Reino Unido ha iniciado el proceso de salida de la Unión Europea. La primera ministra británica, Theresa May, firmó la carta, en Downing Street, por la que activaban el artículo 50 del Tratado de Lisboa, por el que cualquier país miembro de la UE puede desadherirse en un plazo de negociaciones de unos dos años.
Theresa May, en el Parlamento, ha declarado que este era un «momento histórico» del que no podía «haber marcha atrás». «Tengo la firme determinación de conseguir un acuerdo justo para todas las personas en este país», ha explicado May frente a los diputados, arropada por los conservadores.
«Conforme afrontamos las oportunidades que tenemos por delante en este viaje crucial, nuestros valores compartidos, nuestros intereses y nuestras ambiciones pueden y deben unirnos», ha añadido May. La unión a la que May se refiere no es solo exterior, sino también interior, ya que, tras la reunión entre la líder escocesa, Nicola Sturgeon, y la primera ministra, ambas negocian un nuevo referéndum de independencia en Escocia.
May se ha comprometido a tener en cuenta a todos los británicos, «jóvenes o viejos, ricos o pobres, de la ciudad o del campo», así como a los ciudadanos de la Unión Europea que residen en Reino Unido.
A pesar de la diferencia horaria, la carta (de seis folios) ha llegado puntual a Bruselas, concretamente, a manos del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Así, se empieza a poner fin a 44 años de altibajos entre Europa y los británicos.
En el documento, de carácter conciliador, May reclama a la Unión un «acuerdo temprano», para no desfavorecer ni a los británicos que viven en países de la UE ni a los europeos que viven en Reino Unido.
Primeras fricciones
Sin embargo, la canciller alemana, Angela Merkel, representa la oposición más estricta con los británicos. En la carta, May pide que se negocien, a la vez, la salida del Reino Unido y un nuevo tratado comercial con la Unión Europea.
Merkel prefiere que cada paso vaya a su ritmo y negociar ambas cuestiones por separado, al solucionar la salida primero y una «nueva relación» después.
El pueblo británico podría seguir en la Unión, si así lo desearan tanto su Gobierno como el conjunto de los 27 de la UE en este plazo de dos años.
Se teme que no se pueda llegar a un acuerdo entre Londres y Bruselas y que eso deteriore las relaciones actuales. Merkel también ha recordado que Reino Unido forma parte de Europa y que comparte una historia y «unos valores».
Además de la negociación por la política migratoria y por los residentes europeos y británicos, el Brexit tiene un coste estimado de 60.000 millones de euros, otro de los puntos conflictivos de este acuerdo.