El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el pasado martes en la Casa Blanca, la salida del pacto nuclear iraní. El dirigente del gigante americano ya advirtió en enero que si no se endurecían las normas contra Irán EE.UU. saldría del acuerdo. Es una decisión que ha tomado en contra de la petición europea de mantenerse dentro del trato. No obstante, el desarrollo nuclear del país gobernado por Hassan Rouhaní no es el único motivo que aleja a EE.UU. del tratado: su estrecha relación con Arabia Saudí (rival de Irán por el control del mundo árabe) e Israel (enfrentados de forma directa en la guerra de Siria) tensa la relación entre Estados Unidos e Irán.
«Irán es el mayor exportador de terrorismo», acusa Donald Trump.
Trump se ha mostrado rotundo y convencido en su decisión de abandonar el pacto. El presidente norteamericano ha explicado que el acuerdo es «defectuoso». Además, en su discurso y de ruptura del trato ha cargado contra Irán, país con el que no mantiene relaciones diplomáticas desde 1980 y afirma: «el mayor patrocinador del terrorismo podrá adquirir las armas más peligrosas en el mundo. Por eso anuncio que EE.UU. se retirará del acuerdo nuclear de Irán».
De forma inminente, tras las palabras de Donald Trump en la Casa Blanca, el presidente de Irán, Hassan Rouhaní, salió a la televisión pública para dar su punto de vista y aclarar el sistema del acuerdo, ya que no es un pacto bilateral, «no era un compromiso con EE.UU. e Irán solamente, es un acuerdo multilateral». Con la acción tomada por Trump, Rouhaní considera que «Estados Unidos ha adoptado un papel hostil». Asimismo, el dirigente persa criticó la política exterior del país norteamericano y recordó las actuaciones de este en Afganistán, Yemen y los países del norte de África en etapas anteriores.
Miembros y objetivos del pacto
El pacto nuclear se firmó en Viena en 2015 y se puso en marcha un año más tarde. En esa fecha, el presidente de EE.UU. era Barack Obama, un motivo más por el que Trump no está de acuerdo. Además de EE.UU., el resto de miembros que firmaron el pacto fueron los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU., Rusia, China, Reino Unido y Francia), Alemania e Irán. La Unión Europea (UE) también participó en las negociaciones. El objetivo de los firmantes era que, al sacar a Irán del aislamiento internacional, el pacto acabaría con las ambiciones atómicas de este régimen y rebajaría sus injerencias territoriales.
«No hay indicios de actividades nucleares», aseguraron los inspectores del OIEA.
En la firma, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) e Irán acordaron una hoja de ruta para poder certificar antes de 2016 si el programa nuclear perseguía o no un fin militar. El OIEA ha confirmado en varias ocasiones el cumplimiento de los compromisos asumidos por Teherán. Ante las acusaciones de Israel sobre la existencia de un programa militar «secreto», el organismo señala que sus inspectores han accedido a todas las instalaciones y afirman que «no hay indicios creíbles de actividades relevantes para el desarrollo de explosivos nucleares».
Además, el acuerdo no contemplaba que ningún país pudiera retirarse. El expresidente de los EEUU Barack Obama ha criticado la decisión de Donald Trump de retirarse del acuerdo firmado en su último mandato, ya que puede suponer «una carrera armamentística», que pondría a Estados Unidos y a sus aliados en peligro.
Retrasar el desarrollo de una posible bomba atómica
La salida de Estados Unidos cambia el sentido, o al menos lo atrasa, de este acuerdo. El pacto, que entró en vigor en 2016, impone restricciones al programa nuclear iraní y son revisadas por la agencia atómica de la ONU. La clave del acuerdo consiste en alargar el tiempo que necesitaría Irán para desarrollar, si es que lo decidiera, una bomba atómica. Si se cancela el pacto, Teherán tardaría al menos un año en tener una bomba, lo que daría tiempo a la comunidad internacional de tratar de evitarlo. Según la ONU, Teherán está cumpliendo esas condiciones, pero hay otro plazo temporal en el acuerdo, parte de las restricciones tienen una vigencia de 15 años. Esta es una de las principales críticas de los detractores del pacto. Algo que la política de Trump achaca y está en contra, dar oxígeno a Irán y que se recupere de su situación económica.
Irán aceptó estas restricciones, pero a cambio se levantaron las sanciones de EE.UU., la UE y la ONU impuestas anteriormente para frenar el programa nuclear iraní. Al firmar el pacto, Teherán tuvo acceso a unos 100.000 millones de dólares, pudo volver a vender petróleo en el mercado internacional y utilizar el sistema financiero global.
Europa se mantiene firme
Irán seguirá en el acuerdo nuclear si se garantizan sus intereses. «Debemos ser pacientes para ver cómo los otros países reaccionan», dijo Rouhaní para referirse al resto de miembros del pacto: Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania. La ONU ha llamado al resto de países firmantes del acuerdo a seguir cumpliendo con el pacto.
«Se trata verdaderamente de decidir entre la guerra y la paz», afirma Angela Merkel.
Pese a la retirada de EE.UU., Irán cuenta con el apoyo de las potencias europeas, así lo ha hecho saber el presidente francés, Emmanuel Macron: «Francia, Alemania y Reino Unido lamentan la decisión». Desde París, hacen un llamamiento para fortalecer la política exterior y de defensa común. «Elegimos construir la paz en Oriente Próximo: Otras potencias (EE UU) no han mantenido su palabra”, apuntó el máximo dirigente galo. La separación occidental entre Washington y el eje Berlín-París es evidente, como afirma Macron: «Europa ya no puede confiar en EE UU y debe tomar su destino en sus propias manos». En la misma línea se manifiesta Alemania. «Hay conflictos a las puertas de Europa. Y la época en la que podíamos confiar en EEUU se acabó», sentenció la canciller alemana, Angela Merkel. A esto añadió que «se trata verdaderamente de decidir entre la guerra y la paz».
No es una partida de dos
Europa desempeña un papel esencial para la diplomacia y la paz internacional, pero el resto de potencias que se encuentran en el acuerdo conservan una postura de espera e incertidumbre ante la reacción de Irán en las próximas semanas. Rusia, nación que mantiene unas relaciones tensas con EE.UU. en los últimos meses, ha manifestado su sentir como país miembro del pacto. «Estamos decepcionados como estábamos antes, así que no fue una sorpresa», dijo el embajador de Rusia en la ONU, Dmitry Polyansky. Además, el país gobernado por Vladímir Putin apoya a Bhasar-Al Asad en la guerra de Siria, por tanto, combate en el mismo bando que Irán, que también simpatiza con el régimen sirio. Junto con estos, el grupo paramilitar libanés Hezbola, aliado de Irán, también interviene en el conflicto. Este grupo, considerado terrorista por EE.UU., es un aliciente más para romper su pacto nuclear.
El abandono de EE.UU. provoca una unión más consistente con Arabia Saudí e Israel, enemigos de los países nombrados anteriormente. Estados Unidos vendió armas el pasado mes de marzo a Arabia Saudí por más de 1.000 millones de dólares. Además, los saudíes son de mayoría suní, es decir, está enfrentado en el terreno religioso-político a Irán, de mayoría chií. Ambas naciones se disputan el dominio en el mundo musulman, como se puede observar en la guerra de Yemen, Al Hadi (suní) está apoyado por Arabia Saudí y Saleh (chií), por Irán. En cuanto a Israel, que es un país amigo de EE.UU., lleva décadas de enemistad con Irán. Esta misma semana, el Ejército israelí ha bombardeado bases iraníes en Siria, como represalia a un ataque previo.