El modelo de cárceles APAC se aplica en países como Corea del Sur, Francia, Hungría, México y Colombia, aunque es en Brasil donde su presencia es mayor.
El principal motivo por el que se va a la cárcel es la agresión a la seguridad ciudadana. Esta falta de seguridad es calificada por PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) como un flanco débil en Latinoamérica, y es el problema más grave de la región, comparado con otras partes del mundo. En el último registro realizado, la cifra de homicidios, al año, alcanzaba los 100.000. Además, según las últimas estadísticas, la tasa de homicidios ha aumentado un 11%.
“La mayoría de estos casos no son castigados por los jueces, suponen un problema grave para el desempeño cotidiano de la gente y ocasiona desconfianza por parte de la población hacia las instituciones de la Justicia y la Policía”, explicó Javier Restán, profesor de la asignatura Mundo Actual Iberoamérica en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), durante la conferencia impartida, el 9 de marzo, en la universidad.
“El sistema penitenciario de Brasil era tan escandaloso que una serie de diputados elevaron la voz y crearon un clima de alarma”, narró Restán. Por ello, la ONU puso el foco en este tipo de cárceles y realizó un informe para invertir en los centros penitenciarios superpoblados. Se descubrió que existía un sesgo racista en los centros —gran porcentaje de negros y mulatos—, altos índices de mortalidad y enfermedad, maltratos y torturas, y unas visitas a los presos en condiciones humillantes.
Javier Restán señaló: “La relación con las personas que te vienen a visitar es vital. Ese nivel no estaba bien cuidado”. Con la covid, la situación empeoró: aumentó el número de muertes, disminuyeron las visitas y los niveles de desnutrición eran graves.
“No hay una reacción por parte de las sociedades, en general, sobre las condiciones inhumanas de los sistemas de cárcel. Es un sistema sesgado, fracasado y masificado donde no se respetan los derechos humanos”, señaló Restán.
Debido al trato recibido por parte de los presos, en 1972 nació la Asociación de Protección y Asistencia a los Condenados (APAC). Esta asociación civil sin ánimo de lucro fue ideada y fundada por Mario Ottoboni en la ciudad de Sao Paulo y, a día de hoy, cuenta con más de 55 centros. APAC establece una metodología propia para la recuperación de los presos: no cuentan con policías ni miembros de seguridad, todo el personal de la cárcel son voluntarios o, incluso, los propios presos y tienen un nivel de reincidencia bajo, comparado con las cárceles normales. Además, a los presos no se les vigila y se les educa de tal forma que no desean huir.
“Es absolutamente normal que donde existe una APAC no haya rebeliones, actos de protesta, violencia, fugas en masa, etc., porque en el ambiente ya se han establecido lazos afectivos, sentimientos de perdón y gratitud y, sobre todo, respeto humano”, explicaba el fundador, Mario Ottoboni.
Los criterios para entrar en una cárcel APAC son: se debe tener una condena firme, tienen prioridad los detenidos que hayan cumplido más tiempo en la cárcel común, la familia de los presos debe residir en la zona y los reclusos deben solicitar el ingreso y firmar los compromisos de APAC, entre otros. En el caso de que un reo se escape tiene prohibida la entrada a APAC y se le traslada a una cárcel normal.
“Es absolutamente normal que donde existe una APAC no haya rebeliones, actos de protesta, violencia, fugas en masa, etc., porque en el ambiente ya se han establecido lazos afectivos, sentimientos de perdón y gratitud y, sobre todo, respeto humano”.
“En APAC, la tasa de evasiones es mínima, prácticamente inexistente. No se ha producido jamás un caso de rebelión en un centro de APAC, y los episodios de insubordinación que se han dado son excepcionales”, afirmó Javier Restán.
Otro de los aspectos que destacan los presos es que en las cárceles APAC se les llama por su nombre, mientras que en las comunes no es así y además que hay un cambio de lenguaje: en APAC no se les llama “presos”, sino “recuperandos”.
“La lección más importante que aprendimos con los detenidos, a lo largo de 12 años de trabajo y estudio, fue exactamente esta: ide los detenidos no entendíamos nada!”
Quien no ha pasado por la experiencia de vivir detrás de los barrotes o rechaza la humildad de aprender con los detenidos será siempre un teórico, se quedará siempre lejos de la realidad. O se conoce conviviendo o se vive especulando», expresaba Mario Ottoboni.
En una segunda sesión de esta charla con los alumnos de Relaciones Internacionales de la UFV, Restán explicó el motivo del funcionamiento de estas cárceles, así como en qué consiste el modelo APAC, en el que se basan los centros penitenciarios.
“Todo está orientado a la recuperación integral de las personas, a una recuperación de ellos mismos sobre su propia vida. Su vida es más grande que el delito que han cometido”, señaló Javier Restán.
Uno de los “recuperandos” —como denomina APAC a los presos— narró que lo que más le sorprendió en este tipo de cárceles es la ausencia de policías. “Era un auténtico experto en fugarse de los centros y sus propios compañeros, los presos, cuando intentaba escaparse le cogían y le llamaban loco, que estaba perdiendo la oportunidad de su vida”, contó Restán.
“Todo está orientado a la recuperación integral de las personas, a una recuperación de ellos mismos sobre su propia vida. Su vida es más grande que el delito que han cometido”.
Javier Restán hizo hincapié en que “la tentación” está en pensar que los presos “no tienen remedio”, mientras que una de las frases clave de la organización es “nadie es irrecuperable”.
Asimismo, reiteró que la clave del sistema se encuentra en que todo el personal de estas cárceles está integrado exclusivamente por voluntarios y los propios reclusos. “En la cárcel nadie acepta el delito. Al igual que eso, no pueden reconocer que haya gente que quiere tratar con ellos por pura caridad, sino que siempre es por intereses. Los presos, numerosas veces, mantienen relaciones viciadas con los voluntarios y hace falta que estos se mantengan firmes y sepan gestionar estas situaciones”, señaló Restán, respecto a las relaciones entre “recuperandos” y voluntarios.
El método APAC
El procedimiento que se lleva a cabo en estas cárceles tiene como base 10 aspectos necesarios para su correcta aplicación: valorización humana, personal voluntario, el “recuperando” ayuda al “recuperando”, la implicación de la familia, el valor del trabajo, la invitación a hacer experiencia de Dios, asistencia jurídica permanente, asistencia a la salud (física y psicológica), participación de la comunidad local, y un modelo instalaciones propio: los Centros de Integración Social.
Respecto a las relaciones familiares, Javier Restán destacó las diferencias entre las cárceles comunes y las cárceles APAC. “Las visitas de familiares se dan en condiciones humillantes para los familiares. No hay intimidad. Hay cuatro horas de visita y dos horas se las pasan en una cola experimentando toda clase de registros, especialmente humillantes para las mujeres. Las visitas se realizan en las celdas de los propios presos, sin intimidad y con otros presos al lado. A veces, ni se puede pasar a la propia celda porque hay demasiada gente y no llegas a ver a tu familiar”, expresó Restán.
Sin embargo, en APAC, la familia es una de las bases fundamentales del programa: “Existe una red de movimiento para encontrar los lazos familiares e iniciar una dinámica, fortalecer y recuperar vínculos. Los domingos son muy importantes, es el día de las familias, entran todos (mujeres, hombres, niños, etc.). Se tiene una cierta percepción de libertad, de reencuentro”, relató Restán.