«Desde que tengo conciencia me costaban cosas que a los demás no. Por ejemplo, me cuesta llegar a los sitios, no me oriento, no distingo derecha e izquierda. También me cuesta mucho hacer cálculos, los números. Es como una ventana en mi cabeza que se cierra y no consigo hacer cálculos mentales, ni nada», este es el día a día de María, la joven de 18 años estudiante de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV). Como María, son tres de cada veinticinco niños, lo que equivale a un 6% de alumnos, los que experimentan dificultades como estas a diario. Problemas para leer o escribir, para entender los números, para distinguir direcciones e incluso para orientarse. José Gonzalo Ocampos, presidente de la Federación Española por la Dislexia (Fedis) explica: «son dificultades específicas del aprendizaje, cuatro palabritas que explican un concepto más amplio que incluye: dislexia, discalculia, disortografía y disgrafía».
«La intervención específica no es curativa, sino mejorativa, no hay una pastilla o una fórmula mágica que te lo quita y se acabó», expone el presidente de Fedis.
Este trastorno o dificultad específica, que afecta a un 10% de la población española, si bien se está empezando a hacer eco, todavía se conoce poco. El presidente de Fedis comenta que entre los profesionales se conoce como «el trastorno invisible», y explica: «se podría decir que aún hoy en día la dislexia es bastante desconocida, pero también he de reconocer que es menos invisible que hace 10 años, en 2006 éramos solo siete asociaciones, hoy somos más de 30».
La importancia de conocer y diagnosticar la dislexia
María, quien tras mucho esfuerzo ha conseguido terminar el colegio y entrar a la universidad a estudiar lo que le gusta explica: «Nunca se me cruzó por la cabeza estudiar nada con números porque mi mente se bloquea, no puedo, como que me lo impide». Añade además, que le diagnosticaron dislexia «aproximadamente cuando estaba en tercero de la ESO» y dice: «antes de eso tampoco me daba mucha cuenta, pensaba que era algo normal, la gente se reía, mis padres tampoco me tomaban muy en serio, pero es una verdad y todavía me sigue pasando».
«Estos niños en los colegios han sido siempre los tontos, los vagos y los irresponsables de la clase. Todas estas etiquetas les llevan a no querer ir al colegio», explica Jesús Gonzalo Ocampos.
Esta es la realidad de muchos niños y adolescentes españoles. Por este motivo, todas las organizaciones y fundaciones a nivel mundial hablan de la importancia de la detección y el tratamiento precoz. A este aspecto, en Fedis, se le da mucha importancia, y su presidente comenta: «la cuestión es saber lo que hay, diagnosticar al niño y tratarlo. Sobre todo en los dos ámbitos fundamentales: el colegio y su reeducación específica». Además, resalta que no hacerlo de forma temprana puede tener consecuencias graves para el niño. «Estos niños en los colegios han sido siempre los tontos, los vagos y los irresponsables de la clase (…) todas estas etiquetas les llevan a no querer ir al colegio, a somatizar, y en definitiva a llegar a una preadolescencia con la autoestima por los suelos».
El problema de la dislexia tiene un origen neurobiológico que afecta el proceso de lectoescritura del niño, no es una enfermedad, sino una dificultad específica de aprendizaje que puede ser mejorada y manejada con los tratamientos y el seguimiento adecuado de un profesional. Ocampos, presidente de Fedis, expone: «es un trastorno funcional. A la persona que lo padece no le pasa nada. La intervención específica no es curativa, sino mejorativa, no hay una pastilla o una fórmula mágica que te lo quita y se acabó».
Según cifras de Fedis, hoy en día el 80% de las detecciones de dislexia se confirman con 6 o 7 años de edad.
Si bien, en la actualidad, existe mucha variedad de tratamientos y protocolos para afrontar la dislexia y detectarla, aún siguen usando diagnósticos, por discrepancia o atraso, que hacen imposible la detección hasta los ocho años de edad. El psicólogo y pedagogo Ocampos comenta: «en los últimos años se está dando un cambio fundamental porque no podíamos seguir aguantando esta historia de que hasta los ocho años no se diagnosticara». Según cifras de Fedis, el 80% de las detecciones se confirman con seis o siete años, al haberse empezado a realizar estudios clínicos para su detección y tratamiento, en lugar de seguir basándolo en la espera y la observación del desarrollo del niño.
Es posible llegar a la vida adulta sin detectar la dislexia
La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de una horquilla de que entre el 5% y el 10% de la población padece dislexia, dependiendo de cada país. En España, esta cifra alcanza el máximo estipulado por la OMS. Según la estadística, 800.000 personas en España, sobre todo en edad escolar, tienen estas dificultades, según datos aportados por la Federación Española para la Dislexia.
«Deberían existir más campañas de concienciación y técnicas para ayudarnos, porque si bien no es tan importante como otras cosas, se debería saber y trabajar con los adultos también», opina María, estudiante de la UFV.
Como fruto del desconocimiento de este trastorno funcional, se puede llegar a la vida adulta sin ser diagnosticado. María, estudiante de la UFV, dice: «la dislexia, desde mi punto de vista, se desconoce porque son cosas a las que no se le da la importancia que tiene, es solo algo que falla en tu cabeza que no te permite gestionar ciertas cosas de forma normal». Además, añade: «deberían existir más campañas de concienciación y técnicas para ayudarnos, porque si bien no es tan importante como otras cosas, se debería saber y trabajar con los adultos también». Jesús Gonzalo Ocampos, frente a esta problemática contesta: «Actualmente, no existe nada para diagnóstico en adultos, es lo que está por venir, pero aún nos quedan años de seguir luchando por la etapa educativa».