortín protegido las 24 horas del día por cámaras de vigilancia y barricadas que rodean una calle que lleva días cortada al público.
El capo del cártel de Sinaloa, tras ser acusado de 17 delitos entre los que destacan: participación en una organización criminal, uso de arma de fuego, tráfico de cocaína, heroína, marihuana, blanqueo de capital, etc., y de declararse no culpable, fue trasladado al MCC, considerado como el Guantánamo del territorio continental estadounidense, a la espera del juicio.
El Chapo se declaró no culpable por lo que fue llevado a la prisión neoyorkina en la que están recluidos más de 700 presos, todos considerados amenazas para la seguridad nacional norteamericana.
Dado que Guzmán no puede acceder a un abogado privado, al estar incomunicado, hasta el momento está defendido por letrados de oficio. Una de las juristas representantes del preso ha asegurado que ni siquiera “ha sido capaz de hablar con su familia en absoluto”, antes de revelar que su defendido «ha estado en una celda de aislamiento, encerrado 23 horas al días».
El MCC ya fue condenado, en 2011, por Amnistía Internacional por las condiciones infrahumanas en las que vivían sus reclusos, sobre todo los inquilinos de las dos últimas plantas, 11 y 12, donde se encuentran apenas una docena de los detenidos considerados más peligrosos. Con un racionamiento estricto de la alimentación y celdas iluminadas prácticamente las 24 horas del día, algunos, como el antiguo recluso que se confesó para The New York Times, afirman que “las condiciones en esta área son peores que en la bahía de Guantánamo».
Este viernes está prevista la primera vista del narco ante el juez Brian Cogan, perteneciente al Juzgado del Este de Nueva York, en la que el Chapo estará presente. Antes de que diera comienzo el pleito, el subdirector del FBI, William Sweeney, se encargó de recordar que Joaquín Guzmán es «uno de los más peligrosos y temidos narcotraficantes” y que por fin se le juzgará después de “décadas eludiendo a la Justicia”.