«Cuando era pequeño, un grupo de guerrilleros raptaron a mi madre y a mi hermana», así empieza Zindu, protagonista de la película El corazón de África, a contar su historia. La vida de este desplazado africano, que logró esquivar a la guerra de niño junto a su hermano, no es muy diferente a la del resto de refugiados y desplazados que se ven obligados a abandonar sus hogares por culpa de los conflictos bélicos.
El pasado martes 13 de marzo, un grupo de ponentes conformado por Javier Santamaría (director de la película El corazón de África), Paula López (trabajadora social de Accem y experta en refugiados) y Mercedes Carvajal (representante de Manos Unidas) intervinieron en una mesa redonda sobre los problemas de los refugiados y desplazados en la que además se proyectó un extracto de la película del cineasta. La charla tuvo lugar en el Salón de Grados de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), contó con el profesor de Responsabilidad Social Daniel de la Rosa como moderador, y, además de los alumnos, a ella asistió Gregorio Martínez, presidente-delegado de la organización Manos Unidas en Madrid.
Refugiados y desplazados
«Oímos hablar mucho de los refugiados, pero muy poco de los desplazados», destacaba Paula López, experta en refugiados. Aunque la mayoría piense que ambos grupos son el mismo, los olvidados son aquellos civiles obligados a abandonar su hogar, pero no su país, quienes viven la guerra casi a pie de trinchera. Actualmente, Siria es el país que con el mayor número de desplazados cuenta (12 millones), a este le siguen Colombia (7 millones), Afganistán (4,7 millones) e Iraq (4,2 millones).
Crisis migratoria
Desde 2011, con el estallido del conflicto sirio, el número de ambas agrupaciones no ha hecho más que crecer, no solo en Siria, sino en todo el mundo, aunque este país haya sido el más afectado. En 2015, con el incremento del flujo descontrolado de refugiados, el mundo empezó a familiarizarse e interesarse por el tema y se empezó a hablar de crisis.
Grandes cantidades de personas, víctimas del conflicto, buscaban refugio en otros países. Esta situación hizo que Europa reaccionara, y, por los acuerdos preestablecidos en la Convención de Ginebra, decidiera tomar una serie de medidas para ayudar a los civiles huidos de la guerra. Los únicos integrantes de la Unión Europea (UE) que no aceptaron este acuerdo fueron Hungría y Polonia. A pesar de las medidas pactadas, el reparto ha sido desigual. La mayoría de los firmantes no ha cumplido con las cuotas impuestas por la UE, mientras que países como Grecia o Italia han sido desbordados por su posición geográfica. A España, por ejemplo, le correspondía acoger a un total de 9.323 refugiados, pero a finales de 2017 solo había reubicado a 1.279.