Spike Lee ya contaba en BlacKkKlansman, película que ganó el Oscar al Mejor Guión, la historia de un negro infiltrado en un grupo neonazi. Como si de una segunda parte se tratara, James Stern, un afroamericano activista de 54 años, ha conseguido llegar a la presidencia de dicho grupo neonazi, con un único fin: desmantelar la organización.
Jeff Schoep, exlíder del Movimiento Nacional Socialista (NSM, en inglés), le cedió la presidencia, en enero, desde la cárcel a James Stern, embaucado por las mentiras que le decía. El primer contacto de Stern con el movimiento fue cuando compartió celda por un delito de fraude durante cinco años con Edgar Ray Killen, líder del grupo por aquel entonces.
En el libro Mississipi todavía arde, Stern comenta cómo fue el proceso que le llevó al inicio de la destrucción de la célula.
En su momento, Jeff Schoep, queriendo eludir responsabilidades judiciales, pidió consejo a Stern. Este le recomendó que le cediera la presidencia y el control de la página web. Schoep lo hizo, y lo primero que ha hecho como presidente del grupo antisemita ha sido declararlos culpables del asesinato que provocaron en la manifestación «Unite the Right» de Charlottesville de 2017, en la que una persona fue atropellada; y de todo lo que se les acuse.
El Tribunal de Virginia no acepta la palabra de Stern como defensa, alegando que no dispone de los derechos para hacerlo, a pesar de tener todos los papeles en regla y ser el presidente de la organización.
Lejos de ocultar sus intenciones, Stern, en un vídeo, declaró: «Me he propuesto personalmente erradicar el Ku Klux Klan y el Movimiento Nacional Socialista, que son dos organizaciones aquí en este país a las que desde hace mucho tiempo se les han otorgado privilegios que no merecen».